¡Atentado!

Y seguimos con la terrible noticia de un nuevo atentado de ETA. Como otras veces. Han decidido quitarle la vida a un ser humano: un padre de familia, un horado trabajador, un buen ciudadano… ¡un hijo de Dios! ¿Quiénes se habrán creído que son esos malaventurados asesinos? ¿De dónde les viene esa autoridad para decidir quien tiene que vivir y morir? ¡Habrase visto mayor petulancia, orgullo, endiablamiento! ¿Quiénes son ustedes para decidir si alguien tiene que vivir o morir?

Las sociedades juzgan con ponderación, con lentitud, con prudencia. Ustedes deciden de golpe y sin permitir una defensa. Luchen con armas humanas, pero no empleen instrumentos diabólicos y monstruosos. Ustedes han perdido el corazón, el alma. Y no vengan a presentarse como adalies de causas justas, de liberaciones míticas, de guerras justificadas. Millones de seres humanos les gritan que ¡no!

Ya sé que hay gente que les jalea, que los aplaude, que comparte “incruentamente” el designio “cruento”. Todos ustedes son raza de víboras. Y el hacha del juicio está a la base del árbol. Ustedes no van a dejar memoria… habrá un día en que se querrá borrar la memoria de ETA, como una memoria perversa, como la memoria de un grupo humano que la humanidad -a pesar de todos los pesares- nunca se mereció.

Vuelvan a la humanidad. Dejen sus guaridas carniceras. Cambien el corazón y sus terribles decisiones. Vuélvanse humanos. Luchen con nuestras armas: la convivencia, el diálogo, la comprensión del otro. ¡Háganse creíbles! Que Dios está muy disgustado con ustedes. Son sus hijos, pero le causan el mayor dolor en el alma. Ustedes se creen dioses y quieren suplantar a Dios. Ustedes intentarían matar a Dios si se les pusiera delante. Ustedes ultrajan el mismo cuerpo del Hijo de Dios. Pero les queda poco tiempo… están envejeciendo y dejando un reguero de perversidad.

La indignación de este día se vuelve súplica a nuestro Abbá, el Seno fecundo de la Vida, a nuestro Dios-Padre-Madre que hoy llora por su hijo Isaías Carrasco que sólo le ha durado 42 años cuando Él le había regalado muchos años de vida. Y las lágrimas de tanta gente buena, de su esposa, de sus hijas, de su familia, de sus amigos, de toda España y de cada una de sus comunidades será la expresión de las lágrimas de Dios, para quien el Viernes Santo no cesa, mientras siga habiendo asesinos como ustedes.

(06 marzo 2008)

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