“Tesoro y red” son dos claves que nos ofrece la liturgia de este domingo. ¡Tesoro! He aquí una palabra que el ser humano utiliza frecuentemente en el lenguaje de los afectos, en la literatura amorosa. Así utilizada, la palabra tesoro nada tiene que ver con el espacio en que guardamos objetos valiosos, sino más bien con la fuente generosa e inagotable de amor. ¡Red! Es otra palabra propia de la posmodernidad. Es clave para entender la realidad no de forma jerárquica, piramidal, sino interconectada. Somos un haz de relaciones y desde ellas nos viene la gracia y la desgracia, la información y el virus. Estar conectados a la red es riesgo y es posibilidad.
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