No es frecuente contemplar la Eucaristía desde la perspectiva del libro de los Proverbios o de las profecías de Daniel. ¡Así lo hace la liturgia de este domingo! Esta perspectiva revoluciona nuestra vivencia de la Eucaristía. La torna terapéutica y revolucionaria.
Esta fiesta de la Asunción es la fiesta del Milagro, del final de la peregrinación, de la sinodalidad totalmente cumplida. En sinodalidad con María conocemos cuál es la meta del camino.
Dividiré esta homilía en tres partes:
En camino con María
Hacia el final de nuestra peregrinación
La Mujer del Apocalipsis
En camino con María
Los Evangelios nos presentan el camino de la madre de Jesús desde Nazaret hasta el Gólgota. Y… después el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo se derrama como luz, vida y fuego sobre la comunidad cristiana, “la madre de Jesús estaba allí”. Ese día nació la Iglesia “por obra del Espíritu Santo y de María virgen”. Y también la Iglesia emprendió su camino.
Pentecostés fue -para la Iglesia- como Nazaret: el comienzo de lo que llegará a su plenitud al final de los tiempos.
En Pentecostés nacimos por obra del Espíritu Santo y de María. Fue el día de nuestra primera consagración. Lo que aconteció abiertamente en Pentecostés, había acontecido secretamente en el corazón de María en Nazaret. El corazón de María es la habitación superior del Cenáculo, donde la humanidad redimida se reúne. Pentecostés tiene su origen en el Corazón de María. Fue allí donde nació la Iglesia. El fiat de la anunciación fundamenta todo lo que vendrá después.
Hacia el final de nuestra peregrinación
El camino de la Iglesia se re-inicia cada día en el Bautismo. Nuestros compromisos cristianos posteriores (consagración conyugal, profesión religiosa, compromisos carismáticos) son un bautismo carismático continuado, un Pentecostés alargado en el tiempo, que siempre acontece en el corazón de María, porque “María está allí”. Los primeros Padres griegos hablaban del corazón de María como “el vaso sagrado de todos los misterios”: El “vaso espiritual”, colmado del Espíritu Santo.
La Mujer del Apocalipsis
Después de Pentecostés llega la última etapa de María en la tierra y su primera etapa en el cielo. Se revela quién es María: un ser de Cielo y de la Tierra, como la Mujer del Apocalípsis capítulo 12.
El misterio de la Asunción de nuestra madre María en cuerpo y alma al cielo nos pide que elevemos nuestros ojos a la gloria que envuelve a la Madre de Jesús en su entrada en la gloria eterna. María forma parte así de los primeros frutos de aquellos que duermen (1 Cor 15, 20). En María nos ha llegado la plenitud de los tiempos (1 Cor 10,11) y se inicia la glorificación de la Iglesia.
En la fiesta de la Asunción, la Iglesia celebra su asunción, su gloria final (Santo Tomás de Aquino). La asunción de María es la luna, que refleja el sol de la resurrección de Jesús. Y ese es el destino de nuestra sinodalidad, el lugar del milagro infinito y misterioso.
Conclusión
Nuestro camino sinodal va subiendo lentamente a través de los caminos de la ascética y la mística hacia la gloria eterna.
Desde su Inmaculada Concepción hasta su gloriosa Asunción, María es un símbolo de toda la vida de la Iglesia y de nuestra vida espiritual. La historia de la Iglesia comienza en el seno de la Virgen María y culminará en el cuerpo glorificado de María
Cuando uno se siente débil y deprimido, necesita energía. No basta la medicina, se necesita también la Palabra, la conversación. Los próximos domingos escucharemos un largo discurso de Jesús sobre el Pan de Vida. Hoy se inicia este magnífico discurso.
EUCARISTÍA – por Siro López, formador, artista, creador
Hace ya unos años, Siro me pidió que pusiera mi comentario a esta imagen…. “eucarística”. E inspirado por ella, escribí el siguiente poema. En realidad, Siro, me hizo contemplar la Eucaristía desde una perspectiva “no convencional”, pero , ¿no es así, como el Espíritu consagra la realidad? Y ¡éste fue mi comentario!:
Cada domingo, o tal vez cada día nos acercamos a la mesa eucarística para comulgar. ¿Y por qué con tanta frecuencia? La respuesta es: porque el Pan del Camino. ¡Qué pena que quienes hicieron la primera comunión, dejen muy pronto de participar en la comunión? Prescinden ya del “pan del Camino”.
Sus discípulos le pidieron a Jesús que despidiera a la gente. ¡Ya era tarde y tenían que comer! Jesús les replicó “¡dadles vosotros de comer!”. Y después de buscar le replicaron: “pero… ¿qué es esto para tantos?”. Pasados los siglos también decimos: “pero… ¿qué es esto para tantos? ¿Habrá otra solución?
Veo por doquier demasiada gente armada: en la sociedad política, en la religión, en las familias, en la vida consagrada. ¡Siempre hay un enemigo al que atacar! ¿De qué nos sirve decir tantas veces “¡la paz sea con vosotros!”, si la guerra abierta o encubierta está siempre a la orden del día? Las armas verbales, las armas de la mirada despreciativa, o de la mirada negada, las armas del corazón de piedra. Y con las armas, nuestras “armaduras”: con ellas defendemos nuestra supuesta dignidad, nuestra soberbia agazapada, nuestro “tener siempre razón”, nuestro “punto de vista que siempre es el mejor”. En este contexto, ha llegado a mí un texto del Patriarca de Constantinopla, Atenágoras falleció el 1972 y que me hace pensar y aprender la lección. Helo aquí:
Hace algunos años apareció un libro muy interesante. Su autor, James P. Carse -académico estadounidense y profesor de historia y literatura de la religión en la Universidad de Nueva York- lo tituló “Juegos finitos e infinitos: una visión de la vida como juego y posibilidad (“Finite and infinite Games: a visión of life as Play and Possibility”[1]). En él habla el autor de dos tipos de juegos: los juegos finitos y los juegos infinitos. Este planteamiento es inspirador. Aplicable a diversas situaciones y realidades. También es aplicable al carisma de cada instituto dentro de la vida consagrada. Y nos permite soñar lo que parece imposible.
La imagen bíblica del “buen pastor” era el símbolo del buen gobierno. En cambio, la imagen bíblica del des-gobierno eran las “ovejas perdidas y sin pastor”. Este domingo nos invita a meditar sobre ello.
Hace 175 en esta celda del Seminario de Vic nació la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. Este lugar fue su pequeño “Belén”.