LA VISITA DEL MESÍAS: SACERDOTES Y LAICOS: (Domingo IV: 2 de Febrero)

Dividiré esta homilía en cuatro partes:

  • El Mesías visita el Templo: sueño profético
  • Vino al Templo… y los suyos no lo recibieron.
  • Aquel Niño era el Sumo Sacerdote.
  • Y nosotros… ¿con quién nos identificamos?

El Mesías visita el templo: sueño profético 

Al profeta Malaquías le fue concedida la visión: aquel día entrará el Señor, el Mesías, en su templo. Y lo hará como mensajero de la alianza. Esta entrada del Señor traerá consigo purificación y juicio, simbolizados por el fuego del fundidor que refina metales preciosos. Esto quiere decir que analizará y examinará la fidelidad del pueblo a la Alianza que Dios estableció con el pueblo de Israel en el Sinaí. En el tema de nuestra Alianza con Dios no podemos andar con medias tintas: o eres fiel o eres infiel.

El profeta Malaquías tuvo la visión de que el Señor, el Mesías, entraría en su templo como mensajero de la alianza, trayendo purificación y juicio. Esta entrada simboliza la refinación y el examen de la fidelidad del pueblo a la Alianza de Dios con Israel. En nuestra Alianza con Dios, no podemos ser mediocres: o somos fieles o infieles.

El salmo 23 nos ratifica que quien entra en el templo es el “Rey de la gloria”, el Señor fuerte y poderoso.

Vino al Templo… y los suyos no lo recibieron

Los sumos sacerdotes del templo le habían transmitido a lo magos dónde el Mesías tenía que nacer: ¡en Belén de Juda!, pues así estaba escrito. También estaba escrito qué ocurriría al entrar el Mesías en el templo -como hemos visto en la lectura del profeta Malaquías. En esta ocasión los sacerdotes no advirtieron nada, no acogieron como se merecía al Mesías-Niño. Los trataron como a una familia de pobres, que ofrecieron lo mínimo establecido.

Hubo, sin embargo, dos personas que, movidas por el Espíritu intuyeron y reconocieron el misterio que aquella pareja María y José, y aquel Niño encerraban: el laico Simeón y Ana, la anciana servidora del Templo. Simeón reconoció quién era Jesús y quién era su madre y profetizó el destino del niño y lo que le sucedería a la madre. Ana -absorta- alabó a Dios.

Aquel Niño… era el Sumo Sacerdote

La segunda lectura nos permite penetrar más en el misterio. Está tomada de la carta a los Hebreos. Nos presenta a Jesús, no ya entrando en el Templo, sino entrando en este mundo para cumplir la voluntad de Dios Padre. Más todavía: nos presenta a Jesús como el auténtico Sumo Sacerdote, misericordioso y semejante en todo a nosotros -ya desde su entrada en nuestro mundo- como el auténtico Sumo Sacerdote, misericordioso, que entiende nuestras debilidades y nos acompaña en nuestras luchas.

Y esta es la identidad de aquel que llegó al templo y no fue acogido por los sacerdotes: “Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron”.

Conclusión: Y ¿nosotros? ¿Con quién nos identificamos?

Hoy en día, se puede estar en el Templo donde Jesús es central y permanecer distraído o ausente, sin recibirlo. Sin embargo, también hay quienes, como Simeón y Ana, lo reciben plenamente y comprenden quién es el centro del Templo y de la Iglesia. Jesús, en su papel de Sumo Sacerdote misericordioso, comprende nuestras debilidades y nos acompaña en nuestras luchas.

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EL LIBRO Y EL CUERPO – Domingo 3, ciclo C

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • Esdras, el lector del Libro
  • Jesús, lector e intérprete de Isaías
  • ¿Y nosotros? El cuerpo extendido de Cristo

Esdras, el lector del Libro

Nehemías era un judío desterrado. Tenía un cargo de responsabilidad: copero del rey; vigilaba para que el rey no pudiera ser envenenado. El rey le permitió volver a su Tierra y le concedió todo lo necesario para reconstruir las murallas de Jerusalén.

Esdras, el escriba, leyó ante todo el pueblo el libro de la Ley. Quienes habían pasado 70 años en el destierro apenas conocían la lengua del hebreo antiguo. Esdras leía la ley, la comentaba y traducía al dialecto caldeo… Y no solamente el idioma, el pueblo no conocía ya los ritos y ceremonias de su religión; fue necesario restaurar la fiesta de los tabernáculos. “Esdras bendijo al Señor, Dios grandes y todo el pueblo respondió con las manos levantadas: “Amén, Amén”. Luego se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra”. “Todo el pueblo lloraba al escuchar la Palabra de la ley.

El salmo 18 lo canta así: “La ley del Señor es perfecta… es descanso del alma”.

Jesús lector e intérprete de Isaías

Jesús dijo que ese texto hablaba de él. Si el pueblo reaccionó muy bien ante Esdras, sin embargo, ante Jesús no fue así: lo expulsaron y hasta quisieron despeñarlo. El pueblo se portó muy bien con Esdras. Los conciudadanos de Nazaret… muy mal con Jesús.

El evangelio nos presenta una escena parecida, pero mucho más sublime. Ocurre en Nazaret. Jesús era ya famoso: enseñaba en las sinagogas y todos lo alababan. En Nazaret, ante su pueblo Jesús leyó e interpretó el rollo del profeta Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido, me ha enviado a evangelizar a los pobres….”.

¿Y nosotros? ¡El cuerpo extendido de Cristo!

La segunda lectura tomada de 1 Corintios, capítulo 12, nos dice que Jesús no es para nosotros un extraño. Nosotros, los bautizados, somos parte del Cuerpo de Jesús. Jesús desea extender su cuerpo y hacer de cada uno de nosotros uno de sus miembros. ¡Somos el Cuerpo de Cristo! La comunidad cristiana es un Jesús extendido en el espacio y en el tiempo. ¿Somos conscientes de este tesoro que llevamos en vasijas de barro? Comulgamos para que a través de nosotros fluya la sangre de Jesús, para que nos sintamos miembros vivos de su cuerpo. Por eso exclamamos con el salmo 18: “Señor, roca mía, Redentor mío”.

Conclusión

Santa Teresa del Niño Jesús se preguntaba: ¿qué parte del cuerpo de Cristo soy yo? Ella se identificó con “el corazón”. Cada uno de nosotros ¡somos también miembros del Cuerpo! Alimentémonos con la Palabra de Dios, del antiguo y del nuevo Testamento. En cada eucaristía está la mesa de la Palabra y la Mesa del Cuerpo. Participemos en las dos, como el Pueblo de Israel al escuchar a Esdras o como Jesús leyendo a Isaías, y como la comunidad cristiana comulgando el Cuerpo de Cristo.

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EL AMANECER DE UNA NUEVA VIDA, Domingo 2, ciclo C.

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • El desposorio… nuevo amanecer
  • El protagonismo de Jesús en el banquete del amor
  • El regalo del Espíritu: los carismas

El desposorio… nuevo amanecer

La primera lectura -capítulo 62 del profeta Isaías- es sorprendente: nos habla de una esposa que es la ciudad de Jerusalén. La ciudad es joven. Su esposo la ama apasionadamente y es Dios mismo. Ella y su Esposo están enamorados y emprenden juntos una nueva vida. No se trata de una pareja de adultos que se reconcilia, sino de una pareja joven envuelta en el amanecer del primer amor.

La ciudad-esposa, que se ha sentido “abandonada”, “devastada”, ahora se reconocerá como “la predilecta”, como “corona fúlgida” y “diadema real”. Al final de la lectura, un centinela anuncia la llegada del Esposo como la aparición del sol, como una aurora que despierta a la ciudad, como una luz que ilumina sus murallas, como un amanecer.

El protagonismo de Jesús en el banquete del amor

El evangelio nos relata hoy la presencia de Jesús -junto con su madre (no se habla de José)- en una boda en Caná de Galilea. El evangelista Juan nos dijo previamente quién era Jesús: el “Verbo de Dios, hecho carne”. En aquella boda revela Jesús quién es Él. Su madre, María, está preocupada porque aquella celebración puede acabar en un fracaso: ¡No tienen vino! Ella sabía a quién recurrir: al gran Esposo de la Humanidad. Y como el centinela que anuncia la aurora María anuncia a los sirvientes: ¡Haced lo que Él os diga! Y la fiesta del amanecer esponsal se culminó en el gozo y la esperanza.

El regalo del Espíritu: los carismas

La lectura segunda nos habla del Espíritu Santo y de los regalos que concede a los seguidores de Jesús: san Pablo los denomina “carismas”. Es así como el Espíritu Santo se actúa y se muestra a través de cada uno de nosotros. Los carismas son “semillas” misteriosas que un día germinarán. Los carismas son “el vino nuevo” que se concede a cada uno. Haciéndolos germinar y actuar se construye la comunidad, el hogar. La humanidad está formada por gente extraordinaria, mujeres y hombres carismáticos. Con los dones del Espíritu la humanidad experimenta muchos amaneceres. Y quien concede los Carismas es el Espíritu del Amor.

Conclusión

Nuestro Dios no nos deja abandonados, ni desolados. Está siempre a nuestro lado: María la madre intercede por nosotros. El Espíritu Santo nos agracia con sus carismas: ¡descubrámoslos! ¡Hagámoslo germinar! Dijo el gran teólogo Karl Barth: “Si Jesús no se casó, fue porque su única esposa, su única novia, fue su Iglesia”. ¡Nosotros somos la Iglesia de Jesús! El salmo 95 lo expresa con esta invocación: “Cantad al Señor toda la tierra… bendecid su nombre”. Dispongámonos a un nuevo amanecer.

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EL BAUTISMO DEL SEÑOR (domingo, ciclo C)

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LA “NOBLEZA”: virtud del cristiano (Romano Guardini)

Vivimos frecuentemente bajo mínimos y muy por debajo de aquello que más deseamos. Nos resulta difícil cultivar la zona más noble de nuestro ser humano: ¡el espíritu! Nos situamos en un ámbito de mediocre vulgaridad y vivimos muy por debajo de nuestras posibilidades. Que esta tentación actúa entre nosotros, los seguidores de Jesús, las mujeres y hombres de Iglesia, es evidente. Por eso, añoramos ese estilo cristiano que Romano Guardini denominó “nobleza”.

La nobleza cristiana consiste en una fuerte tendencia a buscar siempre lo más elevado, lo más valioso. Esa tendencia debe configurar el nuevo modo de pensar, de sentir, que nos abrirán a una época nueva. No hay que renunciar ni a la técnica ni a la ciencia, ni a la política: “lo que necesitamos –escribió Guardini- no es menos técnica, sino más; mejor dicho, una técnica más fuerte, más reflexiva, más humana… más espiritual, mejor conformada” (Romano Guardini. Briefe vom Comer See (Cartas del lago de Como), M. Grünewald, Maguncia, 1953, p. 89.)

Sin el poder del espíritu la ciencia, la técnica, la política y la economía pierden nobleza, y nos llevan siempre al conflicto y a la desintegración. La falta de una Ética del poder nos sitúa al borde del abismo. La salvación debe provenir de un cambio de ideal: el ideal de la posesión y el dominio ha de ceder el puesto al ideal del respeto y la solidaridad. Si Europa creó en el pasado una asombrosa “cultura del poder y el dominio”, ahora debe configurar una “cultura del servicio” y del espíritu.

La zona más noble del ser humano tiene que ver con la mística. El hombre nuevo con mentalidad renovada está abierto a la experiencia mística. En ella se esconden tesoros de extraordinaria nobleza, y no solo para unos pocos elegidos, sino para círculos muy amplios. Los místicos son auténticos educadores del alma. El mayor místico de la historia fue Jesús, el Señor. Por eso, Jesús tiene mucho que decirnos hoy.

El cristiano del futuro es una persona entusiasmada y apasionada con la persona de su Maestro, Jesús; quedará configurada con la nobleza contagiosa del Señor. Esa nobleza mística se experimenta, de un modo muy especial, allí donde “ahora” Jesús, nuestro contemporáneo, se hace presente: ¡en la liturgia de la Iglesia! La Liturgia es una forma de contemplación mística hecha cuerpo, una especie de vida mística plasmada en formas sensibles. La Iglesia es una fuente de vida que mana del mismo Jesús. En la liturgia no solo estamos en la Iglesia, sino que somos Iglesia.

El cristiano del futuro no solo asiste a las celebraciones litúrgica, sino que intenta configurar litúrgicamente su vida entera, revestir de nobleza espiritual todos sus actos. Actitudes corporales como estar de pie, arrodillarse, moverse, guardar silencio…, gestos como persignarse, saludar, mirar atentamente…, acciones como orar en común, participar en la comunión, leer con voluntad de proclamar… pueden tener un sentido profundamente humano y religioso.

La tensión hacia lo espiritual-simbólico transfigura esas acciones, gestos y actitudes y los dota de un valor singular. Así, el andar hacia el altar no se reduce a recorrer una distancia; significa crear un campo de adhesión al misterio. Leer un texto bíblico no tiene sólo por fin comunicar su contenido; supone una proclamación, es decir: una invitación a asumir el mensaje que transmite. El incienso, el cirio, la luz, el altar, el ámbito sacro, las campanas…, y el valor expresivo de subir unas escaleras, franquear una puerta, darse golpes de pecho, levantarse, inclinarse, guardar silencio y hablar… son símbolos de una profunda y ancestral espiritualidad.

El cristiano espiritual y noble tiene una sensibilidad exquisita para todo lo bello. Pero siente una honda tristeza cuando en ciertas manifestaciones muy refinadas de belleza no aletea el espíritu de Dios. Logramos nuestro desarrollo personal cuando nos elevamos e interiorizamos.

El cristiano del futuro no solo está en la Iglesia, sino que se siente Iglesia: “es sangre de mi sangre, plenitud de la que vivo”. Siente la “alegría redentora” de amarla y tener auténtica paz interior. “Yo llego a ser más plenamente lo que debo ser cuanto más decididamente vivo en la Iglesia. Pero vivir en la Iglesia como Dios y ella misma quieren sólo lo puedo realizar en la medida en que logro una personalidad madura” (Romano Guardini, Vom Sinn der Kirche, M. Grünewald, Maguncia 1922, p. 55).

El cristiano del futuro es una persona “en recogimiento”: “del recogimiento depende todo… crea la apertura y el ´espacio´ interno de la oración…el ámbito más íntimo de la vida cristiana” (Cf. Romano Guardini, Introducción a la vida de oración, Dinor, San Sebastián, 1961, p. 14). Sin oración la interioridad humana se atrofia y pierde consistencia y fuerza

Guardini pudo manifestar que se puede ser sin miedo un hombre de la cultura actual y a la vez un cristiano católico, (…) vivir en un mundo pluralista sin volverse relativista; decir el mensaje evangélico de tal modo que no sea incomprensible por adelantado para los que están fuera.

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EPIFANÍA DEL SEÑOR: LA ESTRELLA -EL ESPÍRITU- QUE CONDUCE A JESÚS

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PALABRA Y SABIDURÍA – Domingo II de Navidad

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LA MÚSICA: ¿INOCENTE O MANIPULADORA?

La música no es inocente

Ha comenzado el nuevo año 2025. Las cadenas de TV ha emitido música, muchas música. La música puede ser una fuerza para el bien, pero también para el mal: manipular, controlar. La música tiene una naturaleza efímera,pero deja su huella. Puede ser  mal-utilizada, con finalidades poco éticas y manipuladoras que pasan desapercibidos. No solo hay espectáculo pasajero, sino también un mensaje subliminal con poder transformador. La música puede manipular, controlar.

La música puede ser utilizada para intensificar las emociones. Los cambios de tempo, conocidos como “groove” o “swing” en la música popular y jazz, o como “rubato” en la música clásica, pueden generar un aumento en la emoción de los oyentes. Estos cambios pueden ser utilizados de forma manipuladora: hubo un funeral en el cual se utilizó la música para provocar emociones alegres en lugar de tristeza.

La música se ha utilizado también como instrumento de tortura: la repetición fuerte e incesante de música para torturar “sin contacto” a personas en prisión o en cárcel oscura para lograr en ellas una desintegración psicológica. De esto no se habla en la Convención de la ONU contra la Tortura.

La música se utiliza para reforzar la identidad grupal: el himno nacional, el himno olímpico, el himno eucarístico, el himno congregacional… para reforzar la identidad de un grupo o movimiento social. La música se utilizó para exaltar a Hitler y serle fieles; y hasta la música sagrada quedó implicada en la cultura de opresión de diversos regímenes.

La música con cambios de tempo puede ser utilizada para manipular las emociones de los fieles durante los servicios religiosos. Se pueden utilizar técnicas de seducción contra la voluntad de las personas en un contexto de culto. La música “desencarnada”-donde el intérprete está ausente o es remoto- también puede ser utilizada para manipular a los oyentes.

El uso de música repetitiva o cantos también pueden ser utilizados para manipular o controlar. Por eso, tiene tanta importancia en las Jornadas mundiales de la Juventud, en nuevos grupos cristianos -como la renovación carismática, otros nuevos movimientos cristianos, o los cánticos repetitivos en los servicios de Taizé. La falta de directrices sobre el uso de la música en el culto podría permitir usos inapropiados o poco éticos. Se plantea la cuestión de quién tiene permitido cantar y quién no, porque se puede silenciar voces o limitar el acceso a los recursos.

El poder de la Música

La música adquiere poder a través de las “desviaciones” en el ritmo y el tempo. Estas desviaciones pueden crear tensión y resolución en la música, generando emociones fuertes en los oyentes.

La música puede “entrar” en el interior de una persona, creando un conflicto entre querer y no querer hacer algo, a través del anhelo y el deseo. El poder de la música para destruir la subjetividad la hace un medio eficaz de tortura.

Es necesario -también en la Iglesia- realizar un debate sobre el uso ético y teológico de la música, especialmente en el culto. Así nos lo recomienda la psicología, la fisiología y la sociología de la música hoy. Es necesario actualizar el debate sobre la ética y la teología de la música.

En este vídeo Javier López Escalona explora cómo los medios de comunicación manipulan nuestros gustos musicales y cómo la industria musical es capaz de controlarnos. Basándonos en los experimentos de Salomon Asch, las teorías de Elias Canetti y las críticas de Noam Chomsky, se analizan y trituran las ideas hegemónicas y globalizadas instauradas en nuestra percepción de la música y de cómo estas vienen propiciadas por el bombardeo mediático de los medios de comunicación de masas. Descubre cómo las mercancías del pop, trap y reguetón son utilizadas por los que controlan la industria. ¿Y tú, realmente eliges lo que escuchas? Deja en comentarios si piensas que tú personalmente no te dejas manipular y te mantienes crítico ante la masa.

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BENDICIÓN Y FE: 1 enero 2025, ciclo C

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¡QUE NAZCA LA FAMILIA! Domingo segundo de Navidad, ciclo C.

Hoy es el día de la Familia de Nazaret. Nos introducimos ritualmente en la humilde casa, en el taller de trabajo de José, María y el pequeño y joven Jesús. 

Dividiré esta homilía en tres partes:

  • Honra y respeto a los padres –
  • La familia de la mutua obediencia
  • El relato de la iniciación 

Honra y respeto a los padres

El libro del Eclesiástico considera la atención a los propios padres como un deber sagrado. En ellos se extiende y se hace palpable la honra y el respeto del creyente hacia su Dios. 

En su obra “Así hablaba Zaratustra” interpelaba Nietzsche a dos jóvenes que querían tener un hijo con estas palabras: “¿Os habéis preguntado si sois dignos?”. De seguro que las dudas de José (según el Evangelio de Mateo) proceden de conocer que no era digno de compartir con María, no solo el origen de Jesús, sino incluso la convivencia con ella y él. Quiso Dios, sin embargo, que aquel que no fue padre biológico de Jesús, hiciera las veces de un padre humano, educador, esposo de la madre. Así quedó constituida, por pura gracia, la familia de Nazaret: “el que honra a su padre… cuando rece, será escuchado… al que honra a su madre el Señor lo escucha”?

Jesús convivió con sus padres durante mucho tiempo. Llama la atención que, de sus treinta y tres años de vida, la gran mayoría de ellos los compartiese en su casa de Nazaret: “hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas”.

La familia de la mutua obediencia

La carta los Colosenses presenta la familia como un sistema de Alianza trilateral: el padre, la madre, los hijos. Considera la comunidad familiar como la comunidad de los elegidos de Dios, de los santos y amados; y como una comunidad de virtudes como la misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura, la comprensión.

Así imaginamos la familia de Nazaret: mutua atención, mutua obediencia, diálogo, capacidad de comprensión hacia el “otro”. Una teóloga casada me dijo en una ocasión: Jesús fue un “hijo difícil”. ¡No había caído en la cuenta! Pero tenía razón. María y José lo ratificarían. ¡No es fácil educar al “Hijo de Dios! y saber tratar a una persona con tanto, tanto misterio… 

El relato de la iniciación

El relato del evangelio bien podría considerarse como un relato de iniciación. A los 12 años un niño en Israel comenzaba a entrar en el mundo de los adultos, quedaba iniciado en la aventura del varón.

El extraño relato de la pérdida del niño Jesús en el templo, se comprende mejor, cuando es contemplado desde la perspectiva antropológica de la iniciación. El niño Jesús se desprende por primera vez del mundo de la madre y del padre y pasa al mundo de la independencia. Abandona el hogar familiar para entrar en el ámbito de su pueblo, donde los maestros, los ancianos sustituyen a los padres. Jesús tenía que nacer de nuevo como hijo del pueblo.

Se pierde, o los padres lo pierden. Lo buscan y lo encuentran en el templo “sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas”. Jesús asombra a todos. Sus padres quedan atónitos y su madre le reprocha: “Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados”.

Jesús les da otra respuesta asombrosa: “¿No sabíais que debía estar en los asuntos de mi Padre?”. Jesús hace referencia al otro ámbito en el cual ha de desplegar su vida. Ha de pasar al mundo del padre. Jesús, sin embargo, baja con ellos a Nazaret y sigue bajo su autoridad. Pero, a partir de aquel momento, todo fue distinto. La familia ha de reconfigurarse. Jesús ha de seguir creciendo. María, su madre y José su padre, no comprendieron y María lo meditaba en su corazón.

Conclusión

No se es familia por un documento que lo acredite. No se es familia por residir en la misma casa y dormir bajo el mismo techo. La familia es una comunidad que debe construirse día a día. En ella hay fuerzas que construyen, pero también fuerzas que destruyen. La madre, el padre y los hijos, no pocas veces también los abuelos, están llamados a mantener una realidad siempre frágil, que en cualquier momento puede saltar hecha pedazos. La familia es la comunidad de los diferentes. No se es familia por un hecho biológico, sino, sobre todo, por un lento aprendizaje de comunicación, de servicio mutuo, de colaboración, de amor.

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