¡INMACULADA, MUJER DEL NUEVO GÉNESIS!

La bendición que olvidamos

Hemos hablado tanto del “pecado original” que olvidamos la bendición original. Dios vio lo que había creado y era bellísimo. Bendijo a Adán y Eva, hechos a su imagen y semejanza. Esta es nuestra verdad primera: fuimos creados benditos, hermosos, buenos.

Pero el Mal —ese misterio inexplicable— se hizo presente desde el principio. Contaminó a nuestros primeros padres y desde entonces nos contagiamos unos a otros. “El que esté sin pecado, que tire la primera piedra”, dijo Jesús. “Todos hemos pecado”, confirmó san Pablo.

¿Por qué somos pecadores? Porque el Mal ejerce una influencia misteriosa sobre cada uno: en algún momento sucumbimos. Porque nos contagiamos mutuamente y no tenemos un antivirus adecuado. Porque siempre llega el momento en que perdemos la inocencia.

Y pecamos también por algo más profundo: queremos conocerlo todo, dominarlo todo, traspasar nuestros límites… ser como Dios. Esa tendencia egolátrica irreprimible nos hace luchar entre nosotros, porque todos queremos “ser más” que el otro. Rechazamos vivir en Alianza con Dios. Creemos bastarnos a nosotros mismos.

Un nuevo comienzo en María

Pero Dios tenía otro plan. Si Jesús fue el inicio de una nueva Humanidad —la humanidad auténtica, imagen y semejanza de Dios—, ese comienzo se anticipó en aquella mujer escogida para ser su madre virginal.

Decimos “madre virginal” porque su maternidad excede cualquier otra maternidad humana. No solo porque concibió sin varón, sino porque lo que nació de ella fue Santo, Hijo de Dios. ¿Qué varón podría colaborar con María para engendrar al Hijo de Dios? Este misterio solo fue posible porque el Espíritu Santo se apoderó de ella, en su espíritu y en su cuerpo.

Así aconteció el nuevo Génesis: inmaculado, santo, la nueva humanidad.

Y aquí está el misterio más profundo: María no solo concibió por obra del Espíritu Santo. La Iglesia confiesa que ella misma fue concebida por obra del Espíritu Santo, también santa, inmaculada. En ella, Dios inició una nueva y portentosa fecundidad, un nuevo génesis.

Al pronunciar su “sí” —su fiat— María, “la agraciada desde el principio”, rejuveneció a la humanidad. La reconectó con la Gracia original, la gracia de la Creación sin pecado.

Dante lo expresó bellamente: “María es más joven que el pecado”. Porque al principio no fue así… el pecado no existía.

Esa bendita concepción de Jesús se vio anticipada y preparada en la concepción de María. Dios quiso iniciar en la Madre de su Hijo “un nuevo comienzo para la humanidad”, un misterioso “Hagamos a la Mujer a nuestra imagen y semejanza”.

La Gracia original

Pensemos hoy en la “Gracia original” y en el deseo divino de que venza y sea recuperada. Hay una emocionante oración litúrgica que dice:

“Oh Dios, que amas la inocencia y se la concedes a quien la ha perdido”. 

La fiesta de la Inmaculada nos invita a rejuvenecer, a recuperar la inocencia perdida, a entrar en la nueva humanidad donde Jesús es el nuevo origen y María la primera agraciada. 

Sintámonos hoy “santos e inmaculados en su Presencia”, habitantes del primer Paraíso, un nuevo Adán, una nueva Eva. Sintámonos ya -anticipadamente- ciudadanos de la nueva Jerusalén, del cielo nuevo y la tierra nueva.

Plegaria

Abbá nuestro, todo surgió bellísimo y bue­no de tus manos creadoras; pero el misterioso Maligno introdujo la deformación y el ser humano se alejó de ti. Hoy nos llamas a celebrar el nuevo origen, la victoria de tu proyecto inicial. Manifiéstanos tu belleza y bondad para que nunca más nos separemos de ti.

POEMA – CANCIÓN

[ESTRIBILLO]
Inmaculada, mujer del nuevo Génesis, llena de gracia, latido virginal.
Cuando te miran, se enciende la esperanza, jardín que guarda la Gracia original.
Inmaculada, sonrisa de otro tiempo, más joven que el mismo despertar.
En tu silencio amanece lo imposible, Madre que estrena la humanidad.

[ESTROFA 1]
Todo era hermoso al salir de sus manos, luz derramada sobre el primer hogar.
Pero el misterio del Mal abrió una sombra, y la inocencia empezó a naufragar.
Quisimos todo, ser dueños de la vida, rompiendo el hilo de la conexión.
Y sin embargo, en el fondo de la noche, Dios susurraba una nueva canción.

[ESTRIBILLO]
Inmaculada, mujer del nuevo Génesis, llena de gracia, latido virginal.
Cuando te miran, se enciende la esperanza, jardín que guarda la Gracia original.

[ESTROFA 2]
En Ana y Joaquín comenzó la sorpresa: una semilla distinta a las demás.
Dios te pensaba, pequeña e inmaculada, antes del miedo, del daño y la ansiedad.
Madre virginal, morada del Espíritu, tu “hágase” rompe la oscuridad.
En tu fiat tiembla el viejo paraíso y se levanta una nueva humanidad.

[ESTRIBILLO]
Inmaculada, mujer del nuevo Génesis, llena de gracia, latido virginal.
Cuando te miran, se enciende la esperanza, jardín que guarda la Gracia original.

[ESTROFA 3 – FINAL MEDITATIVO]
Tú nos recuerdas que fuimos inocentes, que en nuestros sueños aún late el primer bien. Contigo, Madre, perdemos la armadura, somos capaces de amar otra vez.

Inmaculada, mujer del nuevo Génesis, llena de gracia, latido celestial. Quédate cerca, sostiene nuestra historia, haz de este mundo tu casa y tu altar.

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EL HOMBRE QUE GRITABA EN EL DESIERTO, Segundo Domingo de Adviento, ciclo

Pero metanoia significa literalmente “cambiar de mente”, dar la vuelta completa. No es añadir alguna práctica piadosa. Es dejar de caminar en una dirección para tomar otra radicalmente distinta. Juan invita a una revolución interior porque anuncia algo inminente: “Está cerca el reino de los cielos”. No dice “algún día”, sino “ya llega”. El reino irrumpe en la historia, y nosotros seguimos distraídos.

El profeta incómodo

Juan es extraño. Vestido de pieles, comiendo saltamontes, viviendo en el desierto. Nada que ver con los líderes religiosos instalados en Jerusalén. Juan rompe todos los esquemas. Es la voz que grita donde nadie quiere escuchar. Y, sin embargo, acudía a él toda la gente. ¿Por qué? Porque intuían que aquel hombre decía la verdad sin filtros. Y cuando uno está harto de medias verdades, la autenticidad tiene un poder magnético irresistible.

Cuando llegan los fariseos y saduceos, Juan no les da la bienvenida cortésmente: “¡Raza de víboras!”. Palabras inaceptables hoy en cualquier púlpito. Pero Juan no busca agradar. Busca despertar. Y despertar duele. “No os hagáis ilusiones pensando: ‘Tenemos por padre a Abrahán'”. No vale escudarse en la tradición, en las credenciales religiosas. Lo que cuenta es el fruto real de la vida, no el apellido espiritual que llevamos.

El bautismo del agua y el bautismo del fuego

“Yo os bautizo con agua”, dice Juan, “pero el que viene detrás de mí bautizará con Espíritu Santo y fuego”. El fuego purifica. Quema lo falso, lo accesorio. Deja solo lo esencial, lo verdadero. Eso es lo que necesitamos en 2025. No más barniz. No más apariencias. No más religión de escaparate. Necesitamos ese fuego que transforma desde dentro, que nos devuelve a nosotros mismos pero renovados, auténticos, vivos.

El poeta polaco Czesław Miłosz, escribió algo que resuena profundamente con este Adviento: “En la vida de cada uno hay un momento en que está cerca de la grandeza, la luz, lo real. Y luego se olvida”. Juan nos recuerda ese momento. Nos sacude para que no lo olvidemos.

El vástago de Jesé: el sueño de Isaías

Isaías había anunciado algo imposible: un rey que juzgaría con justicia y defendería a los pobres. Bajo cuyo reinado el lobo habitaría con el cordero, el leopardo se echaría con el cabrito. ¿Utopía? Quizá. Pero el cristianismo es precisamente eso: creer que lo imposible puede hacerse presente. Que los incompatibles pueden reconciliarse. Que la violencia puede ser vencida por el amor.

En nuestro mundo de 2025, polarizado hasta el extremo, donde cada bando se atrinchera y demoniza al otro, este sueño de Isaías suena ridículamente ingenuo. Pero ahí está la radicalidad del Evangelio: no se adapta a nuestro cinismo. Nos desafía a creer que otro mundo es posible.

El desierto de 2025

Juan gritaba en el desierto de Judea. ¿Dónde está nuestro desierto hoy? No es geográfico. Es existencial. Es el ruido que nos impide escuchar. Es la saturación de información que nos deja sin criterio. Es la soledad en medio de la hiperconexión. Es la ansiedad que nos paraliza.

Y en ese desierto, sigue resonando la misma pregunta: ¿estás dispuesto a cambiar de dirección, o solo das vueltas en círculo? ¿Cómo preparamos el camino al Señor? No con grandes gestos, sino con honestidad radical. Con la disposición a reconocer dónde nos hemos equivocado. Con la valentía de dejar morir lo que ya no da vida. Con la apertura a ese fuego del Espíritu que purifica y renueva.

“Ya toca el hacha la raíz de los árboles”, dice Juan. No es una amenaza. Es una invitación urgente. No para condenarnos, sino para liberarnos. Para que dejemos de fingir y empecemos a vivir de verdad.

Este Adviento no nos pide ser perfectos. Nos pide ser reales. Reales con Dios, reales con los demás, reales con nosotros mismos. Como Juan en el desierto: sin máscaras, sin poses, sin mentiras piadosas. El reino de Dios está cerca. Y cuando llegue, no nos preguntará por nuestras credenciales religiosas, sino por el fruto de nuestra vida. ¿Hemos amado de verdad? ¿Hemos acogido al diferente? ¿Hemos trabajado por la justicia?

No compliquemos el Evangelio. Juan no lo complicó. Una sola palabra: Convertíos. Porque está cerca el reino de los cielos.

Que este Adviento sea para cada uno de nosotros ese momento de cercanía con “la grandeza, la luz, lo real” del que hablaba Miłosz. Y que no lo olvidemos.

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¡Preparad el camino al Señor! (Canción de Adviento)

[Estribillo] Preparad el camino al Señor, escuchad su palabra viva hoy.
Preparad el camino al Señor, abre el corazón y la voz.

[Estrofa 1] Una voz que clama en el desierto, susurra fuerte esperanza. Endereza ya tus caminos, pasa el Rey, pasa el amor.

[Estribillo] Preparad el camino al Señor, escuchad su palabra viva hoy. Preparad el camino al Señor, abre el corazón y la voz.

[Estrofa 2] Renace el alma confundida, destierra toda mentira. Que la luz de la verdad brille, y reine la justicia.

[Estribillo] Preparad el camino al Señor, escuchad su palabra viva hoy. Preparad el camino al Señor, abre el corazón y la voz.

[Estrofa 3] Camina con fe y esperanza, abramos la senda al Señor. Con obras de amor y perdón, llena el mundo con tu luz.

[Estribillo] Preparad el camino al Señor, escuchad su palabra viva hoy. Preparad el camino al Señor, abre el corazón y la voz.

[Estrofa 4] ¡Ven, Jesús, ven a mí, rompe las sombras y el fin! Con tu paz, con tu verdad, llena mi vida, mi cantar.

[Estribillo] Preparad el camino al Señor, escuchad su palabra viva hoy. Preparad el camino al Señor, abre el corazón y la voz.

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¿Y… CUANDO LLEGUE … “EL QUE TIENE QUE LLEGAR”?, Domingo primero de Adviento, ciclo A.

¿Qué nos está diciendo Jesús hoy?

Algo que nadie quiere escuchar: ¡tu vida puede cambiar en un instante!. No cuando estés listo. No cuando hayas terminado tus proyectos. Sino justo cuando creas que todo está bajo control.

Y luego viene esa imagen que nos estremece: “Dos estarán en el campo: uno será tomado, el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo: una será tomada, la otra será dejada.”

Esta es nuestra experiencia humana más dolorosa: ver cómo las relaciones se desgajan, cómo los caminos se separan. Dos personas juntas, haciendo exactamente lo mismo. Mismo lugar, mismo trabajo, misma vida. Y de pronto, cada uno por su lado.

Pero escuchemos bien: Jesús no nos habla de una tragedia cósmica. La llegada del Hijo del Hombre no es el fin del mundo como castigo. Es la llegada en gloria del Jesús de los Evangelios, del Hijo de Dios que viene a encontrarse con nosotros.

¿Cómo será este encuentro?

Y aquí está la pregunta que nos atraviesa: ¿cómo será ese encuentro?

¿Tendremos que avergonzarnos? ¿Será bochornoso, incómodo, porque no hemos creído en Él? ¿Porque hemos vivido como si no existiera? ¿Porque lo hemos dejado en segundo plano mientras perseguíamos mil cosas que al final no importan?

O, por el contrario, ¿será el encuentro más esperado, más maravilloso de nuestra vida? ¿Podremos mirarle a los ojos y decirle: “Tú sí que eres el Redentor del mundo, el Liberador, el que hace realidad nuestros mejores sueños”?

Esa es la diferencia entre los dos que estaban en el campo. No es dónde estaban. Es cómo estaban. Despierto o dormido. Presente o ausente. Vivo de verdad o solo sobreviviendo en automático.

¡Estad en vela!

Por eso Jesús nos dice: “Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.”

Adviento no es nostalgia de un nacimiento de hace dos mil años. Adviento es ahora. Es prepararte para lo Inesperado que irrumpe en tu vida hoy.

Esa llamada que no esperabas. Ese diagnóstico que lo cambia todo. Esa oportunidad que aparece de la nada. Ese encuentro que parte tu historia en dos. Y sí, también esa llegada definitiva del Señor que no sabemos cuándo será.

Cuando llegue lo Inesperado

Y cuando llegue lo Inesperado —porque llegará—, puede ser de dos formas: gracia que te transforma, te eleva, te despierta… o desgracia que te encuentra vacío, distraído, ausente de ti mismo.

Adviento es recuperar la capacidad de sorprendernos. De soñar. De esperar lo extraordinario en medio de lo ordinario.

No vivamos como si Dios fuera un espectador lejano de nuestra rutina. Él viene. Está viniendo. Quiere irrumpir en tu vida, no para condenarte, sino para realizarte, para hacer realidad lo que ni siquiera te atreves a soñar.

Conclusión

La pregunta no es cuándo vendrá lo Inesperado.

La pregunta es: cuando llegue… ¿nos encontrará despiertos?

Que este Adviento nos despierte del sueño. Que reavive en nosotros la esperanza. Que nos prepare para recibir al que viene no con vergüenza, sino con el corazón abierto de quien espera al Amigo, al Salvador, al que da sentido a todo.

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EL REY QUE MIRA AL CIELO, Domingo 34, ciclo C

Hoy cerramos el año litúrgico celebrando a Cristo Rey del Universo. Y la Iglesia, con ironía sublime, nos pone ante los ojos no un desfile militar, sino un patíbulo. Tres cruces. Dos ladrones. Un Dios agonizante.

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CALL TO SYNODALITY (Message as a song)

Ooh… ooh… hear the call…

  1. Let us journey side by side, all God’s people hand in hand, Bishops, priests, and laity across this promised land. No more pyramids of power, but communion’s symphony so grand!
  2. The Spirit’s moving now… Can you feel it somehow?
  3. Conversion to synodality, hear the Spirit’s call! Walk together as one Church, breaking down the wall! Rise up, baptized people, in God’s holy way, Towards the Kingdom’s horizon—let’s march today!
  4. Every charism, every voice blending in the Spirit’s fire, Listen to the margins calling, let the humble hearts inspire. Holy Spirit sets us free, lifting higher and higher!
  5. The Spirit’s moving now… Can you feel it somehow?
  6. Conversion to synodality, hear the Spirit’s call! Walk together as one Church, breaking down the wall! Rise up, baptized people, in God’s holy way, Towards the Kingdom’s horizon—let’s march today!
  7. Pneumatological flame, Pentecost breaks through! Excluding none, embracing all in love that’s tried and true! Not a road to nowhere, but to freedom’s promised shore, Follow Christ the Way ahead—charge forevermore!
  8. Conversion to synodality, hear the Spirit’s call! Walk together as one Church, breaking down the wall! Rise up, baptized people, in God’s holy way, Towards the Kingdom’s horizon—let’s march today!
  9. Let’s march today! (Let’s march!) Let’s march today! Towards the Kingdom’s horizon… Let’s march today!

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¡MILAGROS! (Poema cantado)

¡Milagros!
que hacen el mundo nuevo para amarlo.
¡Milagros!
 haciendo amigos con el sol de cuando en cuando
¡Milagros!
encarnándote de nuevo Señor somos tus manos (bis)

¡Milagros!
la casa encendida del amor ya estrenado
¡Milagros!
el mirar que nunca pasa conquistado
¡Milagros!
las señales de Dios en los pecados
Amanece la vida el Reino está llegando

1. Sueño de gloria tiene
El agua en las vasijas
Jesús hace el prodigio
pedido por María.
Y el vino nuevo toma
sabor de Eucaristía
sabor de Eucaristía.

    2. Paralítico vuelve
    a ser hombre completo
    La fe lo alcanza todo,
    es fuerte como el fuego.
    Con el perdón recobra
    la agilidad del ciervo
    la agilidad del ciervo.

    3. Hija de Jairo,salta
    de la muerte a la vida.
    Obedece a la mano
    del Dios que resucita
    Vuelva tu cuerpo virgen
    A ser rosa florida,
    a ser rosa florida.

    4. Reina en tus ojos ciego
    De Jericó sin rumbo
    El sol que no declina
    la eterna luz del mundo
    Ya puede tu mirada
    besar flores y frutos
    Besar flores y frutos.

    5. Leproso sin futuro
    Sin luz desesperado
    Jesús limpia tu cuerpo
    De todo fruto amargo
    Arranca de tu carne
    La lepra del pecado
    La lepra del pecado

    6. Panes de amor divino
    Y peces de esperanza
    Multiplicad el gozo
    Ganad vuestra batalla
    Jesús es pan de vida
    Inmenso mar de gracia.

    7. Airadas tempestades
    Del mar embravecido
    Mirad la mano alzada
    Y el gesto imperativo
    Calmad vuestra furia
    Jesús os ha vencido.

    8. Lázaro de las sombras
    Vuelve a luz primera
    Vida te da la Vida
    Amor a toda prueba
    Rompe tus ataduras,
    Cristo será tu senda

    Milagros!
    que hacen el mundo nuevo para amarlo.
    ¡Milagros!
     haciendo amigos con el sol de cuando en cuando
    ¡Milagros!
    encarnándote de nuevo Señor somos tus manos (bis)

    ¡Milagros!
    la casa encendida del amor ya estrenado
    ¡Milagros!
    el mirar que nunca pasa conquistado
    ¡Milagros!
    las señales de Dios en los pecados
    ¡Amanece la vida!
    ¡el Reino ha llegando!

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    ¡VALIENTES Y NO COBARDES! Así nos sueña Jesús – Domingo 33 ciclo C

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    ORACIÓN DE INTERCESIÓN: “SUPER-CONEXIÓN ESPIRITUAL”

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    ADORACIÓN EUCARÍSTICA – ¡CERCA DEL FUEGO!

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