“Lo nuestro, ¡ante todo!” y ¡sobre todo!. Se trata de un egoismo colectivo, frecuentemente pivotado por un dirigente. El grupo se autoafirma constantemente. Es mejor que los demás. Se basta a sí mismo. Puede invadir otros campos, porque él sí lo hará bien.
Mejores que los demás
Y ahí tenemos esas diócesis o parroquias, o comunidades generales o provinciales, o movimientos, que presumen de ser mejores que los demás. Que se vanaglorían de sí mismos por “lo bien que hacen las cosas”, por el “espíritu” que los anima, por la categoría de sus miembros. En “los otros” ven deficiencias, errores, decadencia… O esos grupos que blindan la pertenencia a ellos a través de una serie de requisitos y normas. No entienden que el “Espíritu” todo lo rebasa y disloca.
Celos
Los ojos de los celos o de la envidia o del fanatismo nos impiden ver cómo el Espíritu Santo actúa fuera de nosotros. Nos vuelve egocéntricos, grupo-céntricos. Si peligrosa es una persona, llevada por los celos y la envidia, mucho más peligroso es un grupo movido por ese mal espíritu, con el agravante de que en grupo todos se autoconvencen de estar en la verdad.
Los celos de una colectividad hacia otra generan persecuciones, clichés condenatorios permanentes, invasión de competencias, tristeza ante aquello que los demás hacen “bien”, falta de generosidad y reconocimiento.hacia el “otro”. Ocurre en el terreno deportivo, político, religioso y eclesial. ¡No estaría mal que en este domingo nos examinemos de ello!
Josué, llevado por los celos, le pidió a Moisés que prohibiese profetizar a quienes, sin estar presentes en la reunión programada, les fue concedido compartir su espíritu. El anciano Moisés, sin embargo, le ofrece al joven Josué un horizonte amplio y lo llama a la generosidad “hacia los otros”:
“–¿Tienes celos por mí? ¡Ojalá que todo el pueblo profetizara y el Señor infundiera en todos su Espíritu!” .
Juan, llevado también por los celos, le comunica a Jesús que le han prohibido a un extraño, expulsar demonios en su nombre “porque no era del grupo”. El generoso Jesús les pide que no prohiban y que no se cierren en el grupo: ¡los suyos son muchos más que los que parecen serlo!
Escándalo
Escándalo significa “trampa que hace caer”, artimaña que arruina y que arranca del ser humano sus mejores recursos. Es evidente que hay personas dispuestas a escandalizar, a normalizar el mal, a insensibilizar a la gente ante los valores. Existe una red de “anti-evangelización” que intenta inutilizar el terreno y hacer que la semilla de la Palabra no pueda germinar.
Jesús se refiere al escándalo en los niños o en los jóvenes. La red de los escándalos es sutíl. Crea un clima aparentemente inocuo, divertido, pero poco a poco mata el “alma”, la espiritualidad y anula los mejores recursos del ser humano. La desvergüenza y el afán de dinero de ciertos artistas, lleva a no pocos a protegerlos en nombre de una ética de la “libertad de expresión”. El escándalo crea un morbo lleno de curiosidad, que sobre todo, mata el alma de los más jóvenes y después los vuelve insensibles ante las “llamadas de Dios”.
La ira de Jesús
No me extraña que la ira de Jesús se expresara en una de sus frases más duras:
“Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran del cuello una piedra de molino y lo echaran al mar.”
Tampoco extraña la radicalidad con que Jesús nos pide que nos privemos de cualquier miembro del cuerpo, antes de ser motivo de caída. Por eso, ¡qué cautos hemos de ser en el hablar, en nuestra participación en los procesos educativos! Debemos renunciar a cualquier tipo de autosuficiencia; porque la autosuficiencia es utilizada por el Maligno para hacer caer…
Riquezas
El dinero que llega a mis manos no es nunca “del todo mío”. No puedo utilizarlo como yo quiera. Es dinero que pertenece a la comunidad humana y en ella, de una manera muy especial, a los más necesitados. Alguien dijo:
“toda propiedad privada, tiene una hipoteca social”.
Cuando el amor mira el dinero, lo transforma en servicio, en don, en instrumento de solidaridad. Cuando el egoismo mira el dinero, lo privatiza, lo torna objeto de placer, lo oculta para un disfrute no controlado.
El dinero es piedra de toque a la hora de calibrar nuestra calidad de vida cristiana. Por eso Jesús nos dijo: “No podéis servir a Dios y al dinero”. Y hoy Santiago nos dice: “Vuestra riqueza está podrida” y añade que quien no comparte sus bienes y defrauda a los trabajadores está asesinando.
“Celos, escándalos y riquezas pervertidas” son tres llamadas con una única finalidad: abrir el horizonte de nuestra vida al amor lúcido, transformador: descubrir el bien en los demás y dejarles libertad, descubrir el mal en los demás y denunciarlo, ofrecer los propios dones a los demás y enriquecerlos.
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