EL “FIAT” SILENCIOSO DE JOSÉ, IV Domingo de Adviento, ciclo A

El drama de José

Imaginemos esa noche. Tratemos de entrar en el corazón de este hombre. La mujer que ama, María, su prometida, espera un hijo… y él sabe que ese hijo no es suyo. En aquella sociedad, en aquel contexto, esto no era un simple escándalo social. Esto podía significar la muerte para María. La lapidación. El final.

Y aquí aparece la grandeza de José: el Evangelio nos dice que “era justo”. Pero ¿qué significa esto? A primera vista, podríamos pensar que José quería repudiar a María porque la ley se lo permitía, porque era lo correcto según las normas. Pero no. José era justo de una justicia más profunda, más evangélica, más divina.

José era justo porque amaba más allá de la ley. Era justo porque prefería perderlo todo antes que condenarla. Era justo porque, ante el misterio que se desplegaba ante sus ojos, tuvo la humildad de reconocer: “Aquí hay algo que me supera. Aquí está actuando Dios. ¿Quién soy yo para entrometerme?”

José pensó en apartarse no por dureza de corazón, sino por respeto al misterio. No se sentía digno. María había sido elegida por Dios… ¿y él? Él era simplemente José, el carpintero. ¿Cómo iba él a insertarse en este plan divino?

El hijo de David

Pero hay algo más, que no podemos pasar por alto. José era “hijo de David”. Descendiente del gran rey David. Era davídida. Pertenecía al linaje real de Israel.

Y aquí está la paradoja histórica más impresionante: José, el carpintero de Nazaret, era el heredero legítimo del trono de David. Herodes, en cambio, el que se hacía llamar “rey”, no lo era. Herodes era un usurpador, un rey ilegítimo impuesto por Roma.

El verdadero rey trabajaba con las manos en un taller. El verdadero heredero del trono estaba en la sombra, en el silencio, en la humildad. Y es precisamente a través de él que Jesús será llamado “hijo de David”, el Mesías esperado, el Rey de reyes.

Dios tiene un sentido del humor y una pedagogía impresionantes: el Rey del universo no entra en la historia a través de palacios, sino a través de un carpintero. No a través del poder político, sino a través de la obediencia humilde.

El ángel y el fiat de José

Y entonces, en medio de esta crisis, de esta incertidumbre, de este dolor… Dios interviene. Un ángel se le aparece en sueños a José y le dice: “José, hijo de David” —¡fíjémonos cómo lo llama!, ¡por su dignidad real!— “no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo”.

“No temas”. Qué palabras tan importantes. El ángel no le dice: “Va a ser fácil”. No le promete comodidades. No le garantiza que la gente entenderá. Simplemente le dice: “No temas. Hazlo aunque tengas miedo. Acoge. Recibe. Di que sí”.

Y aquí está el paralelismo más hermoso: así como en el Evangelio de Lucas el ángel Gabriel se aparece a María y ella responde con su “fiat” —”Hágase en mí según tu palabra”—, aquí, en el Evangelio de Mateo, tenemos el “fiat” de José. Un fiat silencioso, pero no por ello menos poderoso.

María dijo: “Hágase”. José no pronunció palabra… pero hizo lo que el ángel le mandó.

El fiat de María fue en palabras. El fiat de José fue en acción pura.

Dos anunciaciones. Dos síes. Un solo misterio: la Encarnación del Hijo de Dios.

Obra del Espíritu Santo

Y el Evangelio es muy claro, hermanos: “Lo concebido en ella es obra del Espíritu Santo”.

¡Qué afirmación tan impresionante! ¡Qué obra de Dios tan certera, tan única, tan sorprendente! El Espíritu Santo, el mismo que aleteaba sobre las aguas en el momento de la creación, el mismo que ungió a los profetas y reyes, el mismo que inspira y santifica… ese mismo Espíritu está obrando en el vientre de María.

Dios no necesitaba de José biológicamente. Pero lo necesitaba humanamente. Lo necesitaba para proteger. Para dar nombre. Para dar linaje. Para dar hogar. Para ser padre en el sentido más profundo: el que ama, protege, cuida y enseña, sin necesidad de poseer.

José no es el padre biológico, pero es el padre verdadero. Porque la paternidad, hermanos, no es solo una cuestión de genética. Es una cuestión de amor, de acogida, de entrega.

El hombre que no se pone en el centro

Vivimos en una sociedad obsesionada con ser el primero. Con ser visto. Con ser reconocido. Con el protagonismo. Con el aplauso. Con las redes sociales donde todo debe ser exhibido, comentado, “likeado”.

Y en medio de todo eso, José nos enseña algo revolucionario: se puede cambiar el mundo sin estar en el centro. Se puede ser fundamental sin ser protagonista. Se puede amar sin necesitar el foco de atención.

José protege sin poseer. Ama sin controlar. Sirve sin buscar aplausos. Obedece sin preguntar. Acoge sin entender completamente.

En una sociedad que habla tanto de masculinidad tóxica, de abuso de poder, de control… José es el antídoto perfecto. José es la masculinidad redimida: fuerte, pero tierna. Protectora, pero no posesiva. Honesta, sin ego inflado. Decidida, pero humilde.

José es el hombre que sabe hacerse a un lado para que Dios actúe. Y paradójicamente, al hacerse a un lado, se convierte en indispensable.

La pregunta que nos hace José

Mientras nos preparamos para celebrar la Navidad, José nos hace una pregunta incómoda pero necesaria:

¿Podemos acoger lo que no entendemos? ¿Podemos amar aunque nos cueste? ¿Podemos decir que sí a Dios aunque tengamos miedo? ¿Podemos ser “segundo violín” si la sinfonía lo requiere?

Porque José cambió el mundo diciendo “sí” en silencio. Y ese silencio todavía resuena. Ese silencio nos interpela. Ese silencio nos invita a una fe más profunda, más confiada, más adulta.

Conclusión

Cuando José se despertó, dice el Evangelio, “hizo lo que le había mandado el ángel del Señor”.

Qué frase tan simple. Qué frase tan poderosa.

No sabemos qué pensó. No sabemos qué sintió. No sabemos si tuvo dudas o miedos adicionales. Solo sabemos una cosa: obedecióAcogióAmó.

En estos últimos días antes de Navidad, pidamos a San José que nos enseñe su secreto: el secreto de la obediencia humilde, del amor desinteresado, del servicio silencioso.

Que nos enseñe a acoger el misterio de Dios en nuestras vidas, aunque no lo entendamos completamente.

Que nos enseñe a decir “sí” con nuestra vida, aunque no pronunciemos grandes palabras.

Que nos enseñe a ser puentes para que otros encuentren a Jesús, aunque nosotros permanezcamos en la sombra.

Porque al final, hermanos, eso es lo que importa: no que nos vean a nosotros, sino que vean a Cristo.

José lo entendió. José lo vivió. José nos lo enseña.

Que su fiat silencioso resuene en nuestros corazones.

Canción:

“EL FIAT SILENCIOSO DE JOSÉ


Estribillo
Fiat, Señor, en mi silencio,
hágase en mí tu voluntad.
Luz de tu amor, ven a mis miedos,
trae a mi noche tu resplandor.


I. El estupor de José (Narrador)
Tembló José, ardía la noche,
María espera en soledad.
Su pobre mundo se hace pedazos,
viene un hijo y no es su verdad.
El Santo Espíritu obra en María,
sin consultarle el corazón.
Tiembla, se siente atado y solo,
quiere marcharse de esa unión.


II. El ángel y el miedo (Ángel solista)
José, hijo de David, no temas,
todo este signo viene de Dios.
No es infidelidad ni engaño,
es pura gracia sobre los dos.
El que creó la luz con “Hágase”,
busca en tu casa techo y calor.
Toma a María, cuida al Mesías,
tu fiat calla su dolor.


Estribillo (José)
Fiat, Señor, en mi silencio,
hágase en mí tu voluntad.
Luz de tu amor ven a mis miedos,
trae a mi noche tu claridad.


III. El hijo de David oculto (Narrador)
Él, del linaje santo de David,
sin trono, espada ni poder.
Rey escondido en un taller humilde,
con sus heridas y su saber.
Mientras un falso rey teme y mata,
Dios elige la oscuridad.
En manos duras, fiel carpintero,
nace en silencio la realeza real.


IV. El gran arco del Fiat (Coro + Ángel)
Dijo el Señor: “Hágase la luz”,
y hubo caminos, cielo y mar.
Dijo María: “Hágase en mí”,
el Verbo vino a nuestra bondad.
José no habla, solo obedece,
hace en su vida lo que oyó.
Su fiat manso, hecho de gestos,
da un hogar tierno al Hijo de Dios.


Estribillo final (Todos)
Fiat, Señor, en mi silencio,
hágase en mí tu voluntad.
Como en María y como en José,
sea mi vida puro “hágase”.
Fiat, Señor, en mi silencio,
haz de mi noche tu Belén.
Que mi pequeño sí en la tierra
hable de Cristo, Rey y Emmanuel.

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CUANDO HASTA LOS SANTOS DUDAN (Mt 11, 2-11), Tercer domingo de Adviento, ciclo A.

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¡INMACULADA, MUJER DEL NUEVO GÉNESIS!

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EL HOMBRE QUE GRITABA EN EL DESIERTO, Segundo Domingo de Adviento, ciclo

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¡Preparad el camino al Señor! (Canción de Adviento)

[Estribillo] Preparad el camino al Señor, escuchad su palabra viva hoy.
Preparad el camino al Señor, abre el corazón y la voz.

[Estrofa 1] Una voz que clama en el desierto, susurra fuerte esperanza. Endereza ya tus caminos, pasa el Rey, pasa el amor.

[Estribillo] Preparad el camino al Señor, escuchad su palabra viva hoy. Preparad el camino al Señor, abre el corazón y la voz.

[Estrofa 2] Renace el alma confundida, destierra toda mentira. Que la luz de la verdad brille, y reine la justicia.

[Estribillo] Preparad el camino al Señor, escuchad su palabra viva hoy. Preparad el camino al Señor, abre el corazón y la voz.

[Estrofa 3] Camina con fe y esperanza, abramos la senda al Señor. Con obras de amor y perdón, llena el mundo con tu luz.

[Estribillo] Preparad el camino al Señor, escuchad su palabra viva hoy. Preparad el camino al Señor, abre el corazón y la voz.

[Estrofa 4] ¡Ven, Jesús, ven a mí, rompe las sombras y el fin! Con tu paz, con tu verdad, llena mi vida, mi cantar.

[Estribillo] Preparad el camino al Señor, escuchad su palabra viva hoy. Preparad el camino al Señor, abre el corazón y la voz.

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¿Y… CUANDO LLEGUE … “EL QUE TIENE QUE LLEGAR”?, Domingo primero de Adviento, ciclo A.

¿Qué nos está diciendo Jesús hoy?

Algo que nadie quiere escuchar: ¡tu vida puede cambiar en un instante!. No cuando estés listo. No cuando hayas terminado tus proyectos. Sino justo cuando creas que todo está bajo control.

Y luego viene esa imagen que nos estremece: “Dos estarán en el campo: uno será tomado, el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo: una será tomada, la otra será dejada.”

Esta es nuestra experiencia humana más dolorosa: ver cómo las relaciones se desgajan, cómo los caminos se separan. Dos personas juntas, haciendo exactamente lo mismo. Mismo lugar, mismo trabajo, misma vida. Y de pronto, cada uno por su lado.

Pero escuchemos bien: Jesús no nos habla de una tragedia cósmica. La llegada del Hijo del Hombre no es el fin del mundo como castigo. Es la llegada en gloria del Jesús de los Evangelios, del Hijo de Dios que viene a encontrarse con nosotros.

¿Cómo será este encuentro?

Y aquí está la pregunta que nos atraviesa: ¿cómo será ese encuentro?

¿Tendremos que avergonzarnos? ¿Será bochornoso, incómodo, porque no hemos creído en Él? ¿Porque hemos vivido como si no existiera? ¿Porque lo hemos dejado en segundo plano mientras perseguíamos mil cosas que al final no importan?

O, por el contrario, ¿será el encuentro más esperado, más maravilloso de nuestra vida? ¿Podremos mirarle a los ojos y decirle: “Tú sí que eres el Redentor del mundo, el Liberador, el que hace realidad nuestros mejores sueños”?

Esa es la diferencia entre los dos que estaban en el campo. No es dónde estaban. Es cómo estaban. Despierto o dormido. Presente o ausente. Vivo de verdad o solo sobreviviendo en automático.

¡Estad en vela!

Por eso Jesús nos dice: “Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.”

Adviento no es nostalgia de un nacimiento de hace dos mil años. Adviento es ahora. Es prepararte para lo Inesperado que irrumpe en tu vida hoy.

Esa llamada que no esperabas. Ese diagnóstico que lo cambia todo. Esa oportunidad que aparece de la nada. Ese encuentro que parte tu historia en dos. Y sí, también esa llegada definitiva del Señor que no sabemos cuándo será.

Cuando llegue lo Inesperado

Y cuando llegue lo Inesperado —porque llegará—, puede ser de dos formas: gracia que te transforma, te eleva, te despierta… o desgracia que te encuentra vacío, distraído, ausente de ti mismo.

Adviento es recuperar la capacidad de sorprendernos. De soñar. De esperar lo extraordinario en medio de lo ordinario.

No vivamos como si Dios fuera un espectador lejano de nuestra rutina. Él viene. Está viniendo. Quiere irrumpir en tu vida, no para condenarte, sino para realizarte, para hacer realidad lo que ni siquiera te atreves a soñar.

Conclusión

La pregunta no es cuándo vendrá lo Inesperado.

La pregunta es: cuando llegue… ¿nos encontrará despiertos?

Que este Adviento nos despierte del sueño. Que reavive en nosotros la esperanza. Que nos prepare para recibir al que viene no con vergüenza, sino con el corazón abierto de quien espera al Amigo, al Salvador, al que da sentido a todo.

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EL REY QUE MIRA AL CIELO, Domingo 34, ciclo C

Hoy cerramos el año litúrgico celebrando a Cristo Rey del Universo. Y la Iglesia, con ironía sublime, nos pone ante los ojos no un desfile militar, sino un patíbulo. Tres cruces. Dos ladrones. Un Dios agonizante.

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CALL TO SYNODALITY (Message as a song)

Ooh… ooh… hear the call…

  1. Let us journey side by side, all God’s people hand in hand, Bishops, priests, and laity across this promised land. No more pyramids of power, but communion’s symphony so grand!
  2. The Spirit’s moving now… Can you feel it somehow?
  3. Conversion to synodality, hear the Spirit’s call! Walk together as one Church, breaking down the wall! Rise up, baptized people, in God’s holy way, Towards the Kingdom’s horizon—let’s march today!
  4. Every charism, every voice blending in the Spirit’s fire, Listen to the margins calling, let the humble hearts inspire. Holy Spirit sets us free, lifting higher and higher!
  5. The Spirit’s moving now… Can you feel it somehow?
  6. Conversion to synodality, hear the Spirit’s call! Walk together as one Church, breaking down the wall! Rise up, baptized people, in God’s holy way, Towards the Kingdom’s horizon—let’s march today!
  7. Pneumatological flame, Pentecost breaks through! Excluding none, embracing all in love that’s tried and true! Not a road to nowhere, but to freedom’s promised shore, Follow Christ the Way ahead—charge forevermore!
  8. Conversion to synodality, hear the Spirit’s call! Walk together as one Church, breaking down the wall! Rise up, baptized people, in God’s holy way, Towards the Kingdom’s horizon—let’s march today!
  9. Let’s march today! (Let’s march!) Let’s march today! Towards the Kingdom’s horizon… Let’s march today!

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¡MILAGROS! (Poema cantado)

¡Milagros!
que hacen el mundo nuevo para amarlo.
¡Milagros!
 haciendo amigos con el sol de cuando en cuando
¡Milagros!
encarnándote de nuevo Señor somos tus manos (bis)

¡Milagros!
la casa encendida del amor ya estrenado
¡Milagros!
el mirar que nunca pasa conquistado
¡Milagros!
las señales de Dios en los pecados
Amanece la vida el Reino está llegando

1. Sueño de gloria tiene
El agua en las vasijas
Jesús hace el prodigio
pedido por María.
Y el vino nuevo toma
sabor de Eucaristía
sabor de Eucaristía.

    2. Paralítico vuelve
    a ser hombre completo
    La fe lo alcanza todo,
    es fuerte como el fuego.
    Con el perdón recobra
    la agilidad del ciervo
    la agilidad del ciervo.

    3. Hija de Jairo,salta
    de la muerte a la vida.
    Obedece a la mano
    del Dios que resucita
    Vuelva tu cuerpo virgen
    A ser rosa florida,
    a ser rosa florida.

    4. Reina en tus ojos ciego
    De Jericó sin rumbo
    El sol que no declina
    la eterna luz del mundo
    Ya puede tu mirada
    besar flores y frutos
    Besar flores y frutos.

    5. Leproso sin futuro
    Sin luz desesperado
    Jesús limpia tu cuerpo
    De todo fruto amargo
    Arranca de tu carne
    La lepra del pecado
    La lepra del pecado

    6. Panes de amor divino
    Y peces de esperanza
    Multiplicad el gozo
    Ganad vuestra batalla
    Jesús es pan de vida
    Inmenso mar de gracia.

    7. Airadas tempestades
    Del mar embravecido
    Mirad la mano alzada
    Y el gesto imperativo
    Calmad vuestra furia
    Jesús os ha vencido.

    8. Lázaro de las sombras
    Vuelve a luz primera
    Vida te da la Vida
    Amor a toda prueba
    Rompe tus ataduras,
    Cristo será tu senda

    Milagros!
    que hacen el mundo nuevo para amarlo.
    ¡Milagros!
     haciendo amigos con el sol de cuando en cuando
    ¡Milagros!
    encarnándote de nuevo Señor somos tus manos (bis)

    ¡Milagros!
    la casa encendida del amor ya estrenado
    ¡Milagros!
    el mirar que nunca pasa conquistado
    ¡Milagros!
    las señales de Dios en los pecados
    ¡Amanece la vida!
    ¡el Reino ha llegando!

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    ¡VALIENTES Y NO COBARDES! Así nos sueña Jesús – Domingo 33 ciclo C

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