¡HUMILDES! SIN DARSE IMPORTANCIA

Aunque intentemos disimularlo, anhelamos los primeros puestos, nos encanta ser “centro” de miradas y atenciones, superar a “los otros”, y si es posible “ser los primeros”. Es una tendencia individual (individualismo)… pero también colectiva (etnocentrismo, nacionalismo). En este contexto nos preguntamos: ¿y qué decir de la “humildad”? ¿Es el ingrediente necesario para conseguir “llegar a más” -expresión cada vez más utilizada en toda competición-, o es el signo de una perezosa conformidad con lo que ya se tiene?

El secreto de la humildad (el Eclesiástico)

El libro del Eclesiástico muestra una sabiduría impresionante cuando aborda este tema. El representante de la Asamblea del pueblo exhorta a no excederse en la autovaloración. Uno es quien es. Por eso, en las grandezas humanas hay que saber mantenerse dentro de los propios límites; incluso recomienda empequeñecerse. 

¿Y a qué se debe esta modesta actitud? ¡Para dejar espacio al favor de Dios! Cuando Dios actúa defiende a quien no tiene defensor, aplaude a quien nadie aplaude, hace justicia a quien es injustamente desatendido o condenado. La humildad hace a Dios muy cercano y muy comprometido con nuestra causa: la soberbia y la petulancia lo alejan. Cuando Dios está cerca la injusticia es enfocada y tiembla: ante Dios no tiene la última palabra. El humilde espera que Dios actúe, aunque tarde. Al humilde Dios le confía sus secretos y posteriormente lo ensalza.

Los últimos, ¡los primeros! (Jesús)

Jesús fue humilde y tenía predilección por los humildes, pequeños y sencillos. Jesús nos dijo que Dios Padre les revela a los humildes sus misterios; y, por eso, le dio gracias.

Un día Jesús asistió a un banquete en casa de uno de los principales fariseos. Observó cómo muchos iban a ocupar los primeros puestos, dejando atrás a los demás. Jesús no compartió esta conducta. Y se quedó entre los últimos. Y así se comportó a lo largo de su vida. Estaba convencido de que en el eco-sistema del Reino de Dios los primeros serán los últimos y los últimos los primeros!

Con todo, la humildad no es una estrategia para ser posteriormente honrado y llevado a los primeros lugares. La humildad expresa la convicción de que no cuenta con quienes solo confían en su poder y no necesitan de Él. ¡Qué bien lo expresó María en el Magnificat! “Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes”.

Los humildes en la Nueva Jerusalén (la carta a los Hebreos)

La carta a los Hebreos está dirigida a la comunidad cristiana, formada por gente humilde y humillada, que ni siquiera tenía un templo para reunirse y adorar a Dios. A esa comunidad de humildes les profetiza el autor de la Carta: ¡ya os habéis acercado a la Jerusalén del cielo, a la ciudad del Dios vivo, a la congregación de los primogénitos inscritos en el cielo, a las almas de los justos que han llegado a su destino! ¡Ya, ahora, estáis junto a Jesús el Mediador de la nueva Alianza! No sois ya lo últimos ¡sois los primeros!

La Iglesia, en camino sinodal hacia el Cielo, está ya conectada con el cielo, cuando es humilde, cuando ocupa el último lugar y se ocupa de los últimos.

Para meditar

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