Todos queremos estar con el “rey”. Sabemos cuánto anhelan los jóvenes, las jóvenes, estar junto a su ídolo musical, o deportivo, cuánto deseamos encontrarnos con nuestro líder político o religioso… Todos queremos estar en presencia del “rey”. El hambre de padre se transmuta en hambre de rey. Eso responde a nuestro mundo mitológico. Teresa de Jesús entendió la vida espiritual como deseo y dinamismo que lleva hacia la estancia más secreta del Rey.La festividad de Cristo Rey nos hace entrar en el simbolismo de los grandes mitos. Por eso, el reino de Jesús no es “de este mundo”, no es de esta apariencia que pasa. Lo importante es descubrirlo como aquel que algún día restituirá el reino al Padre.
¡Añoranza del líder perfecto!
No se encuentra el jefe perfecto. Todo grupo humano quisiera contar con dirigentes excelentes, sabios, perspicaces, justos, buenos… Pero ya vemos los resultados. Del buen líder se espera capacidad de re-unir a los diferentes en una comunidad; no tanto la imposición de su dominio (de sus ideas, de sus proyectos, de su línea), sino la unificación de lo desintegrado, la convergencia de lo dispar, la generación de un espíritu común que a todos entusiasme y dinamice. Pero ¿dónde encontrar una persona así? ¿Dónde encontrar el papa perfecto, el obispo perfecto, el párroco perfecto, el dirigente político perfecto, el entrenador perfecto, el superior perfecto?
Hoy el profeta Ezequiel se muestra iconoclasta. Quiere acabar con el “divismo” que manifiesta la pretensión de identificar a alguien aquí en la tierra, por muy bueno que sea, con el “líder perfecto”. Nadie, nadie lo es. ¡Sólo Dios! o ¡sólo la encarnación de Dios! será el líder perfecto, el Pastor capaz de re-unir a los dispersos. Él será un día nuestro Pastor, nuestro Líder. Cuidará a todos. No actuará con favoritismos o prejuicios: “Juzgará rectamente entre oveja y oveja, persona y persona”.
¡Jesús tiene que reinar!
Especial resonancia tiene en este día esta frase de Pablo: “¡Cristo tiene que reinar!”. Esta afirmación supone una concepción progresiva del reinado de Jesús, de su gobierno sobre este mundo.
Estamos en tiempos en que Jesús está reinando. Se fue al cielo, pero se ha quedado misteriosamente entre nosotros. El “rey invisible” no es el “rey ausente”. Aquí está llevando adelante su misión secreta y poniendo a sus enemigos bajo sus pies. Estamos en tiempos del Reinado de Jesús, pero marcados por una lucha feroz. Las armas que Jesús utiliza, nada tienen que ver con la violencia. Son las armas del amor, de la vida. Por eso, parece tan vulnerable y tan poco exitoso; Jesús está reinando desde los pobres, desde lo últimos. Lo que se haga a ellos, se le hace a Jesús. Jesús irá destruyendo a sus enemigos. El último será la muerte. Cuando haya vencido, entregará el Reino a su Abbá.
¡Reúne a todos y… juzga!
El bueno, bello y único Pastor es el Hijo del Hombre. Así le gustaba llamarse a Jesús. Era el título de su tarjeta de visita. Bien sabía Jesús que el autor de esa imagen era el profeta Daniel. Después de hablar de imperios antiguos y de sus dirigentes, representados con imágenes monstruosas y bestiales, presentaba la llegada del reinado de Dios con una bella imagen humana, portadora de justicia y equidad. El Hijo del Hombre es la imagen del poder alternativo a cualquier poder bestial. El Hijo del Hombre trae al gobierno de la tierra la humanidad, el rostro humano. Y junto con ello, trae la justicia que los poderosos no son capaces de administrar rectamente.
El Hijo del Hombre reúne a todos. Tiene el poder de unir a los dispersos, de hacer entrar en diálogo y comunión a los distanciados y enfrentados. Nadie, ningún pueblo de la tierra queda fuera de su acción benéfica. Reúne a todos los pueblos de la tierra. El Hijo del Hombre no elige unos pueblos en perjuicio de otros, sino “a todos”. De esta manera manifiesta que Dios no tiene acepción de personas, que todos son sus hijas e hijos; que ama a todas las obras de sus manos. Y también actúa así el Hijo del Hombre, que es el Hijo de Dios.
El Hijo del Hombre juzga entre oveja y oveja, entre individuo e individuo. La prepotencia de unos sobre otros no va a quedar impune; ni la injusticia, ni el desamor, ni el olvido… El Hijo del Hombre se identifica con quienes sufren el hambre, la sed, la cárcel, la enfermedad, la marginación…. En ellos está y por eso juzgará como quien está personalmente implicado en la ofensa.
Esta perspectiva es tremenda. No hay que hacerse ilusiones. El rey es el vasallo. El líder es el último de la fila. Quiere la comunión a toda costa, pero nunca una comunión sin justicia. En su juicio definitivo se presenta como Aquel que se identifica con los hambrientos, los sedientos, los enfermos, los encarcelados. En ellos pedía, suplicaba, esperaba.
Conclusión
Llegado a la conclusión mis sentimientos son de plenitud, de gozo, de agradecimiento. No conozco un camino espiritual más pedagógico, más sabio, más entusiasmante que el curso del Año Litúrgico, con todos sus tiempos y etapas.
Merece la pena entrar en esta Escuela de Espiritualidad, en este ejercicio semanal de la “Lectio Divina”. La Palabra:
- Purifica: nos sirve de criterio para descubrir nuestro mal y el mal del mundo; la Palabra tiene fuerza para fulminar el mal que tantas veces se adueña de nosotros. Nos hace recorrer con ella el camino de la purificación.
- Ilumina: la Palabra es luz en nuestro sendero, lámpara para nuestros pasos. Con ella se ilumina la realidad, se comprende lo incomprensible, se hallan claves que nos hacen accesible lo inaccesible.
- Une: la Palabra nos hace entrar en la comunión de la Alianza. Nos hace tender las relaciones de la Alianza, en primer lugar hacia nuestro Dios, la Santa Trinidad, hasta sentirnos bendecidos, habitados, movidos por Ella. Nos hace tejer relaciones de fraternidad y sororidad con nuestros hermanos y hermanas. Y nos lleva a comprender nuestra comunión con la naturaleza y el universo, como espacio donde nos sentimos también identificados como creaturas de nuestro Dios.
Gracias, a ti, hermano o hermana, que leerás estos comentarios nacidos de la vida. Espero que el Espíritu te lleve donde Él quiera y que estas páginas te sirvan de modesta compañía, que no le impidan a Él o Ella inspirarte en todo momento.
Impactos: 2491
Muchas gracias. Me hace mucho bien todo lo que publicas. Para nada me impide lo que El o Ella me quieran inspirar. Al contrario, le dan solidez.