LA SONRISA DEL CORAZÓN: EL CLARETIANO JOSÉ MARÍA VIÑAS

Se había dejado crecer la barba: negra al principio; blanca después. Fue entonces cuando lo conocí. Se asemejaba a uno de esos apóstoles de película, seguidores de Jesús, más un san Pedro o un San Pablo, que un san Juan; pero su espíritu, su talante, su forma de ser me parecían más joanneo que petrino o paulino.

No le conocí en sus tiempos jóvenes, ni en sus tiempos de una cierta madurez. Fue más tarde: en las comisiones pre-capitulares y en los Capítulos Generales y cuando como consultor general se presentaba la ocasión.

  • A finales de los años 70 coincidimos los dos en los trabajos de la Comisión precapitular, como miembros de ella. Habíamos recibido la encomienza de revisar y remodelar el texto constitucional renovado, que debería ser aprobado definitivamente en el siguiente Capítulo General de 1979. Ese es el texto que -después de aprobado por el Capítulo General y por la Santa Sede- está vigente en la Congregación. Por este motivo, conviví con el P. Viñas y los demás miembros de la Comisión, durante un mes, en la Curia General.
  • La segunda ocasión de mi convivencia con él, tuvo lugar, diez años después, a finales de los años 80, también en Roma y en la Curia General. El motivo fue un encargo del Gobierno General, presidido entonces por el P. Gustavo Alonso, que nos pidió escribir un comentario teológico y carismáticoa la Constitución fundamental y a la primera parte de las Constituciones renovadas. Resultado de ello fue un volumen titulado “CMF – Nuestro proyecto de vida misionera. Comentario a las Constituciones. II. Constitución Fundamental y primera parte, Misioneros Claretianos, Roma, 1991 Se trataba de un volumen de  790 páginas.  Debido a la naturaleza del encargo, tuvimos que elaborar nuestros comentarios conjuntamente, mano a mano. Mis comentarios teológicos debían o responder a sus comentarios carismático-claretianos y congregacionales. Por lo cual mi elaboración siempre presuponía la lectura previa y una reflexión sobre sus comentarios. Para entrar en el alma misionera y claretiana del P. Viñas basta leer los apartados “Comentario carismático congregacional” de nuestra obra conjunta para quedar admirado por su conocimiento y sensibilidad.
  • Después me encontraría con el P. Viñas en diversas oportunidades, entre ellas, cuando dirigió a nuestra comunidad los Ejercicios Espirituales; donde todo aquello que él vivía y sentía nos lo expresaba con unción y un fuerte sentido de fraternidad.

El P. Viñas, como catalán y no tan lejano a las generaciones que colindaron con Claret, tenía una especial predisposición para comprenderlo, para interpretarlo. Disponía de una especie de innata con-naturalidad hermenéutica para comprenderlo e interpretarlo. Nos lo hacía especialmente accesible. La figura de Claret que él nos presentaba era especialmente luminosa y atractiva.

Su acceso a Claret no era ni sentimentaloide, ni tampoco crítico. Su acceso era cordial, inteligente, reflexivo y emocional. Percibí en él un arte especial para entretejer la vida de Claret con el Evangelio. Su exégesis del texto bíblico no procedía de serios estudios exegéticos, pero sí de una sabiduría espiritual innata, que le hacía entrar en el núcleo de la Revelación. Recuerdo, por ejemplo, su interpretación del texto: Jesús los llamó y los hizo que fueran pescadores de hombres. La interpretación ofrecida por el P. Villas era la siguiente: “los llamó” – vocación, “para que fueran” – consagración”, “pecadores de hombres” –misión”. De esta manera, ofrecía una visión de la “consagración” que en aquellos tiempos no era la convencional, como una secuencia teológica y existencial: vocación-consagración-misión. La “consagración” él la entendía como habilitación pneumatológica para realizar la misión. Para el P. Viñas la consagración eres un acontecimiento protagonizado por el Espíritu que habilita a los escogidos y llamados por Dios para realizar una misión, que les supera.

El equilibrio de su sensibilidad teológica se mostraba en los siguientes aspectos que quiero resaltar:

  • A Jesús por Claret:No era un fanático del P. Claret. Pero sí, era el P. Claret para él un acceso VIP para conectar con Jesús. Y digo Jesús, porque el P. Viñas era un enamorado del Jesús histórico, del Jesús de los hechos concretos, del Jesús maestro popular, predicador y profeta del pueblo. Con Claret se deleitaba en las palabras, parábolas, hechos y gestos de Jesús. Claret era para Viñas un campo magnético desde el cual interpretaba y presentaba a Jesús.
  • Al Espíritu Santo por Claret:En un tiempo en que la teología occidental silenciaba bastante al Espíritu Santo, el P. Viñas no dejaba de mencionarlo. Descubría su presencia, su acción por doquier. Él contribuyó para ratificar en mi la reformulación de la teología a partir de la perspectiva pneumatológica.
  • La historia como rampa de lanzamientoe inspiración y no como recurso tradicionalista. Se puede percibir en sus comentarios a las Constituciones en la dimensión de memoria congregacional.
  • Un entusiasta de la mariologia de Claret. A María también por Claret. La perspectiva carismática le hizo comprender dimensiones de la mariología que no se suelen explicitar. Pongo algún ejemplo: “Para el Padre Fundador, la Sagrada Familia era ya la primera comunidad del Reino. Se vivía allí el Evangelio, antes de ser proclamado” (Comentario, p. 99). Y, comentando el n. 36 de las Constituciones sobre nuestra piedad mariana, él dice: “Claret descubre que para ser buen hijo de María, tiene que ser el discípulo amado”. Claret “aprendió de Jesús el modo de tratarla. La imitó como la copia más exacta de Jesús y la tomó por ejemplo del fiel y pleno seguimiento del Maestro” (Comentario, pp. 520-521).
  • Un recuperador de la figura de san José, e identificado como el esposo de María, dentro de nuestra espiritualidad (Comentario, pp. 501-503)
  • El buen humor como arma de denuncia y anuncio: era característica suya la sonrisa y en determinados momentos la sonrisa gozosa, otras irónica, pero nunca hiriente. Su buen sentido del humor y su arte para expresarlo me inspiró la decisión de abrir una sección de diseño humorístico en la revista “Vida Religiosa”, que yo entonces dirigía e incluso preparar un número monográfico sobre “El humor en la vida consagrada”, en el cuál el P. Viñas tuvo una contribución muy especial. Recuerdo, por ejemplo, aquella viñeta en la que el superior de un monasterio daba gracias a Dios con aspavientos, mientras decía: “Gracias, Dios mío. Menos mal que el rayo ha caído en el coro, que si cae en la TV me los mata a todos”.

Concluyo aquí mi evocación de su memoria. Después de todo esto su figura se fue desvaneciendo de mi vida, allá en su querida Canadá. Supe que pasó su último tiempo en una residencia para personas mayores, con otra comunidad humana, en la que no dudo que dejaría su impronta espiritual y misionera. Allí se despidió después de cumplidos sus 95 años, el 30 de octubre de 2016.

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José Cristo Rey García Paredes, cmf

Madrid, 27 de septiembre 2018.

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