Este cuarto domingo de Pascua nos regala una de las imágenes más conmovedoras y profundas del Evangelio: la del Buen Pastor. Jesús, el Buen Pastor, no solo nos guía con ética y rectitud, sino que su liderazgo genera una armonía que embellece y eleva la vida de quienes lo seguimos. Hoy, esta imagen resuena con fuerza, especialmente ante la elección de un nuevo Papa y el reflejo de su figura en toda la estructura pastoral de la Iglesia.
Al candidato de Jesús se le preguntará: ¿me amas más que todo esto? Cuando Jesús, el Viviente, no es amado y otros intereses aparecen, la comunidad cristiana se divide y dispersa, la misión resulta infructuosa, el miedo se apodera de todos. Cuando su presencia es reconocida y acogida, la comunidad se reúne y entra en comunión, la misión tiene éxito.
[Estribillo] No es fantasía lo que nos mueve, es el aliento del Espíritu que teje sueños diurnos que transforman lo imposible en caminos que florecen.
[Primera Estrofa] En la zarza que arde sin consumirse, en la voz que susurra entre sueños, Dios revela el horizonte que nos llama como a Luis Amigó en su tiempo. No hay camino trazado en el mapa, se hace camino al andar los sueños son la brújula divina que nos hace milagros detectar
[Estribillo] No es fantasía lo que nos mueve, es el aliento del Espíritu que teje sueños diurnos que transforman lo imposible en caminos que florecen.
[Segunda Estrofa] Somos peregrinos de la esperanza que vislumbran lo que aún no existe, donde el fuego divino transforma la realidad que hoy nos oprime. No son meros deseos los que albergamos, son semillas del Reino que germina, son utopías que soportan la luz y dan fuerza a quien las camina.
[Estribillo] No es fantasía lo que nos mueve, es el aliento del Espíritu que teje sueños diurnos que transforman lo imposible en caminos que florecen.
[Tercera Estrofa] Como hermanos en sinodalidad soñando juntos llegamos más lejos, convirtiendo visiones proféticas en sueños de comunidad y encuentro. Dios no es sólo el Absolutamente Otro, es también el Absolutamente Nuevo, que nos da mientras dormimos y despierta el carisma en nuestro tiempo.
[Estribillo] No es fantasía lo que nos mueve, es el aliento del Espíritu que teje sueños diurnos que transforman lo imposible en caminos que florecen.
¿Qué visión de la vida consagrada ha ido madurando y expresando el Papa Francisco a lo largo de su pontificado? Yo me atrevería a decir que en sus múltiples intervenciones sobre la vida consagrada el Papa Francisco nos ha invitado a IMAGINAR, SOÑAR Y PLASMAR UN NUEVO RELATO de vida consagrada para nuestro tiempo, en el que la profecía, la mística y la comunión sean las características en las que nos reconozcamos y seamos reconocidos en la Iglesia y en la Sociedad. Lo que escribí hace ya diez años, contenía en germen, lo que posteriormente el magisterio del Papa ha ido desarrollando y desplegando en sus múltiples encuentros con la vida consagrada en sus más variadas formas. Cuando su voz física ha quedado totalmente silenciada por la muerte, que la evocación de sus palabras nos lleve a meditar y preguntarnos: ¿qué estamos haciendo con su legado?[1].
En este domingo segundo de Pascua se nos plantea la cuestión inquietante: ¿qué hay después de la muerte? Y la respuesta nos sorprende: ¡Hay resurrección de los muertos! La muerte no tiene la última palabra. Las tres lecturas de este domingo nos hablan de ello.
¿Cómo vivir los cinco domingos de Pascua 2025 con una nueva conciencia y entusiasmo? Tras la larga noche de la Cuaresma se nos abre un “nuevo amanecer”.
San Pablo lo expresó así en su carta a los romanos (Rom 6): “Si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con Él. Dios ha sembrado esperanza en el corazón del mundo al resucitar a Jesús, su Hijo. Él es ahora el Viviente, quien llena todo con su presencia transformadora (Ef 4,10).
Jesús Resucitado no solo vive; Él es la Vida del mundo: “Yo vivo y también vosotros viviréis” (Jn 14,19). Nuestro cuerpo mortal está destinado a ser transfigurado como el suyo (Filp 3,21).
El porvenir de la humanidad y de cada uno de nosotros es sostenible: no estamos abocados al caos y a la nada. Dios está comprometido con nosotros y Él sabe cómo conseguirlo.
“No estamos amenazados de muerte; estamos amenazados de vida, de esperanza y de amor”. Los cristianos vivimos bajo esta amenaza gloriosa: la resurrección. Con Jesús comenzó el retroceso de la muerte; caminamos hacia el Paraíso donde todo era bueno.
En este Año Jubilar de la Esperanza, nos invitamos a vivir los cinco domingos de Pascua como la peregrinación hacia la utopía. Que cada celebración sea un encuentro con el Resucitado, que nos hace ver y constatar que “otro mundo es posible”. Si Cristo resucitó, también nosotros estamos amenazados de Resurrección.
Los acontecimientos históricos suelen estar envueltos en una inquietante ambigüedad, difícil de interpretar. En medio de la inseguridad que nos amenaza, buscamos respuestas que, en el fondo, nunca parecen suficientes. Esta incertidumbre nos recuerda la perplejidad de la primera comunidad cristiana ante los hechos de la Pascua: la muerte y resurrección de Jesús. De aquella experiencia podemos extraer claves para comprender nuestra realidad.
El cuarto evangelio nos muestra a un Jesús, lleno de energía durante su pasión y muerte. El autor del cuarto evangelio, el llamado “discípulo amado”, conocía muy bien a Jesús. Había sido su confidente, su mejor amigo. Por eso, lo que nos dice sobre la Pasión y Muerte de Jesús, merece toda nuestra atención.
Fácilmente nos acostumbramos a todo. También a rezar el Rosario como un rito ya prefijado, congelado para siempre. San Juan Pablo II introdujo una importante modificación: introdujo los Misterios de Luz. Hoy, sábado santo (19 de abril de 2025) ¿por qué no acompañar a nuestra Madre María en su soledad con los misterios de muerte que ella experimentó? No hay que recurrir a fantasías dolorosas, Basta contemplarla en la austera imagen que de ella nos transmiten los Evangelios y profundizar en ella. Por eso, propongo desde mi página, que contemplemos los Misterios de Muerte de un Rosario para el tercer milenio.
Hace muchos años, el gran teólogo católico Hans Urs Von Balthasar escribió un famosísimo libro titulado “Mysterium paschale: la teología de los tres días”. Viernes santo, Sábado santo y Domingo de Resurrección.