En este día, ya cercana la Navidad, celebramos a la Madre de la Esperanza. Este bellísimo nombre “Esperanza” ha inspirado una gran filosofía: “El Principio Esperanza” de Ernst Bloch; y una gran teología: “La Teología de la Esperanza” de Jürgen Moltmann. Estas cosmovisiones nos dice que pertenecemos a una especie “deseante”. Nuestros deseos exceden todo lo que podemos pensar… sólo los apocalípticos, los soñadores iluminan la esperanza en una humanidad a veces tan deprimida. Hoy es un día para recuperar la ilusión, los sueños. La “madre Iglesia” se ve hoy reflejada en la “Madre de la Esperanza”, la testigo de la Esperanza.
“Donde acecha el peligro, allí está la salvación” (Hölderlin). ¡Qué bello unir estas filosofías y teologías utópicas -estas cosmovisiones- a la manifestación del Espíritu Santo en María. “Ella concibió por obra del Espíritu Santo”. Los dos fueron la Mediación escogida por el Abbá para encender la Esperanza en este mundo: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo unigénito”: Cristo, alegría del mundo, resplandor de la gloria del Padre… bendita la mañana que trajo su esplendor al universo. ¡Nunca una mujer ha traído tanta luz al mundo!
PARA CONTEMPLAR
María, testigo de una Esperanza
PARA CONTEMPLAR
Madre de la Esperanza
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