Roma, más de un millón de jóvenes, la energía de la fe. Tuve la suerte de presenciar este evento, y no era lo que muchos esperarían. En lugar de caos, había paz y alegría. En lugar de indiferencia, había devoción. Círculos de jóvenes se formaban alrededor de sus sacerdotes y líderes, en un estallido de devoción y compañerismo. En ese millón de miradas, de cánticos y de rezos, se hacía visible un misterio: ¡Dios estaba allí! ¡Cristo vive!
Por eso, quiero que revivamos juntos la exhortación apostólica del Papa Francisco sobre los jóvenes. No dejemos que este mensaje se desvanezca como un tren que pasa. He preparado una síntesis de sus ideas principales, porque su mensaje sigue siendo más relevante que nunca.
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