El “camino” neo-catecumenal

Acaban de ser aprobados definitivamente los Estatutos del Camino Neo-catecumenal. La gran comunidad de neo-catecumenales es reconocida como un gran regalo para la Iglesia y en cuanto tal se pide que se le haga espacio, sea acogida, se le permita desplegar sus capacidades carismáticas.

En el camino neocatecumenal valoro algunos aspectos que me parecen extraordinarios y al mismo tiempo modélicos para la Iglesia en este momento:

  •  Es un movimiento centrado en la Palabra de Dios, en toda ella sin omitir nada. Todo un icono de ello es la figura de Kiko a quien he encontrado en algún aeropuerto, que lleva siempre entre sus manos el Libro Sagrado. Todos los libros de la Escritura son leídos, escudriñados, meditados: desde el Génesis hasta el Apocalipsis, desde los libros históricos hasta las cartas de san Pablo. No hay libro de la Biblia que se escape de su atención. La Palabra de Dios es acogida sin reservas, con pasión, con obediencia absoluta. Por ello, las comunidades neocatecumenales rezuman “Palabra de Dios” en sus cantos, en sus celebraciones, en sus testimonios y predicaciones.
  • Es un movimiento que toma muy en serio el proceso de la re-iniciación cristiana: por eso, allí donde ha habido bautismo sin iniciación, allí donde la evangelización ha sido insuficiente, allí encuentran su razón de ser. Es un movimiento que quiere colaborar en la regeneración del cristianismo desde su misma raíz. El catecumenado es el punto de partida de la emergencia de aquello que podemos llamar “alternativa cristiana” como forma de vida, de actuación, de misión. Las comunidades neo-catecumenales y las personas que las forman están todas ellas en camino, en peregrinación. Tienen marcadas unas metas; saben hacia dónde se encaminan.
  • Es un movimiento radical, que se toma la vida y la fe muy en serio: a la formación continuada en “lo esencial” añaden la mejora de la práctica moral continuada y la misión como anuncio de Jesucristo. Marcados totalmente por la misión, intentan anunciar “oportuna e inoportunamente” a Jesucristo. Quieren hacerlo con pobreza de medios, con las armas del Evangelio, sin alardear de sabiduría humana. No se detienen en aspectos secundarios de la fe. Tampoco dedican excesivo tiempo a “los preámbulos”. Muestran urgencia evangelizadora y enseguida “van al grano”.
  • Es un movimiento profundamente sacramental, aunque poco liturgista y elitista. Sus celebraciones, cantos, proclamaciones, símbolos muestran un admirable carácter popular, sencillo. La inspiración acontece dentro de la normalidad, de la vida de fe. La celebración de la Pascua es el quicio de todo el año litúrgico que viven con intensidad, como pueblo de Dios, judeo-cristiano, integrador de la primera y la definitiva Alianza.
  • Es un movimiento obediente, pero desde la paciencia y la fe en su propio carisma. No renuncia fácilmente a sus convicciones fundamentales. Sabe esperar hasta ser aceptado. Sabe obedecer y someterse. Pero está convencido, muy convencido del don recibido del Espíritu y quiere responder siempre a él.

Todo carisma colectivo, comunitario, tiene sus contornos, sus límites, sus deficiencias. Todo carisma colectivo está siempre expuesto al influjo de los pecados personales y grupales. De seguro que las personas que pertenecen a las comunidades neo-catecumenales serán las primeras que perciban sus defectos y la necesidad de una reforma interior permanente. No quiero ser yo “el acusador de mis hermanas y hermanos neocatecumenales”. Tampoco me gusta que acusen “desde fuera” a mi Instituto de Misioneros Claretianos, o desde otra confesión cristiana a mi Iglesia.

La eclesiología de comunión me lleva a:

  • acoger a miles y miles de hermanas y de hermanos que comparten en la Iglesia un carisma tan interesante, tan bello, tan dinámico;
  • animarles a dejarse llevar por el Espíritu y eliminar cualquier espíritu malo que pueda crear ambientes enrarecidos, predominios de unos sobre otros;
  • decirles que lo importante no es solo la misión, sino también la visión: una misión ciega puede ser llevada adelante con fanatismo; la misión que responde a la visión de lo que acontece en nuestro planeta y de aquello que el Espíritu está haciendo más allá de nosotros, nos ayudará a configurarla de una manera humilde, atenta, dialogante.

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