“El año sacerdotal”

celebracion_curasEn una audiencia a la Plenaria de la Congregación para el Clero, el papa Benedicto XVI anunció, para hoy 19 de junio, el inicio de un año jubilar sacerdotal. El tema elegido es “Fidelidad de Cristo, fidelidad del sacerdote”. El día de hoy es considerado jornada de santificación sacerdotal. Este año jubilar concluirá con un “Encuentro Mundial Sacerdotal” en la Plaza de San Pedro.

El objetivo

El objetivo de este año es -según expresó el propio Papa hoy ante los miembros de la Congregación para el Clero- “ayudar a percibir cada vez más la importancia del papel y de la misión del sacerdote en la Iglesia y en la sociedad contemporánea”. A su vez se quiere insistir en “la necesidad de potenciar la formación permanente de los sacerdotes ligándola a la de los seminaristas”.

En la carta de la Congregación para el Clero enviada a todos los obispos se especifica más el sentido de este año sacerdotal: 

  • representa una importante ocasión para mirar, todavía más con grato estupor la obra del Señor que, “en la noche que fue entregado” (1Co 11,23), quiso instituir el Sacerdocio ministerial, uniéndolo inseparablemente a la Eucaristía, cumbre y fuente de vida para toda la Iglesia.
  • Será un Año para redescubrir la belleza y la importancia del Sacerdocio y de cada Sacerdote, sensibilizando a todo el pueblo santo de Dios: Los consagrados y las consagradas, las familias cristianas, los que sufren y, sobre todo, los jóvenes tan sensibles a los grandes ideales vividos con auténtico empuje y constante fidelidad.
  • El lema elegido “Fidelidad de Cristo, fidelidad del Sacerdote“ indica la primacía absoluta de la gracia, pero también la indispensable y cordial adhesión de la libertad que sabe amar y que, recuerda al mismo tempo, que el amor es también “fidelidad”.
  • Esta iniciativa ofrece una importante ocasión para la profundización teológico-espiritual y la misión pastoral, que es fecunda ante todo para los mismos Sacerdotes, llamados a renovar la conciencia de la propia identidad y, consecuentemente, para fortalecer la tensión misionera, que brota de la intimidad divina del “estar” con el Señor. Fecundidad pastoral, que se dilata a cada ámbito y persona de la Iglesia, con una particular atención a la indispensable y prioritaria promoción de las vocaciones al ministerio ordenado.

Reacciones diversas

Ante una iniciativa así habrá ciertamente en la Iglesia reacciones muy diversas entre unos presbíteros y otros, entre los presbíteros diocesanos y los presbíteros religiosos, entre los presbíteros y entre los laicos, entre los varones y las jujeres. 

Y ¿esto porqué? Pues porque a partir del Concilio Vaticano II se inició en la Iglesia cátólica y en las Iglesias hermanas una sería reflexión y discernimiento sobre la misma Iglesia. Todos recordamos aquella frase del Papa Juan XXIII: “Iglesia, ¿qué dices de tí misma?” Cada forma de vida y ministerio se ha hecho esa misma pregunta. La respuesta no ha sido siempre fácil. Y es que con el decurso del tiempo ha habido en la Iglesia muchos cambios -justificados unos, injustificados los otros- que han desconfigurado unas identidades y sobredimensionado otras.

El Concilio Vaticano II nos ofreció las claves para conseguir un nuevo equilibrio entre todas las formas de vida cristiana y de ministerio. El mismo Concilio intentó responder a la gran cuestión que Juan XXIII le planteó: “Iglesia, ¿qué dices de tí misma?”.

Pero, en la etapa posconciliar, hemos respondido a esta cuestión de formas muy diferentes e incluso antagónicas. Por eso, se ha hablado de “modelos de Iglesia”, o de diferentes eclesiologías. Hemos vivido, en los años del Posconcilio, un cierto frentismo eclesiológico que no hemos logrado reconciliar del todo. El poder oficial de la Iglesia ha ido dando pasos muy consistentes para hacer prevalecer su modelo ortodoxo. Incluso ha reinterpretado el Concilio en una determinada dirección, bloqueando otras posibles interpretaciones diversas.

El magisterio de los últimos años no ha tenido inconveniente en recuperar para el ministerio ordenado el lenguaje “sacerdotal”, que durante el desarrollo del Concilio, quedó en entredicho. El perfil del ministro ordenado que según una fuerte tendencia se hizo muy cercano a la gente y a sus problemas, ha sido también reconfigurado desde la perspectiva de la santidad o santificación.

La contraposición entre las diversas formas de entender el ministerio ordenado y la escasa apertura al diálogo mutuo, ha potenciado mucho la separación y favorecido muy poco el encuentro. Hemos sido testigos de una guerra fría, alimentada por la crítica permanente y la mutua desvalorización.

Aprovechar la oportunidad

La iniciativa de este año jubilar puede y debe llevarnos a un re-encuentro, a una seria profundización en la identidad del ministerio ordenado dentro de la gran comunidad eclesial. No sería bueno utilizar esta oportunidad de gracia para imponer un determinado perfil de sacerdote y dejar derrotado al otro. No solo existe la figura sacerdotal del Cura de Ars, hay también otros modelos y perfiles de ministerio ordenado que nos pueden inspirar hoy.

Hemos de aprovechar esta coyuntura para dejar que el Espíritu haga de ella una oportunidad de Gracia. No hemos de iniciar este año sacerdotal con prejuicios, ni con intenciones de imponer nuestra visión, sino más bien, abiertos al Espíritu, encontremos formas de re-encuentro para servir mejor al pueblo de Dios.

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