LA VIRGEN DEL PILAR – PERMANENTE “PARUSÍA” o PRESENCIA

El ya lejano 12 de mayo de 2018 recibí una invitación de los Caballeros y Damas de nuestra Señora del Pilar, para participar con una conferencia en las Jornadas Marianas que todos los años organizan. Su objetivo era profundizar en la Mariología, o la reflexión teológica sobre nuestra madre María. Propongo seguidamente las líneas fundamentales de mi intervención.

1. Zaragoza, lugar mariano y mariológico

Zaragoza es un lugar es no solo mariano, sino mariológico. ¿Qué se intenta decir con esta sutil distinción entre “mariano” y “mariológico”?

Los lugares marianos suelen estar conectados con “apariciones” de la virgen María, la madre que viene del Cielo. Así se explican todas las apariciones marianas: Fátima, Lourdes, Guadalupe etc.

Lo peculiar y hasta extraño de la aparición de María en Zaragoza es -según la tradición popular- es que “vino en carne mortal a Zaragoza”, es decir, fue trasladada desde Israel a España y concretamente a Zaragoza para encontrarse con el apóstol Santiago y alentarlo en su misión evangelizadora. Este lenguaje delata -a mi modo de ver- algo importante: no se trata de una aparición sino de una venida, una “parusía” de la madre de Jesús.

Cuando se habla de apariciones la Iglesia intenta obtener seguridades sobre su autenticidad y trata de documentarla. Cuando hablamos de “venida” la cuestión es diferente.

Parece totalmente inverosímil que -en el siglo I- pudiera acontecer algo parecido a un traslado de la madre de Jesús desde Palestina a la Hispania de aquel tiempo. Por otra parte, la tradición que se expresa en tales términos está sumamente alejada de lo que hubieran podido ser sus fuentes autorizadas.

Lo importante no es la cuestión documental, sino la constatación de que esa venida aconteció y acontece. Los primeros cristianos hablaban de la venida del Señor Jesús. Para ello utilizaban la palabra griega “Parousía”. Esta palabra era utilizada para hablar de la visita a una ciudad del Emperador. Los primeros cristianos la utilizaban para referirse a la esperada segunda venida de Jesús, el Señor, el Kyrios.

El gran teólogo redentorista François X. Durrwell decía en su libro “Eucaristía, sacramento pascual” que cada Eucaristía es “parusíaca”, es decir, un acontecimiento de “venida del Señor”. En cada Eucaristía el Señor “viene”: y por eso, le suplicamos: “Marana Tha. ¡Ven, Señor Jesús!

Me parece sumamente interesante hablar de Zaragoza como lugar de la Parusía de nuestra Señora, la madre de Jesús. Gracias al Espíritu Santo, María vino, viene y vendrá a Zaragoza. Ella no está aquí, sino que viene. Y viene para nosotros, para cada uno de quienes nos postramos ante su columna. Y si viene, esto quiere decir que es enviada por Dios Padre, por Jesús. Y viene en el Espíritu Santo.

Una de mis convicciones teológicas es que todo espacio mariano, donde María la madre de Jesús se hace presente, es -ante todo- un espacio donde el Espíritu Santo actúa a través de su mejor asociada y cómplice que es María la madre de Jesús.

El texto de san Juan que dice: “Os conviene que yo me vaya… os enviaré al Espíritu”, también puede interpretarse así: “con el Espíritu os enviaré a mi madre”, porque le diré en la Cruz: “Ahí tienes a tus hijos”. Y recuerden que después de decir estas palabras Jesús le entregó el Espíritu. El “Ven, Espíritu Santo” también está conectado con el “Ven, María en carne mortal”, es decir, a evocarnos tu historia, tu vida, tus experiencias de Jesús y con Jesús, con José, con la primera comunidad cristiana.

¿Será la fe popular y ya secular que proclama que María vino “en carne mortal” a Zaragoza una exageración devocional?

Hay en este sentimiento un deseo de conectar con María en su historia, en su realidad histórica: con María de Nazaret, María de Galilea, María de los caminos y del Calvario, María del Cenáculo y de la casa del discípulo amado. Zaragoza y la tierra aragonesa han sido elegidas por el Espíritu Santo para que sea permanente memoria de María, la mujer mediterránea y judía escogida para ser madre de Jesús, el Hijo de Dios.

2. La notoriedad de María

La profesora de historia en la Queen Mary University de Londres, Miri Rubin publicó el pasado 2009 un libro de 533 páginas titulado “Mother of God. A history of the Virgin Mary” (Madre de Dios. Una historia de la Virgen María)[1]. En él se pregunta la autora cómo ha sido posible que la Virgen María –de quien tan poco sabemos a partir de los Evangelios- se haya convertido en uno de los más influyentes y complejos personajes religiosos en nuestro mundo.

Miri Rubin –experta sobre todo en historia medieval- investiga las ideas, las prácticas y las imágenes que se han ido desarrollando sobre María desde las primeras décadas del cristianismo hasta el año 1600. Descubre la figura de María no solo en la doctrina eclesial, en la teología, en la devoción, sino también en la música, la poesía, la literatura, los relatos de milagros. Miri Rubin llega a la conclusión de que María está ya tan inserta en nuestra cultura que es imposible concebir la historia occidental sin ella.

  • Son muchas las mujeres cristianas e incluso varones cristianos que llevan en su nombre el nombre de “María”.
  • Son muchos los lugares, pueblos, ciudades e Iglesias que también lo llevan.
  • Las imágenes de la virgen María están presentes en casas, muros de ciudades, calles, fachadas catedralicias, cruces de caminos, museos.
  • No pocos creyentes la llevan en sus medallas.
  • Su figura es objeto de excelentes obras de arte arquitectónico, pictórico, escultórico, musical, literario, de modo que ella ofrece a los artistas –especialmente occidentales- un sublime canon de belleza.
  • María está poderosamente presente en la liturgia y en la oración de la tradición católica y ortodoxa.
  •  Y desde que el catolicismo es una religión mundial, la cultura de María es tan diferenciada como la de los continentes que llevan su impronta: la pompa de las celebraciones en torno a la virgen de Guadalupe., las visiones de María en Kigali en Rwanda o los impresionantes dramas procesionales en la cultura de Filipinas…
  • Es tan reconocible María en todas las partes del mundo, que en el siglo XX una inteligente mujer joven católica de Detroit buscó un personaje que pudiera captar su audacia y su imponente ambición, se lanzó a sí misma simplemente como “Madonna”[2].

María ha sido continuamente re-imaginada por diferentes generaciones. María ha mostrado una inacabable capacidad de inspirar y estar presente en las culturas cristianas y aun superar sus fronteras. No solo católicos, no solo cristianos, también judíos, musulmanes y budistas tienen al parecer algo que decir sobre María. María se ha convertido en un icono global.

En el cristianismo se ha creado el más refinado constructo en el que la feminidad queda focalizada en la maternidad. María fue acogida como hija y hermana y esposa, pero todo ello subordinado a María madre, dadora de vida y nutricia. Porque el seno de la mujer se convierte en el espacio de la gran hospitalidad: este acto es tan generoso que a veces amenaza de destruir a la madre misma. Esta es una verdad que muchísimos mitos y rituales representan para así negar la autoridad de los padres. Es uno de los infinitos significados de María,

3. La virgen del Pilar

Zaragoza es -por voluntad del Espíritu de Dios Padre y de Jesús- lugar de la Parusía de nuestra Señora, la madre de Jesús. El Espíritu Santo quiso hacerla venir para ratificar la fe de un pueblo cristiano bi-milenario. Y quiso que trajera el aroma de su propia historia: ¡en carne mortal!

María vino, viene y vendrá a Zaragoza. Y ella sigue viniendo para que cada creyente se encuentre con su Misterio. Hoy lo hemos presentado como un misterio de marginalidad, de seguimiento, de fe, de maternidad en la fe. La columna es el símbolo de esa fidelidad-fe que nunca se vuelve atrás. Y si viene, esto quiere decir que es enviada por Dios Padre, por Jesús. Y viene en el Espíritu Santo.

La basílica del Pilar es, ante todo, el espacio donde el Espíritu Santo actúa a través de su mejor asociada y cómplice que es María la madre y discípula de Jesús, la madre del discípulo amado.

Es la basílica de la Parusía mariana que viene a visitar a sus hijos e hijas. Los caballeros y damas de la Virgen del Pilar se comprometen a ser los guardianes espirituales de la santa Columna en el Santuario y la expresión de la hospitalidad permanente de María del Pilar. En quienes se acercan a besar la santa columna resuenan silenciosa y permanentemente las palabras de María en Caná de Galilea: “haced lo que Él nos diga”.

El Santuario del Pilar no es un lugar “fake”: es un lugar “imán”, es decir uno de esos espacios que el Espíritu Santo se reserva en nuestro planeta para atraer, seducir, inspirar.

Y la tradición continúa… Aragón se identifica con la “madre” que lo visitó y siempre lo visita. Ante ella se depositan en su fiesta miles de ramos de flores. El Pilar es uno de los espacios en los cuales María y el Espíritu Santo -que la cubre con su sombra- se sienten muy acogidos y puedan derramar sus dones para la transformación cristiana y espiritual de la Ciudad, de España y de tantos lugares que la virgen del Pilar sigue -como misionera de su Hijo- visitando. Y se prolonga en el nombre de tantas mujeres que también se llaman “Pilar” ¡Bendita y alabada sea la hora….!

El Ebro guarda silencio al pasar por el Pilar …


[1] Miri Rubin, Mother of God. A history of the Virgin Mary, Yale University Press, New Haven & London, 2009.

[2] Cf. Miri Rubin, o.c., p. XXI

El Ebro guarda silencio al pasar por el Pilaar

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