VIÑA Y CUERPO: ¿Biosistema o Institución sin más?

El peso institucional es, tantas veces tan fuerte, que es muy difícil entender que la Iglesia y sus comunidades forman -y son, ante todo, un organismo vivo. Hay personas que hablando del grupo religioso al que pertenecen, se refieren a él con expresiones como ésta: “mi institución” o “mi instituto”. La referencia a los componentes de la institución suele denominarse “estructuras” (de gobierno, de formación, económicas). Por eso, apenas concebimos una institución sin una constitución que determine su esencia, sin unos estatutos, normas, que manden cómo hay que actuar. La visión de Jesús -que hoy 13 de mayo de 2020 nos presenta la liturgia eucarística en el Evangelio- es muy distinta: nos ofrece una alegoría del mundo vegetal: en él no hay instituciones, ni institutos, sino biosistemas -sistemas vivientes-. Jesús nos habla del biosistema de la vid: la relación misteriosa de la cepa con los sarmientos y de los sarmientos con los racimos de uvas,… y un misterioso Labrador que la cuida para que dé mucho fruto.

El biosistema de Jesús: como la Vid y los sarmientos, como un Cuerpo y sus miembros

Al joven rico no lo invitó Jesús a entrar en una institución: sino que le dijo “Si quieres entrar en la Vida…” Le ofreció una forma nueva de vida. La vocación cristiana no es auténtica si nos introduce en un ámbito de muerte, de infecundidad, de corrupción, de autodestrucción. Por eso hay que estar muy atentos para que nuestros espacios no se conviertan en espacios tóxicos, espacios de muerte. .

En la última Cena Jesús nos convocó para formar con Él un organismo vivo. Lo hizo con la metáfora -tomada de la vida vegetal- de la viña, la cepa, los sarmientos y los racimos de uvas.

  • Las uvas no brotan directamente de la cepa, sino de los sarmientos. Pero los sarmientos no dan uvas si no están unidos a la cepa.
  • Si los sarmientos no son podados, pueden bloquear su transmisión de vida y no dar fruto. Por eso, es necesario que sean regularmente podados. Jesús se compara con la vid-cepa. Los discípulos son los sarmientos. El Abbá cuida y poda los sarmientos para que den más fruto; pero a a los que ya no dan fruto, los corta y echa al fuego.

Un gran discípulo de Jesús, Pablo de Tarso, recogió esta misma imagen y la transfirió al ámbito corporal humano. Jesús es el Cuerpo y sus discípulos somos los miembros de ese cuerpo. Cada miembro tiene su función y todos ellos han de estar coordinados. El cuerpo humano funciona desde muy diversos sistemas -todos ellos maravillosamente coordinados-: sanguíneo, óseo, muscular, neurológico, inmunológico… “¿No sabéis que sois Cuerpo de Cristo y miembros los unos de los otros?”.

Blaise Pascal entendió muy bien lo que significa “ser en Cristo” y “formar un solo cuerpo”, cuando en sus “Pensamientos” escribió lo siguiente:

“Ser miembro es no tener vida, ni ser, ni movimiento, más que por el espíritu del cuerpo y para el cuerpo. El miembro separado, al mover ya al cuerpo al que pertenece, no tiene más que un ser perecedero y llamado a morir; sin embargo, cree que es un todo, y al mover ya al cuerpo del que depende, cree que sólo depende de sí y quiere hacerse centro y cuerpo él mismo. Pero, como no tiene ya en sí el principio de la vida, no hace más que desvariar, y se extraña en la incertidumbre de su ser, sintiendo bien que no es cuerpo, pero no llegando a percibir que es miembro de un cuerpo. Finalmente, cuando llega a conocerse, es como si volviera en sí y ya no sr ama más que para el cuerpo, llorando sus antiguos extravíos”

Pascal, Pensamientos, n. 483.

De institución a organismo, de corporación a cuerpo

Lo que nos da vida no son las normas, las leyes, las instituciones. Todas ellas son necesarias, pero tienen un recorrido muy corto. Lo importante es sentirnos dentro de una gran y misteriosa biocenosis, comunidad de vida. El Abbá y la Santa Ruah cuidan de este organismo de todos nosotros en Cristo Jesús, como Cuerpo de Cristo, como un cuerpo de dimensiones cósmicas (Efesios y Colosenses).

La Iglesia mundial y la iglesia local tienen vocación de Sarmientos en la Vid (“Yo soy la Vid, vosotros los Sarmientos), de miembros en el Cuerpo de Jesús (Sois el cuerpo de Cristo, y miembros los unos de los otros). La relación entre los sarmientos y los miembros ha de ser vital, y no meramente estructural. “Ius sequitur vitam” (el derecho sigue a la vida), dice un antiguo aforismo. Las estructuras están al servicio de la vida y no la vida al servicio de las estructuras. La Iglesia mundial, sus diócesis, sus parroquias, sus comunidades, no son estructuras, son “bio-regiones”, “bio-cenosis” en las cuales se entra en la Vida y se experimenta. Espacio donde uno se injerta en la Vid, donde dada miembros se armoniza y dinamiza en el cuerpo. El pensador, psicólogo y terapeuta Albert J. LaChance sugirió -hace ya algún tiempo- que en lugar de hablar de “diócesis” empleáramos el término “bió-cesis”: es decir, aquellos micro-climas en los que se respira, se vive, hay siempre aire fresco, se experimenta la libertad del Espíritu, hay entusiasmo… Y no, donde todo se encuentra en estado de decadencia, de amortiguamiento… donde los sarmientos no dan fruto, y mucho menos “fruto abundante”… donde los miembros están descoyuntados y cada uno piense que él es el cuerpo. Propio de la vida es la auto-organización… Sí, dejarse llevar por la misteriosa lógica de la Vida.

Oración

Jesús, de qué forma tan sencilla, tan popular, nos hablaste. Sentimos orgullo de formar parte de tu cepa, de ser miembros de tu Cuerpo. Haz, por favor, que nada ni nadie nos desprenda de Tí. Que no rechacemos la poda, que el Abbá en su Providencia, realice en nosotros, tus sarmientos. Que no nos espante la fisioterapia de tu Espíritu que intenta reintegrarnos como miembros en la armonía de tu Cuerpo. Jesús, gracias… cuenta con nosotros.

Para contemplar.
Cantaré, Cantarás
(Es una oración para todo ser viviente)

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