La liturgia de la noche de Navidad nos ha hablado del “Misterio que seduce”. La del día de Navidad de “la identidad que desafía”. Hoy… nos habla del “rechazo brutal”.
Tres días después de Navidad, el Niño Dios tiene que huir en la noche. Se convierte en refugiado. ¿Y adivina a dónde huyen? A Egipto.
Egipto. El lugar de la esclavitud. Del que Moisés sacó al pueblo hacia la libertad. Y ahora, la Sagrada Familia vuelve a Egipto… para encontrar vida.”
La Tierra Prometida se volvió mortal. El hogar, amenaza. Y la tierra de la esclavitud se convierte en refugio. Es el Anti-Éxodo.”
“José cruzó la frontera en plena noche. Sin papeles. Sin visa. Sin tiempo para trámites. Había una orden de muerte. La Sagrada Familia fueron inmigrantes ilegales. Así de claro.”
“¿Cómo es posible? Las autoridades religiosas no reconocieron al Verbo que creó el universo. Herodes quiso matarlo. El pueblo elegido rechazó a su Mesías.”
“Y Dios crece en la frontera, no en la capital. En el margen, no en el centro del poder. Por eso Jesús será siempre ‘el Galileo’. De la periferia.”
Hay madres que cruzan fronteras en la noche con sus hijos. Padres que, como José, simplemente se levantan y protegen a los suyos. La historia se repite.”
“Jesús fue un niño refugiado antes de ser maestro. Si despreciamos a los migrantes, despreciamos al Niño que huía de Herodes.”
“Dos preguntas para ti hoy: Primera: ¿Hay algún ‘Egipto’ en tu vida? ¿Algo que despreciabas… y Dios te está llamando justo ahí para encontrar vida?” “Segunda: ¿Hay algún ‘hogar’, alguna certeza que ya se volvió peligrosa para tu fe… y necesitas moverte?”
“José supo cuándo quedarse y cuándo huir. Esta semana: ¿estamos escuchando a dónde nos llama Dios para movernos y movilizarnos? Aunque sea a nuestro propio Egipto.”
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