3ª carta a la comunidad de Corinto: Cor C

I. Introducción: Acción de gracias: 2,14-16a

14 ¡Gracias sean dadas a Dios, que nos lleva siempre en su triunfo, en Cristo, y por nuestro medio difunde en todas partes el olor de su conocimiento! 15 Pues nosotros somos para Dios el buen olor de Cristo entre los que se salvan y entre los que se pierden:

Ø  16 para los unos, olor que de la muerte lleva a la muerte;

Ø  para los otros, olor que de la vida lleva a la vida.

II. La capacidad de Pablo como emisario: 2,16b-4,6

El origen de la capacidad de Pablo: 2,16b – 3,6

Y ¿quién es capaz para esto? 17 Ciertamente no somos nosotros como la mayoría que negocian con la Palabra de Dios. ¡No!, antes bien, con sinceridad  y como de parte de Dios y delante de Dios hablamos en Cristo.

Cap.3,1 ¿Comenzamos de nuevo a recomendarnos? ¿O es que, como algunos, necesitamos presentaros cartas de recomendación  o pedíroslas?

Ø  2 Vosotros sois nuestra carta, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres.

Ø  3 Evidentemente sois una carta de Cristo, redactada por ministerio nuestro, escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne, en los corazones.

4 Esta es la confianza que tenemos delante de Dios por Cristo. 5 No que por nosotros mismos seamos capaces de atribuirnos cosa alguna, como propia nuestra, sino que nuestra capacidad  viene de Dios, 6 el cual nos capacitó para ser ministros de una nueva Alianza, no de la letra, sino del Espíritu. Pues la letra  mata mas el Espíritu da vida.

El esplendor del servicio del evangelio frente al de la ley: 3,7-18

7 Que si el ministerio de la muerte, grabado con letras sobre tablas de piedra, resultó glorioso hasta el punto de no poder los hijos de Israel fijar su vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, aunque pasajera, 8 ¡cuánto más glorioso no será el ministerio del Espíritu! 9 Efectivamente, si el ministerio de la condenación fue glorioso, con mucha más razón lo será el ministerio de la justicia.

10 Pues en este aspecto, no era gloria aquella glorificación en comparación de esta gloria sobreeminente. 11 Porque si aquello, que era pasajero, fue glorioso, ¡cuánto más glorioso será lo permanente!

12 Teniendo, pues, esta esperanza, hablamos con toda valentía,

Ø  13 y no como Moisés, que se ponía un velo sobre su rostro para impedir que los israelitas vieran el fin de lo que era pasajero…

14 Pero se embotaron sus inteligencias. En efecto,

Ø  hasta el día de hoy perdura ese mismo velo en la lectura del Antiguo Testamento. El velo no se ha levantado, pues sólo en Cristo desaparece.

Ø  15 Hasta el día de hoy, siempre que se lee a Moisés, un velo está puesto sobre sus corazones. 16 Y cuando se convierte al Señor, se arranca el velo.

17 Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad. 18 Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos: así es como actúa el Señor, que es Espíritu.

El comportamiento misional de Pablo: 4,1-6

Cap.4,1 Por esto, misericordiosamente investidos de este ministerio, no desfallecemos. 2 Antes bien, hemos repudiado el silencio vergonzoso no procediendo con astucia, ni falseando la Palabra de Dios; al contrario, mediante la manifestación de la verdad nos recomendamos a nosotros mismos a toda conciencia humana delante de Dios. 3 Y si todavía nuestro Evangelio está velado,

Ø  lo está para los que se pierden,

Ø  4 para los incrédulos, cuyo entendimiento cegó el dios de este mundo para impedir que vean brillar el resplandor del Evangelio de la gloria de Cristo, que es imagen de Dios.

5 No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús. 6 Pues el mismo Dios que dijo: De las tinieblas brille la luz, ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para irradiar el conocimiento de la gloria de Dios que está en la faz de Cristo.

III. El sentido de la debilidad de Pablo: 4,7 – 5,10

La debilidad y la potencia: 4,7.15

7 Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro para que aparezca que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros.

Ø  8 Atribulados en todo, mas no aplastados; perplejos, mas no desesperados;

Ø  9 perseguidos, mas no abandonados; derribados, mas no aniquilados.

10 Llevamos siempre en nuestros cuerpos por todas partes el morir de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.

Ø  11 Pues, aunque vivimos, nos vemos continuamente entregados a la muerte por causa de Jesús, a fin de que también la  vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.

Ø  12 De modo que la muerte actúa en nosotros, mas en vosotros la vida.

13 Pero teniendo aquel espíritu de fe conforme a lo que está escrito: Creí, por eso hablé, también nosotros creemos, y por eso hablamos, 14 sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús, también nos resucitará con Jesús y nos presentará ante él juntamente con vosotros. 15 Y todo esto, para vuestro bien a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios.

La esperanza de Pablo: 4,16 – 5,10

16 Por eso no desfallecemos. Aun cuando nuestro hombre exterior se va desmoronando, el hombre interior se va renovando de día en día. 17 En efecto, la leve tribulación de un momento nos produce, sobre toda medida, un pesado caudal de gloria eterna, 18 a cuantos no ponemos nuestros ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles; pues las cosas visibles son pasajeras, mas las invisibles son eternas.

Ø  Cap.5,1 Porque sabemos que si esta tienda, que es nuestra morada terrestre, se desmorona, tenemos un edificio que es de Dios: una morada eterna, no hecha por mano humana, que está en los cielos. 2 Y así gemimos en este estado, deseando ardientemente ser revestidos de nuestra habitación celeste, 3 si es que nos encontramos vestidos, y no desnudos.

Ø  4 ¡Sí!, los que estamos en esta tienda gemimos abrumados. No es que queramos ser devestidos, sino más bien sobrevestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. 5 Y el que nos ha destinado a eso es Dios, el cual nos ha dado en arras el Espíritu.

Ø  6 Así pues, siempre llenos de buen ánimo, sabiendo que, mientras habitamos en el cuerpo, vivimos lejos del Señor, 7 pues caminamos en la fe y no en la visión…

8 Estamos, pues, llenos de buen ánimo y preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor. 9 Por eso, bien en nuestro cuerpo, bien fuera de él, nos afanamos por agradarle. 10 Porque es necesario que todos nosotros seamos puestos al descubierto ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba conforme a lo que hizo durante su vida mortal, el bien o el mal.

IV. El servicio de Pablo a la comunidad: 5,11 – 6,10

Sentido de la presente apología: 5,11-13

11 Por tanto, conociendo el temor del Señor, tratamos de persuadir a los hombres, pues ante Dios estamos al descubierto, como espero que ante vuestras conciencias también estemos al descubierto. 12 No volvemos a recomendarnos ante vosotros; solamente queremos daros ocasión para gloriaros de nosotros y así tengáis  cómo responder a los que se glorían de lo exterior, y no de lo que está en el corazón. 13 En efecto, si hemos perdido el juicio, ha sido por Dios; y si somos sensatos, lo es por vosotros.

Pablo como legado de Cristo para la comunidad: 5,14 – 6,2

14 Porque el amor de Cristo nos apremia al pensar que, si uno murió por todos, todos por tanto murieron. 15 Y murió por todos, para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. 16 Así que, en adelante, ya no conocemos a nadie según la carne. Y si conocimos a Cristo según la carne, ya no le  conocemos así. 17 Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo. 18 Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación.

Ø  19 Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación.

Ø  20 Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos con Dios!

Ø  21 A quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en él.

Cap.6, 1 Y como cooperadores suyos que somos, os exhortamos a que no recibáis en vano la gracia de Dios. 2 Pues dice él:

En el tiempo favorable te escuché y en el día de salvación te ayudé.

Mirad ahora el momento favorable; mirad ahora el día de salvación.

La conducta irreprochable de Pablo: 6,3-10

3 A nadie damos ocasión alguna de tropiezo, para que no se haga mofa del ministerio, 4 antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios: con mucha constancia

Ø  en tribulaciones, necesidades, angustias;

Ø  5 en azotes, cárceles, sediciones; en fatigas, desvelos, ayunos;

Ø  6 en pureza, ciencia, paciencia, bondad; en el Espíritu Santo, en caridad sincera,

Ø  7 en la palabra de verdad, en el poder de Dios; mediante las armas de la justicia: las de la derecha y las de la izquierda;

Ø  8 en gloria e ignominia, en calumnia y en buena fama; tenidos por impostores, siendo veraces;

Ø  9 como desconocidos, aunque bien conocidos; como quienes están a la muerte, pero vivos; como castigados, aunque no  condenados a muerte;

Ø  10 como tristes, pero siempre alegres; como pobres, aunque enriquecemos a muchos; como quienes nada tienen, aunque  todo lo poseemos.

Exhortación conclusiva: 6,11 – 7,4

11 ¡Corintios!, os hemos hablado con toda franqueza; nuestro corazón se ha abierto de par en par. 12 No está cerrado nuestro corazón para vosotros; los vuestros sí que lo están para nosotros. 13 Correspondednos; os hablo como a hijos; abríos también vosotros.

14 ¡No unciros en yugo desigual con los infieles! Pues ¿qué relación hay entre la justicia y la iniquidad? ¿Qué unión entre la luz y las tinieblas? 15 ¿Qué armonía entre Cristo y Beliar? ¿Qué participación entre el fiel y el infiel? 16 ¿Qué conformidad entre el santuario de Dios y el de los ídolos? Porque nosotros somos santuario de Dios vivo, como dijo Dios: Habitaré en medio de ellos y andaré entre ellos; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. 17 Por tanto, salid de entre ellos y apartaos, dice el Señor. No toquéis cosa impura, y yo os acogeré. 18 Yo seré para vosotros padre, y vosotros seréis para mí hijos e hijas, dice el Señor todopoderoso.

Cap.7 1 Teniendo, pues, estas promesas, queridos míos, purifiquémonos de toda mancha de la carne y del espíritu, consumando la santificación en el temor de Dios. (Añadidura posterior)

2 Dadnos lugar en vuestros corazones. A nadie hemos ofendido; a nadie hemos arruinado; a nadie hemos explotado. 3 No os digo esto con ánimo de condenaros. Pues acabo de deciros que en vida y muerte estáis unidos en mi corazón. 4 Tengo plena confianza en hablaros; estoy muy orgulloso de vosotros. Estoy lleno de consuelo y sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones.

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