“EL VALOR DIVINO DE LO HUMANO” (Miércoles de la III Semana de Cuaresma)

En aquel tiempo dijo Jesús: “No penséis que yo he venido a poner fin a la ley de Moisés y a las enseñanzas de los profetas. No he venido a ponerles fin, sino a darles su verdadero sentido. Porque os aseguro que mientras existan el cielo y la tierra no se le quitará a la ley ni un punto ni una coma, hasta que suceda lo que tenga que suceder. Por eso, el que quebrante uno de los mandamientos de la ley, aunque sea el más pequeño, y no enseñe a la gente a obedecerlos, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos. Pero el que los obedezca y enseñe a otros a hacer lo mismo, será considerado grande en el reino de los cielos” (Mt 5,17-19)

Preparación: 

Hoy podemos descubrir “el valor divino de lo humano”. Jesús nos introduce en la realidad, tal como es, y nos dice que su misión lleva todo a plenitud.

Lectura: 

Jesús no viene a plantear un cambio radical en Israel. Reconoce todo lo bueno y excelente que le ha precedido. Valora al máximo a Moisés, a los Profetas. La ley encuentra en el acontecimiento del Reino de Dios su sentido y su fuerza, como Ley del Espíritu, como ley de amor y de libertad. Las profecías se harán realidad pues el Reino de Dios está ya aconteciendo.

Meditación:

 Jesús valora todo lo auténticamente humano y todo lo divino que el Espíritu ha derramado en la humanidad: tradiciones religiosas, culturas, humanismos. Jesús es incluyente y no excluyente. En él lo humano encuentra su cumplimiento. La creación y la naturaleza, la historia y toda la creatividad cultural y religiosa de los pueblos, no encuentran en Jesús un antagonista. Más bien a Aquel que acoge, lleva a plenitud, que sana, que redime, pero no que destruye y aniquila. Resuenan en este contexto extraordinariamente bien las palabras que Jesús repetía con alguna frecuencia a sus discípulos: ¡No temáis, soy yo! 

Oración: 

 Jesús, a veces te contemplamos con excesiva radicalidad, como una alternativa total a todo lo que entre nosotros acontece; sin embargo, hoy te muestras a nosotros como aquel que “mejoras” todo lo humano, lo llevas a plenitud, como quien nos corrige pero no para humillarnos, sino para que aquello que llevamos entre manos sea perfecto. Gracias, Jesús, porque siempre estás detrás de nosotros y llevas a plenitud nuestros sueños.

Contemplación: 

 Jesús no es enemigo del ser humano. Jesús no viene a suplantar, sino a obtener de la humanidad lo mejor que en ella ha sido sembrado. La comunidad de Jesús debe expresar ante “los otros” este mismo talante. No ha de aparecer como un grupo de fundamentalistas que todo lo arrasan, que todo lo que no proceda de ellos, lo desprecian. Mas bien hemos de ser -en continuidad con nuestro Maestro- personas acogedoras, incluyentes, positivas, serviciales, potenciadoras del bien.

Acción: 

 Encontrarás, tal vez, en este día la posibilidad de ayudar a alguien, de potenciarlo, de estar a su lado humildemente y hacerle sentir la satisfacción de lo realizado adecuadamente.

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