LAS APARICIONES DE FÁTIMA DESDE LA PERSPECTIVA DE LA PNEUMATOLOGÍA MARIOLÓGICA

EL 22 de junio de 2017, con motivo de la celebración del centenario de las apariciones de la Virgen de Fátima pronuncié en Fátima la siguiente conferencia, cuyo texto aquí presento ocho años después.

Esta tarde presento una lectura del fenómeno de “Fátima”, tal vez no muy común, la lectura pneumatológica. Preguntémonos por el papel del Espíritu Santo en las apariciones o Mariofanías que tuvieron lugar aquí hace 100 años. Y comenzaré con tres preguntas:

  • ¿Por qué la Iglesia de Occidente -e incluso la teología- se olvidan tan a menudo del Espíritu Santo? ¿Por qué lo convierten más en un asistente que en un protagonista?
  • ¿Por qué el Espíritu no aparece en las apariciones de Fátima?
  • ¿Qué significado teológico y espiritual puede tener la recuperación de la pneumatología en la interpretación de Fátima?

I. Olvido y recuperación de la Pneumatología

El Espíritu Santo siempre ha sido la persona más difícil de describir de la Santísima Trinidad. Jesús mismo lo reconoció: «el Espíritu sopla donde quiere» (Jn 3, 8). Nadie puede controlarlo. Pero en el símbolo del Credo confesamos nuestra correcta fe en el Espíritu: 

“Creo en el Espíritu Santo, el Señor que da vida, que procede del Padre y del Hijo, y con el Padre y el Hijo es adorado y glorificado, el que habló por medio de los profetas”.

También confesamos la “perichoresis”, es decir, que las personas divinas son relaciones subsistentes, danza trinitaria, relación eterna y reciprocidad. Por lo tanto, el Espíritu no es simplemente un asistente, sino también un protagonista, como lo fue el Hijo de Dios o Dios Creador. Estamos en el tiempo de la “misión del Espíritu Santo”: Jesús y Dios Padre nos han enviado al Espíritu. Por eso, nos preguntamos: ¿Cómo identificar la presencia del Espíritu en las apariciones de Fátima, -del Ángel y de Nuestra Señora-?

el gran teólogo ortodoxo Oliver Clement decía que cuando la Iglesia tiene miedo del Espíritu y lo olvida, vuelve al cenáculo del ritualismo (en la Iglesia de Oriente) y del juridicismo (en la Iglesia de Occidente). Pero ninguna de las iglesias ha sido capaz de detener los vientos impetuosos del Espíritu que sopla, a veces polemizando con él, a veces trayendo consigo una gran exigencia de vida creativa, de justicia, de comunicación y de belleza[i].

En ciertos momentos de su historia, la Iglesia recupera el dinamismo profético que genera espiritualidad, visión y misión capaces de fructificar la cultura[ii].

El gran teólogo Karl Barth: poco antes de morir (1968) confesó que si tuviera que reiniciar su monumental “Dogmática” tomaría como punto de partida la Pneumatología. El santo Pablo VI pidió a los teólogos que desarrollaran una teología del Espíritu como complemento indispensable de las enseñanzas del Concilio[iii]; una de las respuestas fue la Pneumatología de Yves Congar[iv]. En mi opinión, la exhortación apostólica del Papa Francisco “Evangelii Gaudium” es una auténtica pneumatología misionera[v].

Para la Iglesia Ortodoxa, el único propósito de la vida cristiana es la adquisición del Espíritu Santo (Serafín de Sarov). La pneumatización del corazón: es la capacidad de sentir a Dios en todo y más allá de todas las cosas.

Tanto en el protestantismo como en el catolicismo, la doctrina del Espíritu Santo se reducía a lo “privado”, a la interioridad. Hoy descubrimos la “Pneumatología Política”[vi], inspirada en la apocalíptica cristiana. Allí el Espíritu tiene el gran protagonismo: escribe a las Iglesias, hace posible la victoria del Cordero en la naturaleza y en la historia. Se enfrenta a los espíritus malignos que bestializan la tierra.

El Espíritu, Señor y Dador de vida, cumple su misión con la complicidad de la Iglesia, Esposa del Cordero. De la misión del Espíritu nace la Iglesia; la misión del Espíritu es la madre de la Iglesia[vii].

También estamos en necesidad en este momento de elaboración de una Pneumatología Mariológica[viii].

II. Silencio sorprendente: ¿El Espíritu Santo en las apariciones de Fátima?

Es sorprendente notar que en los relatos de las apariciones de Fátima – interrogatorios, Memorias – poco se dice sobre el Espíritu Santo. En algunos textos aparecen referencias al Espíritu.

1. Antes y en la angelofanía

a) Antes de Angelofania

Sor Lucía comunicó –en la segunda memoria– la fuerza que recibió de un sacerdote con el que hizo su primera confesión:

“Ahora voy a descubrir el secreto de mi primera confesión. El buen sacerdote, después de escucharme, me dijo estas breves palabras: “Hija mía, tu alma es el templo del Espíritu Santo. Guárdala para siempre pura, para que Él pueda continuar Su acción divina en ella. Al oír estas palabras, me sentí lleno de respeto por mi ser interior y le pregunté al buen confesor cómo debía hacerlo. De rodillas, allí, a los pies de Nuestra Señora, pídele con gran confianza que cuide de tu corazón, que te prepare para recibir dignamente a tu amado Hijo mañana y que lo guardes solo para Él”.[ix]

Esto sucedió en 1913, cuando Lucía tenía solo 8 años. En esa ocasión Lucía sintió que la imagen de Nuestra Señora del Rosario le sonreía. En ese momento, Lucía se dio cuenta de la presencia del Espíritu Santo en ella y de la necesidad de dejarlo obrar en su alma.

b) En las tres Angelofanías

El Ángel también pidió a los videntes que invocaran al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo tres veces con las siguientes palabras:

“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Te adoro profundamente y te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y divinidad de Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencia con que Él mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón y del Corazón de María, Te pido la conversión de los pecadores”.[x]

El Espíritu Santo está presente en la oración, pero no se le atribuye ninguna función ni protagonismo, como se atribuye a los Corazones de Jesús y María.

2. Las referencias al Espíritu Santo en las Memorias de Sor Lucia

Sor Lucía afirma que escribe sus memorias con la ayuda del Espíritu Santo, quien le inspira lo que debe escribir; y que deja de hacerlo cuando se da cuenta de que está motivada por su imaginación o entendimiento.

“Tengo que dar gracias a Dios por la asistencia del Divino Espíritu Santo que siento que me sugiere lo que debo escribir o decir. Si, a veces, mi propia imaginación o entendimiento me sugiere algo, inmediatamente siento que falta la unción divina y la suspendo hasta que sepa, en lo más profundo de mi alma, lo que Dios quiere decir en su lugar”. [xi]

También afirma que si escribió sobre el purgatorio, lo hizo en obediencia a los movimientos internos del Espíritu Santo y a aquellos que le ordenaban en su nombre:

 “Del purgatorio, en este sentido, no tengo el menor temor. Siempre obedecí. Y la obediencia no tiene pena ni castigo. Primero, obedecí los movimientos internos del Espíritu Santo; luego por mandato de los que me hablaron en su nombre”.[xii]

Lucía se siente movida por el Espíritu. El Espíritu Santo se convierte en el protagonista del humilde colaborador del Espíritu.

En otra ocasión, hablando con el P. Fontes: afirma que el Rosario y la devoción al Inmaculado Corazón de María son los últimos recursos de Dios para salvar al mundo; y Sor Lucía añadió que rechazarlas sería un pecado contra el Espíritu Santo, un rechazo consciente y consentido de la salvación ofrecida[xiii]

3. La visión de Tui -el 13 de junio de 1929-.

La visión dada a Sor Lucía en la tarde del 13 de junio de 1929, en la capilla de Tui, tiene símbolos del Espíritu en el contexto de una gran revelación del misterio trinitario. El elemento pneumatológico se revela en la “paloma de luz” en el pecho del hombre con medio cuerpo luminoso[xiv]; pero probablemente también en todo el dinamismo luminoso de la escena, en el agua cristalina que escribe: “Gracia y Misericordia” e incluso en las palabras misteriosas del Corazón de María para consagrar Rusia al Inmaculado Corazón de María[xv].

En conclusión: las referencias al Espíritu Santo pertenecen sobre todo a la experiencia personal de Lucía en su primera comunión, en la elaboración de sus Memorias y, finalmente, en el simbolismo de la última visión de Tui, la síntesis de todas las apariciones.

III. LAS APARICIONES REINTERPRETADAS

1. La Congregación para la Doctrina de la Fe

En la nota escrita por la Congregación para la Doctrina de la Fe y firmada por Joseph Ratzinger, con motivo de la publicación de la tercera parte del Secreto de Fátima, las apariciones se presentan como revelaciones privadas, reconocidas por la Iglesia; no como revelaciones públicas y normativas[xvi].

Sin embargo, la revelación pública, que no necesita ser completada, necesita ser recibida y asumida progresivamente bajo la acción del Espíritu Santo[xvii]. Es él quien da aliento y profundidad a la fe cristiana, quien nos guía a “descubrir” las riquezas contenidas en Cristo. El Papa Gregorio Magno dijo que las Sagradas Escrituras crecen con cada uno que las lee[xviii].

En esta perspectiva, hay que decir que la revelación privada de Fátima -reconocida como auténtica por la Iglesia- tiene lugar bajo la acción del Espíritu Santo, que nos permite descubrir las riquezas de la revelación en Cristo Jesús[xix]. San Pablo nos invita a no apagar el Espíritu, ni a despreciar las profecías; gustar de todo esto y guardar lo que es bueno (1 Tes 5:19-21).[xx]

2. Las apariciones del Ángel: pneumatología angelo-mórfica

Según algunos Padres de la Iglesia, como Clemente de Alejandría[xxi], la referencia a los ángeles era la forma apocalíptica de hablar del Espíritu Santo. Presentaron esta tríada: “Padre – Hijo – y santos ángeles”.[xxii] Esos escritores cristianos, según Jean Daniélou, retomaron la angeología del judaísmo tardío para hablar de Cristo y del Espíritu Santo y representarlo no sólo en su misión, sino también en su naturaleza eterna[xxiii]. Daniélou añadió el término “angelomórfico” como adjetivo de la pneumatología o tratado sobre el Espíritu Santo. Según Daniélou, estos autores utilizaron imágenes angélicas en el discurso cristiano primitivo sobre el Espíritu Santo[xxiv].

Es interesante notar que en la Plegaria Eucarística I, propia de la Iglesia Romana, en lugar de la segunda epíclesis dice:

“Te suplicamos humildemente, Dios Todopoderoso, que esta ofrenda nuestra sea presentada por Tu santo Ángel en el altar celestial, ante Tu divina majestad…”

¿Sucedería lo mismo en Fátima? ¿Habría que contemplar, detrás de la figura del Ángel, el símbolo del Espíritu Santo?

Si resumimos los mensajes del Ángel en sus tres apariciones a los pastorcitos, encontramos que:

  • defiende la Alianza de Dios con los seres humanos: lamenta la ruptura de la Alianza por parte de la humanidad: Dios se ofende, los pecadores no creen, no adoran, no esperan, no aman a Dios; se cometen crímenes horribles, la humanidad está en guerra; se cometen sacrilegios contra Jesús en la Eucaristía – el gran sacramento de la Alianza en Cuerpo y Sangre – los creyentes son indiferentes e ingratos;
  • los tres videntes son para el Ángel como el símbolo de la humanidad que restablece la Alianza de Amor con Dios: lo harán a través de la reparación, la mortificación, el deseo de consolar a Dios, las oraciones y sacrificios, la adoración y la comunión eucarística – del Cuerpo y de la Sangre –. El resultado de todo esto será la Paz.
  • El Ángel coloca ante los tres videntes tres grandes símbolos: los Corazones de Jesús y María, el Cuerpo y la Sangre de Jesús y la Misericordia, que evocan la profecía de Ezequiel:

 “Te daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo en ti; Sacaré de tu pecho el corazón de piedra y te daré un corazón de carne. Pondré mi espíritu dentro de ti, haciendo que obedezcas mis leyes, las sigas y observes mis preceptos. Habitarás en la tierra que ofrecí a tus padres; vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios» (Ez 36, 26-28).

Y también evocan la profecía de Jeremías sobre el Nuevo Pacto:

 “Vendrán días en que haré un nuevo pacto con las casas de Israel y de Judá. Será diferente de la que celebré con vuestros padres el día que los tomé de la mano para sacarlos de Egipto, pacto que rompieron a pesar de que yo era su marido… Le inculcaré mi Ley; Lo grabaré en tu corazón. Yo seré su Dios, e Israel será mi pueblo” (Jer 31:31-33).

El Espíritu de la nueva y definitiva Alianza será el gran actor de esta conversión del pueblo a la Alianza, establecida irreversiblemente en el corazón de Cristo Jesús y en el corazón de María y expresada sacramentalmente, para siempre, en la Eucaristía.

Aquí podríamos decir – como primera conclusión – que el Espíritu Santo habló a los videntes “a través de un ángel”. ¡Quizás podamos decir lo mismo de Jesús, consolado en Getsemaní por un ángel!

3. Las Apariciones de Nuestra Señora de Fátima: la pneumatología apocalíptico-mariológica

Fátima puede ser releída como una pneumato-fanía a través de un simbolismo completo: el ángel, la Señora del Cielo, la Virgen del Rosario, el niño Jesús, María, San José

a)    El Espíritu en el Apocalipsis: Missio Spiritus

 Jesús prometió a sus discípulos que los visitaría en la persona del Espíritu (Jn 14:15-18). Y así se cumple en el Libro del Apocalipsis, donde el Espíritu tiene un papel muy significativo al principio y al final del Libro, como el Espíritu de la Trinidad[xxv]. Es el “espíritu de vida (πνεῦμα ζωῆς ἐκ τοῦ θεοῦ)” (Apc 11:11) es vida y da vida. Jesús habla a su Iglesia a través del Espíritu y de sus profetas[xxvi]: cada uno de los mensajes a las iglesias incluye la frase:

“El que tenga oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.[xxvii]

El Espíritu proclama las promesas de Dios; se opone a los espíritus demoníacos que engañan a los reyes de la tierra (Apc 16:13, 14). 

b)   La “missio Spiritus” y las apariciones de Nuestra Señora de Fátima

El fenómeno carismático de las Apariciones de Nuestra Señora de Fátima hay que atribuirlo a la “Missio Spiritus”: Aquel que aún no está sentado en el trono – según el Apocalipsis –. La función del Espíritu en la economía de la salvación no es sentarse en el trono, sino estar presente en el mundo y acompañar a la Iglesia. Es “los siete espíritus de Dios enviados a toda la tierra” (Apc 5:6); se presenta ante Dios para obedecer sus mandamientos (Apc 1:4).

El tercer artículo del Credo (tanto en la versión apostólica como en la versión nicena constantinopolitana)[xxviii] está dedicado al Espíritu Santo. Nos habla de “Dios en salida: del Espíritu Santo como poder por el cual el Señor glorificado sigue estando presente en la historia del mundo como comienzo de una nueva historia y de un mundo nuevo”. [xxix] ¡Y esto es lo que sucede en Fátima! En la oración colecta del Día del Corazón de María rezamos de la siguiente manera:       

“Señor nuestro Dios, que has preparado en el corazón de la Virgen María una digna morada del Espíritu Santo, transfórmanos, por su intercesión, en templos de tu gloria”. (Colecta de la Eucaristía de la Fiesta del Corazón de María)elemento.

Según esta oración colectiva, el Corazón de la Virgen María es el lugar de encuentro de los creyentes con el Espíritu Santo, con el Espíritu de la nueva y definitiva Alianza.

Como en las Apariciones del Ángel, la señora que aparece lamenta la ruptura de la Alianza. Pero ahora hay un cambio interesante: el que se ofende y se ultraja es el Corazón de María. Por eso está triste. Este corazón está implícito en la Alianza de Amor. Los pecadores son responsables de la guerra: no conocen, no aman, ofenden y ultrajan al Inmaculado Corazón.  A los cristianos se les pide que se victimicen, que reparen, que recen por la conversión de los pecadores, por la paz y el fin de la guerra. La Señora les pide que hagan sacrificios de reparación a Dios y a Su Sagrado Corazón; que acepten los sufrimientos, que hagan sacrificios, que reciban la comunión de reparación.

El Corazón de María quiere establecer su devoción en el mundo, para que sea conocida y amada. Y promete la paz y que, por fin, su corazón triunfará. En la visión de Tui esto se expresa a través de la frase escrita por el agua cristalina “Gracia y misericordia”.

El mensaje de las apariciones de la Señora tiene que ver con la restauración de la Alianza entre Dios y la humanidad. El Corazón de María, siempre unido al Corazón de Jesús, asume un gran papel de mediación para atraer a la humanidad al encuentro con Dios. La paz, Shalom, será el gran efecto que producirá esta restauración. Hay ciertas cláusulas del pacto que deben cumplirse: la vida de oración, sacrificio y misericordia.  

c) Las apariciones como acontecimiento apocalíptico

No se puede negar que las apariciones de Nuestra Señora a los tres pastorcitos y luego a Lucía, tienen un carácter apocalíptico en el sentido propio, y que sus relatos forman parte de la literatura apocalíptica. En el esquema apocalíptico todo está armonizado, todo tiene sentido: 1) los símbolos que constituyen las apariciones son todos ellos mismos de lo apocalíptico[xxx]. 2) La comprensión de la historia como una lucha entre el bien y el mal, el pecado y la misericordia[xxxi]. La comunidad eclesial se convierte así, como en todo auténtico acontecimiento apocalíptico, en una comunidad de culto, contemplativa, penitente y reparadora. 3) El protagonista de las apariciones recae en personajes femeninos[xxxii]. 4) El simbolismo de “Rusia” está indudablemente relacionado con los símbolos del mal, de la ciudad secularizada, propios de lo apocalíptico[xxxiii]; 5) El secreto[xxxiv].

La lectura apocalíptica de las apariciones de Fátima y de sus elementos constitutivos nos lleva, por tanto, a afirmar que toda visión apocalíptica conduce a la Buena Nueva de la presencia de la Misericordia. Fátima es la concreción de esa Misericordia que es el Reino de Dios: “Arrepentíos, porque la Misericordia de Dios está cerca” (cf. Mc 1, 15). En un tiempo de tribulación para el mundo, en esta gran encrucijada de nuestro tiempo, la Gracia se presenta en forma de un corazón inmaculado y femenino, y llama no a la lucha violenta, sino a la no violencia, a la contemplación, a la solidaridad en el amor, a la paz. El hecho de que María llegue a afirmar que al final su “Corazón triunfará” sería malinterpretado si significara ir más allá de Dios. La verdad es que al final solo Dios triunfará y solo para Él será la Gloria. Sus palabras adquieren sentido sólo cuando el Corazón de María es entendido como símbolo y sacramento del Inmaculado Corazón de Dios.

3. Recapitulación

Fátima es una de las misiones del Espíritu en nuestro tiempo. El teólogo ortodoxo ruso V. Iljin escribió a este respecto: “En el tiempo señalado por el poder del Padre, la madre de Dios, por el poder del Espíritu Santo que mora en ella, manifestará la plenitud de los elegidos”.[xxxv] Ya en 1960, el entonces Cardenal Patriarca de Lisboa, D. Manuel Gonçalves Cerejeira, se pronunciaba en estos términos: “En esta hora apocalíptica, tienes la medicina en tus manos”. El Espíritu del Padre y Jesús actuaron en Fátima como actor principal. Se manifestó a través del Ángel y a través de la Señora y habló a través de ellos. Por lo tanto, una interpretación pneumatológica de las apariciones de Fátima es legítima[xxxvi].

Conclusión

La marginación de la pneumatología ha sido diez veces equilibrada en el sistema teológico y en la mariología[xxxvii]: la consideración del Espíritu como “protagonista”, y no sólo como mero asistente, nos lleva a la verdad completa de la teología, al auténtico “haced esto en memoria mía”, para saber quién fue Jesús para la historia humana, quién fue María y quién sigue siendo en la vida de la Iglesia.

En los últimos tiempos, diferentes autores han rediseñado tratados de pneumatología, en los que María aparece como modelo del ser humano que vive por el Espíritu y en el Espíritu ed y Madre por la fuerza del Espíritu Santo. María es considerada la sierva e instrumento del Espíritu[xxxviii]; varias Sociedades Mariológicas han dedicado su trabajo al estudio de la relación entre el Espíritu Santo y María[xxxix].

Estamos superando la fase del cristomonismo. A lo largo de la historia de la Iglesia, el fenómeno mariano debe encontrar su propio significado para ser como “fanerosis” o manifestación del Espíritu[xl]. Y, antes que nada, los dogmas marianos tienen sentido si se interpretan en clave pneumatológica.

Fátima nos invita a sentirnos no protagonistas de la misión, sino cómplices de la misión del Espíritu Santo. Esto no es posible sin recuperar una fuerte espiritualidad neumática-céntrica, holística y ecológica. Cuando todo se contempla desde la perspectiva del Espíritu, la realidad se vuelve al mismo tiempo dramática y esperanzadora, como el Apocalipsis. Descubrimos con todas nuestras fuerzas al Maligno y a sus espíritus malignos, pero también al Espíritu Conquistador del Padre, del Hijo y de María. La comunión con el Espíritu ofrece a la Iglesia la garantía y la energía necesaria para no desfallecer y anunciar siempre como buena noticia la salvación que viene de Dios.

Nuestra Señora de Fátima es, en última instancia, una manifestación particular del Espíritu Santo en uno de los siglos más sangrientos y dramáticos de la historia de la humanidad. A través del Ángel y de la Señora que se aparece, el Espíritu Santo no ha querido ganarnos para su causa, sino que nos atrae, nos seduce y al mismo tiempo nos involucra en una lucha, como sus colaboradores. El Espíritu es el Señor y dador de vida. A esto nos llama: que tengamos vida en abundancia y la ofrezcamos a los demás. Y que el Espíritu Santo se manifieste en lo femenino, en María, la esposa de José, la madre del niño Jesús, es una manera de decirnos que la Iglesia es madre, es mujer, es mujer, y debe encontrar la manera de lograrlo.


[i] Olivier Clément, O.C. Pág. 47.

[ii] Olivier Clément, O.C., Pág. 48.

[iii] Audiencia general del 6 de junio de 1973: Documentation Catholique, n. 1635 (1973), p. 601.

[iv] Cf. Kilian Macdonell, La doctrina determinante del Espíritu Santo, en “Teología Hoy” 39 (1982) (pp. 142-161).

[v]  “Evangelizadores con espíritu significa evangelizadores que se abren sin miedo a la acción del Espíritu Santo, que infunde la fuerza para anunciar con audacia la novedad del Evangelio (parresía), en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente. (EG, 259).

[vi] John Howard Yoder, La política de Jesús. Vicit Agnus Noster, Eerdmans, Grand Rapids, 1994; Oliver O’Donovan, El Deseo de las Naciones – Redescubriendo las raíces de la Teología Política, Cambridge University Press, Cambridge 1996; F. Ghia, “In limine: percorsi di pneumatologia politica”, en “Politica e Religione” 2010/2011, (2011), p. 11-24; Sr. Nicoletti, Lo Spirito e il potere. Questioni di pneumatologia politica, Morcelliana, 2012.

[vii] Una visión holística del Espíritu no lo reduce a cuestiones espirituales, sino que lo contempla como implicado en un vigoroso compromiso social y transformador. Es lo que llamamos “pneumatología política”: “De nada sirven las propuestas místicas desprovistas de un vigoroso compromiso social y misionero, ni de discursos y acciones sociales y pastorales sin espiritualidad. … hay que rechazar la tentación de una espiritualidad íntima e individualista” (EG, 262); “Jesús quiere que su Iglesia toque la miseria humana, que entre en contacto con la existencia de los demás, que se sienta como un pueblo” “Donde parecía que todo había muerto, los brotes de la resurrección están apareciendo por todas partes. (EG, 276). La resurrección de Cristo introduce embriones de un nuevo mundo en todas partes. La persona en Misión “cree”, “confía en el Espíritu Santo” (EG, 279-280). El cuarto capítulo de la “Evangelii gaudium” habla de la dimensión social de la evangelización. Estamos ante un reflejo de la pneumatología político-práctica. Allí vemos que nuestra confesión de fe en la Santísima Trinidad nos lleva a reconocer la dignidad del ser humano, imagen y semejanza de Dios y con el que nuestro Dios ha establecido una alianza para siempre (EG: 177). Esta convicción tiene consecuencias: la evangelización está íntimamente ligada a la promoción humana, a la fraternidad, a la justicia, a la paz (EG. 178-181) y no a una mera “caridad a la carta”. Además, “la opción por los pobres es para nosotros una categoría teológica”: dejarse movilizar por el Espíritu “en la atención amorosa a los pobres” (EG. 199).

[viii] Cf. José Cristo Rey García Paredes, Propuesta de una mariología hoy, en: https://www.academia.edu/s/aaf525e077/propuesta-de-una-mariologia-hoy; cf. João Justino Medeiros Silva, Pneumatología y Mariología sin horizonte teológico latinoamericano, Pontificia Universitas Gregoriana, Roma, 2004.

[ix] Sor Lúcia, Segunda Memoria, I, 4.

[x] “Vemos al Ángel sosteniendo en su mano izquierda un Cáliz sobre el cual está suspendida una Hostia de la que caen unas gotas de Sangre en el Cáliz. El Ángel deja el Cáliz suspendido en el aire, se arrodilla a nuestro lado, y nos hace repetir tres veces: – Santísima Trinidad, Padre, Hijo, Espíritu Santo, (Te adoro profundamente y) Te ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en todos los Tabernáculos de la tierra, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo se siente ofendido. Y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pobres pecadores”: Segunda Memoria, II, 2.

[xi] Cuarta Memoria, Prefacio, 3. «… Tengo que dar gracias a Dios por la asistencia del Divino Espíritu Santo que siento sugiriendo lo que debo escribir o decir. Si, a veces, mi propia imaginación o entendimiento me sugiere algo, inmediatamente siento que falta la unción divina y la suspendo hasta que sepa, en lo más profundo de mi alma, lo que Dios quiere decir en su lugar”.

[xii] Cuarta Memoria, II. Historia de las Apariciones, Prefacio.

[xiii] Cit. J. M. Alonso, La vérité sur le Secret de Fatima, Tequi, París, 1979, p. 93.

[xiv] Sor Lucía también vio el cuerpo de otro hombre clavado en la cruz, y un poco más abajo de su cintura vio, suspendido en el aire, un cáliz y una gran hostia. Sobre ella cayeron unas gotas de sangre que salieron del rostro y de una herida en el pecho del Crucificado y que fluyeron hasta que finalmente cayó en el cáliz. Nuestra  Señora de Fátima también se le apareció, bajo el brazo derecho de la cruz, con su Inmaculado Corazón en la mano izquierda, sin espada ni rosas, pero con una corona de espinas y llamas.

[xv] Le pediste a Sor Lucía que enviara esta petición al Papa: consagrar Rusia a su Inmaculado Corazón, en unión con todos los obispos del mundo: “Para impedirlo, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora los primeros sábados. Si mis peticiones son escuchadas, Rusia se convertirá y habrá paz, si no, esparcirá sus errores por todo el mundo, promoviendo guerras y persecuciones de la Iglesia, los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas, y finalmente mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y se concederá al mundo un tiempo de paz (Memorias, Apéndice III).

[xvi] La revelación pública fue aquella en la que Dios, en su infinita bondad y sabiduría, decidió revelarse como lo mismo que la humanidad y de modo único y definitivo en Jesucristo —Dios verdadero hecho hombre verdadero, Palabra de Dios encarnado— en unión con el Espíritu Santo (cf. Hb 1, 3). Esta revelación se encuentra en la Antigüedad y en el Nuevo Testamento. A través de ella Dios se dirige a la mente y al corazón del ser humano; sale al encuentro de ser humano para vivificarlo. La revelación adquiere su punto culminante en la vida, muerte y resurrección de Jesús. En Jesús-Palabra Dios Padre nos dijo todo (CIC, 65).

[xvii] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 66. Esto es lo que Jesús dijo a sus discípulos: “muchas cosas tengo todas por deciros, pero no puedo tomarme el tiempo. Cuando venga al Espíritu de verdad, Él los guiará a la verdad completa (ὅταν δὲ ἔλθῃ ἐκεῖνος, τὸ πνεῦμα τῆς ἀληθείας, ὁδηγήσει ὑμᾶς ἐν τῇ ἀληθείᾳ πάσῃ). Porque no hablará por su propia autoridad. Él me glorificará; tomar de lo mío y os lo dirá (κεῖνος ἐμὲ δοξάσει, ὅτι ἐκ τοῦ ἐμοῦ λήμψεται καὶ ἀναγγελεῖ ὑμῖν)” (Jn 16:12-14).

[xviii] Cf. Catecismo, 94; Gregorio Magno, Homilía en Ezequiel I, 7, 8. El Concilio Vaticano II muestra tres modos esenciales en los que el Espíritu guía a la Iglesia y, por tanto, tres modos en los que la “Palabra crece”: la meditación y el estudio por parte del creyente, la comprensión profunda que brota de la experiencia espiritual y la predicación de quienes, sucediendo a los apóstoles, han recibido el episcopado y han recibido el carisma seguro de la fe (DV.  8)

[xix] Santa Hildegarda (1179), Santa Gertrudis (1301), Santa Brígida de Suecia (1373), Santa Catalina de Siena (1380), San Vicente Ferrer (1419), Santa Teresa de Ávila (1582), San Juan de la Cruz (1591), Santa Margarita María de Alacoque (1690). Las diversas apariciones de María son también revelaciones privadas: Guadalupe (1531), Rue du Bac (1830), La Salette (1846), Lourdes (1958), Pontmain (1871), Fátima (1917).

[xx] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 67.

[xxi] Clemente de Alejandría, Excerpta ex Theodoto, Eclogae propheticae, y Adumbrationes. En estas obras elabora una pneumatología angelomórfica, una peculiaridad suya.

[xxii] Georg Kretschmar estudió ampliamente este tema y se preguntaba cómo verían los primeros cristianos la relación entre los ángeles y el Espíritu Santo Cf. Georg Kretschmar, Die Geschichte des Christentums bis 250: Religion, Politik, Kultur, Herder, Friburgo – Basilea-Viena, 2003-205, p. 413.

[xxiii] Cf. Daniélou, “Trinité et angélologie dans la théologie judéo-chrétienne”, RSR 45 (1957): 5-41.

[xxiv] En el profetismo tardío, fuertemente configurado por lo apocalíptico, se hace referencia a los ángeles como representantes de Yahvé, como guías y centinelas del templo (Ez 40-48), como representantes de visiones simbólicas y mitológicas (Zac 1-6; Dan 2:27-30; 7-12). Los profetas son sólo receptores de revelación. Lo mismo ocurre en 1 Enoc 17-36; 92-82 e incapaces de descifrar por sí mismos el significado: “El ángel que me habló” (1:9, 14, 18; 2:3; 4:1, 5, 10; 6:4). Cf. Charles A. Gieschen subrayó la necesidad de estudiar el tema de la angelología en relación con la pneumatología primitiva: Gieschen, Cristología angelomórfica: antecedentes y evidencias tempranas (AGJU 42; Leiden: Brill, 1998), 6 ; Gedaliahu A. G. Stroumsa, “Le couple de l’ange et de l’Esprit: Traditions juives et chrétiennes”, RB 88 (1981): 42-61.

[xxv] Las tres personas de la Trinidad se mencionan varias veces en la visión del Trono: los siete espíritus de Dios (4:5), Dios (4:9), y Jesús se menciona bajo los símbolos del León y el Cordero (Apocalipsis 5:5, 6). “Gracia y paz a vosotros de parte del que es, del que era y del que viene, de los siete espíritus que están delante de su trono y de Jesucristo, testigo fiel, primogénito de entre los muertos y príncipe de los reyes de la tierra” (Ap 1:4, 5). “Yo, Jesús, he enviado a mi ángel para daros testimonio de estas cosas concernientes a las Iglesias. Yo soy la raíz y descendiente de David, la radiante estrella de la mañana. El Espíritu y el Spoa dicen: “¡Ven!” ¡El que tiene sed, ven! Declaro a todos los que oyen las palabras de la profecía de este libro: Si alguno recoge algo para ellos, Dios recogerá sobre él las plagas descritas en este libro” (Apocalipsis 22:16-18)

[xxvi] Ap 1:10; 4,2; 17,3; 19,10; 21,10

[xxvii] APC 2.7. 11. 17. 29; 3,6. 13. 22.

[xxviii] El credo de los Apóstoles: Creo en el Espíritu Santo (credo in Spiritum Sanctum): la Santa Iglesia Católica (sanctam Ecclesiam catholicam), la comunión de los santos, el perdonón de los pecados, la surrección de la carne y la vida eternal.” El Credo Niceno-Constantinopolitano: Creo en el Espíritu Santo (credo et in Spiritum Sacntum dominum et vivificantem), Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una simma adoración y gloria, y que habló por los profetas; en la Iglesia, que es una, santa católica y apostólica (et in unam sanctam,  catholicam et apostolicam Ecclesia); confieso (confiteor) que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados; Espero (espero) la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro”. Decidió, y con razón, que el Credo es un “Gloria al Padre, al Niño y al Espíritu Santo” explicado y extendido. El Credo surgió en un contexto bautismal: cuando se hizo la petición de creer en Dios, en el Espíritu Santo y en el Espíritu Santo. Contiene sólo tres artículos y no más. Todo lo que hemos explicado después de decidir “Creo en el Espíritu Santo” no pretende añadir nuevos artículos de fe, sino hacer explícito lo que implica el tercer artículo: la “missio Dei” en nuestro mundo a través del Espíritu.

[xxix] Joseph Ratzinger, Introducción al cristianismo: Conferencias sobre el Credo Apostólico, Herder, San Pablo, 1970, pp. 283-284.

[xxx] Ángel, demonios, infierno, cáliz, sangre, sol, luna y estrellas, fuego, mujer hermosa, ciudad malvada, hombres malvados, guerra, infierno El lenguaje  se refiere a los últimos tiempos, a lo definitivo, a la urgencia y seriedad del momento presente.

[xxxi] En esta lucha está la convicción de que sólo Dios y María pueden vencer al Maligno. Lo único que les queda a los hombres y a las mujeres es rezar, hacer penitencia, esperar pacientemente. ¿Y por qué la oración y la penitencia son actitudes apocalípticas? Porque son la gran expresión del abandono. Jesús en Getsemaní desafía a sus discípulos: “¿No habéis podido velar conmigo durante una hora?” Jesús invita a sus discípulos a compartir el sufrimiento que el mundo sin Dios inflige a Dios mismo, a compartir el dolor de Dios en la historia del mundo. La invitación del Corazón de María a la penitencia y a la oración encuentra aquí su lugar apropiado. Es una invitación a ver la realidad desde abajo, desde la humillación de Getsemaní.  Solo entonces vendrá la salvación.

[xxxii] La que aparece es María, aunque a veces aparece con un niño. Las que aparecen son Lucía y Jacinta, que la ven y la oyen. También es cierto que se le aparece a Francisco, pero él solo la ve, no la escucha. El hombre permanece discretamente en un lugar secundario. Hay un predominio de lo femenino. El hombre no está ausente, es cierto; pero permanece discretamente en un segundo plano, como José en el misterio de la Encarnación. ¡Solo las mujeres tienen el protagonismo en esta encrucijada histórica!

[xxxiii] En lugar de Rusia podríamos leer Babilonia, Roma, la Bestia apocalíptica. Me parece justo ver tanto en Rusia como en Fátima dos grandes símbolos antagónicos y femeninos. El símbolo de la Mujer de la Ramera (Apc 17) y el símbolo de la Mujer vestida con el sol (símbolo de la ciudad santa, la nueva Jerusalén) (Apc 12). En este contexto, la petición de que Rusia sea consagrada al Corazón de María por el Papa y los obispos de todo el mundo es malinterpretada cuando se interpreta como una petición que se reduce a un simple acto devocional, sin el carácter de un evento litúrgico o sacramental. ¿Puede una persona ser consagrada sin su consentimiento? ¿Puede una nación ser consagrada sin su consentimiento? La consagración auténtica es un acontecimiento del Espíritu Santo que introduce una nueva evangelización del mundo, guiada por el Papa y todos los obispos. María pide una nueva evangelización que conduzca a una auténtica consagración de todos como “Pueblo de Dios”, una consagración que tendrá lugar cuando “la oblación de los gentiles sea agradable, santificada por el Espíritu Santo”, gracias al sagrado ministerio de la evangelización (cf. Rm 15, 16). Alonso, J.M., Fátima, España, Rusia, Publicaciones Claretianas, Madrid 1976; Dias Coelho, M., Lo que falta para la conversión de Rusia: exposición del mensaje de Fátima, su contenido e importancia, sus profecías y promesas, Fundão 1959; Fernández, D., Rusia se convertirá: Consagración y conversión de Rusia en los documentos de Fátima, Arias Montano, Madrid 1990; Haffert, J.M., Rusia se convertirá, AMI, Washington 1956. ¿Qué simboliza “Rusia”? Rusia no es un territorio geográfico. En el contexto apocalíptico, el término “Rusia” es el símbolo de la ciudad malvada y pecadora. Este símbolo puede significar tanto el comunismo perverso como el capitalismo salvaje. Este símbolo hace referencia a los poderes diabólicos que emergen en las encrucijadas históricas. Rusia es el símbolo de esa cultura de la muerte que puede causar una catástrofe militar y ecológica y que lleva a la desesperación diaria a miles de millones de personas hambrientas en la tierra. “Rusia” simboliza no sólo a Stalin, sino también a Hitler, no sólo al comunismo, sino también al fascismo y al nazismo. “Rusia” simboliza el neoliberalismo que solo busca el beneficio económico a costa de la pérdida de millones de vidas humanas. El símbolo del corazón de María se siente herido por esta situación. Por eso clama proféticamente.

[xxxiv] El llamado “secreto” es parte del mensaje apocalíptico de Fátima[xxxiv]. El secreto de Fátima se compone de tres partes, ya reveladas. En cualquier caso, el secreto apocalíptico es siempre algo muy importante que tiene que ver con la victoria final de Dios sobre el mal, la revelación definitiva de Dios. En la visión de Tuy, la referencia a las palabras “Gracia y Misericordia” llama nuestra atención: “grandes letras, como si fueran agua cristalina que fluía sobre el altar, formaban estas palabras: Gracia y Misericordia. Comprendí que me estaban mostrando el misterio de la Santísima Trinidad y recibí luz sobre este misterio que no me está permitido revelar”. Este es quizás el Secreto: que Dios, nuestro Dios Trinitario, es “Gracia y Misericordia”. ¿No sería lo mismo que decir que Dios es el “Inmaculado Corazón”? ¿Un corazón que vence el mal, el pecado y nunca es derrotado? En este supuesto, el Corazón de María sería verdaderamente un símbolo, el mejor símbolo humano del Corazón de Dios.

[xxxv] B. Iljin, Russkj Katoliceskj Vestnik, n.4, p. 20.

[xxxvi] Cf. Anton Zieganaus, Maria und der Heilige Geist: Beiträge zur pneumatologischen Prägung der Mariologie, Pusted, Ratisbona, 1991.

[xxxvii] Cf. Víctor Codina, Creo en el Espíritu Santo. Pneumatología narrativa, Sal Terrae, Santander, 1994, pp. 31- : donde hace un serio recuento de “Los olvidos del Espíritu Santo en el II Milenio” de la Iglesia. Ph. Parè, La doctrina del Espíritu Santo en la Iglesia Occidental, en “Teología” (1948), p. 297 He decidido que “la Iglesia romana ha usado los cultos de nuestro Señor,  en lugar del Espíritu Santo”, y añadía que junto a la Eucaristía y el Papa. Congar decía que aunque la opinión de Parè fuera exagerada, reflejaba que ciertamente se construyó una eclesiología y una teología al margen de la dimensión pneumatológica: Y. Congar, El Espíritu Santo, Herder, Barcelona, 1991, pp. 188-194.

[xxxviii] Cf. Grzegorz Bartosik, Pneumatología y Mariología, en Pontificia Academia Mariana Internationalis (PAMI), Mariologia a tempore Concilii Vaticani II. Receptio, ratio et prospectus, Pontificia Academia Mariana Internationalis, Ciudad del Vaticano, 2013, pp. 299-349.

[xxxix] Sociedad Mariológica Francesa (1968-1970), Sociedad Mariológica Española (1977), Simposio del Marianum (1982), la Sociedad Mariológica Alemana (1989), Sociedad Mariológica Polaca.

[xl] Cf. José Cristo Rey García Paredes, “El Espíritu descendrá sobre ti” (Lc 1,35). María en la manifestación del Espíritu, en Obispado de Santander, Año diocesano y Mariano 2004-2005, Santander 2007, pp. 244-261.

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