¿Refundar la COPE?

Es denominada comúnmente “la cadena de los Obispos”. Más de uno ha hablado de los “dolores de cabeza” que esta institución les produce.

Basta asomarse a ella un solo día para descubrir que es:

  • la cadena en la que se transmite una permanente desesperanza ante la situación política y en la que se critican inmisericordemente a no pocos personajes púbicos; intervienen en ella personas muy quemadas, de pensamiento exacebadamente crítico, insatisfechas, incapaces de ver lo positivo en medio de lo negativo;
  • la cadena de la ironía y ridiculización del “diverso”: se desprecia la autoridad, a los gobernantes ya de una manera visceral; el desprecio va revestido frecuentemente de intelectualidad autosuficiente que desprecia a los “pobres ignorantes”, a los que no tienen títulos, a quienes no saben hablar, a quienes son unos “vagos” e “inoperantes;
  • la cadena que ridiculiza el progresismo político y eclesial, que excluye a quienes no coinciden con su ideario, que no admite el sano pluralismo eclesial, que excomulga a quienes no siguen la línea oficial que la línea ideológica asumida determina.
  • la cadena que -en sus programas estrella- muestra poca sensibilidad ante los países y grupos necesitados y en la que se defiende una economía muy poco solidaria.
  • la cadena de “las ausencias”: siempre abierta para algunos personajes políticos, culturales o eclesiales, pero muy cerrada al pluralismo social y eclesial. Quiere dar la impresión de ser la cadena que se identifica con la Iglesia y la defiende, pero en realidad lo hace condenando el pluralismo eclesial, imponiendo líneas combativas y militantes yrechazando el diálogo con los diferentes, la hospitalidad del corazón y de la mente;
  • es cierto que es la cadena sensible a la piedad popular, a los acontecimientos eclesiales, pero en el conjunto la mezcla ambigüa produce esa gran confusión que tanto denigran los locutores religiosos cuando se refieren al pluralismo teológico que se da en la Iglesia;
  • la cadena que ejerce un magisterio permanente sobre miles y miles de católicos, de presbíteros, de religiosos, de laicos, que -por ello- se exasperan cada día, ven la situación más sombría y no son testigos de esperanza.

¿Por qué se mantiene la línea actual de la COPE? Si es por razones económicas, conviene recordar lo que dijo Jesús: ¡No podeis servir a Dios y al dinero! ¡Eso sería idolatría! Si es para que la Iglesia tenga una voz pública y que llegue a muchos -¡soportando, no obstante, algunos inconvenientes!- habría que decir que no se le puede poner “una vela a Dios y otra al diablo”. El signo que ofrezca la Iglesia ha de ser nítido, comprensible. ¿Es la COPE un instrumento de evangelizacion adecuado para toda la Iglesia de España? ¿O es una emisora de la cual quedan excluidos millones de católicos que votan a partidos de signo diferente a aquellos defendidos -a veces- por la cadena?

Es el momento de refundar la COPE o si no abandonarla. No importa lo que perdamos, pero al fin ganará la Evangelización y la Iglesia podrá ofrecer su rostro de Madre, de Compasión, de Misericordia, de Hospitalidad hacia los diversos. “Si quieres entrar en la Vida… vende lo que tienes… Sígueme”.

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