Cada domingo, o tal vez cada día nos acercamos a la mesa eucarística para comulgar. ¿Y por qué con tanta frecuencia? La respuesta es: porque el Pan del Camino. ¡Qué pena que quienes hicieron la primera comunión, dejen muy pronto de participar en la comunión? Prescinden ya del “pan del Camino”.
Dividiré esta homilía en tres partes:
- El alimento del desierto
- Nuestro extraño camino
- El alimento del desierto
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