Vivimos rodeados de noticias de guerra, de inseguridad y de dolor. Y nos preguntamos: ¿qué sentido tiene una vida tan amenazada? A veces, la certeza de la muerte nos entristece, como si fuéramos seres para la muerte. Pero las lecturas de este domingo nos invitan a mirar más alto, a contemplar la realidad desde la fe.
No hay fecha de caducidad para el amor
El Evangelio nos presenta un diálogo tenso entre Jesús y los saduceos. Para negar la resurrección, recurren a un caso extremo sobre el matrimonio, apoyándose en la ley del levirato. Pensaban que la única manera de vencer la muerte era dejar descendencia. Jesús los desarma con una verdad luminosa: “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.”
Después de la muerte, dice el Señor, ya no se muere más. El amor allí no se basa en la carne ni en la descendencia, sino en la comunión plena con Dios. Esa es la gran novedad de Jesús: el amor no termina con la muerte, porque nace de un Dios cuyo poder es dar vida eterna.
Por eso, no hace falta una descendencia para ser bendecido. Hace falta confiar en el Amor que no muere. Allí donde el amor es verdadero, hay ya resurrección
Convertir el asesinato en sacrificio
La primera lectura nos conduce a la fortaleza de los Macabeos. Amenazados y torturados, mueren con paz y con fe. Su madre, heroica en la esperanza, les enseña que la muerte puede transformarse en ofrenda. En ellos, el asesinato se convierte en sacrificio; la violencia se transforma en testimonio.
Cuando uno muere perdonando, muere resucitando. Los que aman a Dios hasta el final nunca son derrotados. Las ideologías de muerte pueden matar el cuerpo, pero no pueden matar al amor.
Y si pasa, ¿qué pasa?
San Pablo nos recuerda en la segunda lectura que la vida cristiana siempre estará rodeada de enemigos, de hombres perversos, de pruebas que nos ponen a prueba. Pero nos invita a sostener dos tesoros: el consuelo eterno y la hermosa esperanza.
El cristiano combate con las armas de la fe, la paciencia y la oración. No responde con odio, sino con confianza. No teme al final, porque sabe que el final es Dios.
Conclusión
Los que seguimos a Jesús proclamamos que somos seres para la resurrección. El amor de Dios no tiene fecha de caducidad. Ni la muerte ni el dolor pueden apagar esa llama.
Lo dijo el Cantar de los Cantares con belleza incomparable: “Fuerte es el amor como la muerte.” Pero Cristo fue más allá: el amor venció a la muerte.
Por eso, no estamos en manos de la oscuridad. Estamos en manos de la Vida. Y la Vida —la de Dios— vencerá para siempre.
Canción: Sin Caducidad para el Amor
TEXTO: SIN CADUCIDAD PARA EL AMOR
ESTRIBILLO]
No hay fecha de caducidad para Amor,
La Vida desafía la muerte y el dolor.
Nos sostiene el poder de Dios viviente,
Su luz nos rescata, nos hace resistentes.
[Estrofa 1]
1. Cuando la guerra y la inseguridad nos cercan
y la muerte amenaza por dentro y fuera
la tristeza invita a rendirse sin consuelo
pero el amor de Dios sostiene nuestro vuelo
2. La ley del levirato buscaba descendientes
creer que la vida termina en los ausentes.
mas Jesús revela que hay otra verdad
¡Vida eterna y resurrección en su bondad!
[ESTRIBILLO]
No hay fecha de caducidad para Amor,
La Vida desafía la muerte y el dolor.
Nos sostiene el poder de Dios viviente,
Su luz nos rescata, nos hace resistentes.
3. La violencia intentó apagar la esperanza
Los macabeos con fe y sin venganza
transformaron el asesinato en sacrificio,
convirtieron la muerte en culto y servicio
4. En la lucha diaria, Pablo nos anima,
consuelo y esperanza nunca se resignan.
Frente al mal, la fe nunca desarma,
en el Amor resucitado, todo trauma se sana.
[ESTRIBILLO]
No hay fecha de caducidad para Amor,
La Vida desafía la muerte y el dolor.
Nos sostiene el poder de Dios viviente,
Su luz nos rescata, nos hace resistentes.
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