El tema de la “viña” -que ha aparecido los domingos anteriores- recobra en este domingo una especial intensidad. La viña simboliza un pueblo del que Dios está enamorado… pero es infiel a ese amor. Los encargados de la viña se apoderan de ella, matan incluso al hijo del Amo… Dividiré esta homilía en tres partes: 1) Un amor traicionado; 2) Viñadores homicidas se apoderan de la viña 3) ¡El amor y la paz!
Un amor traicionado
“Voy a cantar en nombre de mi amigo un canto de amor a su viña”, dice el profeta Isaías.
Canta la decepción de Dios, enamorado de su viña, es decir, de su Pueblo. ¿Qué más pudo hacer Dios por ella? Esperaba los mejores frutos… recibió “agrazones”. Quienes aman apasionadamente y descubren la infidelidad, entenderán perfectamente la decepción de Dios con su Pueblo-Viña-Esposa.
El canto de amor se convirtió en una terrible lamentación.
Viñadores homicidas se apoderan de la viña
Jesús en el evangelio presenta a la viña amada por Dios, engalanada con regalos especiales, para que produzca “buenos frutos”… ¡Y los produce! El problema ahora no es la viña: son aquellos encargados de cuidarla. ¡Se la apropian! ¡La consideran suya! Y a los enviados por parte del Esposo para recoger sus frutos, los rechazan y tortura. El Amo (Dios), les envía a su propio Hijo (Jesús): pero ellos lo condenan a muerte y asesinan…. fuera de la viña.
¡Fue lo que ocurrió en Jerusalén! ¡Así actuaron con Dios y su Hijo, los jefes religiosos y políticos! Así ocurre a lo largo de la historia con el “pueblo de Dios”, perseguido, mal dirigido… cuando los encargados de la Viña (dirigentes religiosos o políticos) la secuestran y apartan de Dios.
Pero Dios en su momento actuará para reivindicar su amor y honor ultrajado. Los hará morir de mala muerte.
De qué forma tan bella expresó el gran teólogo protestante Karl Barth el amor del Hijo de Dios por la viña de Dios:
“Si Jesús no se casó, fue porque
su única esposa, su única amada fue su Iglesia”.
La Iglesia no le pertenece ni al Papa, ni a los Obispos, ni a los Párrocos, el pueblo no les pertenece a los políticos… ¡sólo le pertenece a Jesús, que entregó su vida “por todos”!
¡Dirigentes según el corazón de Dios!
La decepción no tiene la última palabra en Dios: entregará su viña a otros viñadores de paz. Es así como el Pueblo de Dios encuentra a “dirigentes según el corazón de Dios”, dirigentes que llevan la paz consigo. Así fue san Pablo y así lo recomendó en su carta a los Filipenses-: ¡sed hombres y mujeres de paz! Lo que es de Dios dádselo a Dios.
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