ALIANZA, OBEDIENCIA Y CRUZ (Domingo V de Cuaresma y día internacional del Síndrome de Down)

Tres son las palabras que condensan el mensaje de la Palabra de Dios en este Domingo quinto de Cuaresma: Alianza, Obediencia y Cruz.

Alianza

El sueño de Dios ha sido siempre y sigue siendo para siempre establecer una Alianza con esa criatura que Él creó “a su imagen y semejanza”, con el ser humano como individuo y como comunidad. Por extensión, el sueño de Dios es también establecer alianza con todo ser viviente, con toda la creación. Y selló su Alianza poniendo en el cielo el Arco-iris… para que de ver en cuando descubramos el “anillo pluricolor” de Dios desposado con su Creación.

La felicidad nos llega de nuestra conexión con Aquel que tanto amó al mundo, que le entregó a su Hijo único. La Alianza llega a su plenitud, cuando el Hijo derramó la sangre de la Alianza “por nosotros”.

“Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo… Todos me conocerán, desde el pequeño al grande, cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados”

Jeremias 31, 33-34

Por eso, la petición del salmo 50, ha sido repetida por nuestra Asamblea una y otra vez: ¡Oh Dios, crea en mí un corazón puro”

Obediencia

El mandamiento principal de la Alianza se inicia con una palabra que no es meramente retórica, sino “esencial”: “Escucha, Israel” (Shemá Israel). El “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón” está precedido por el “¡Escucha!”. Y ésto, ¿porqué? Porque nuestro amor surgirá en nosotros cuando nuestro Dios nos hable. La Palabra de Dios tiene la capacidad de en-amorarnos y hacer brotar en nosotros todo un torrente de amor tridimensional: hacia Dios, hacia los demás, hacia nosotros mismos. La Palabra de la Alianza es poderosa, es recreada. “Y dijo Dios…. y dijo Dios… y dijo Dios. Es así como fue la creación. Es así como nuestro Dios nos enamora. ¿Cómo escuchar la Palabra de Dios, si sentir fuego, vida, amor, en nosotros? En cambio, cuando el amor nace de nuestro voluntarismo, de nuestra propia iniciativa… ¡qué pobre es! ¡qué raquítico! e incluso, ¡qué egoísta!

Pues bien, la escucha de la Palabra tiene un nombre: Obediencia. Jesús fue obediente a la Alianza. Venció las tentaciones contra la Alianza. Venció la última tentación contra la Alianza cuando:

A gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió a obedecer”

Hb 5,7-8

Cruz

La Alianza de Dios con la humanidad no tenía como objetivo reducirse al pueblo de Israel. En aquel momento en el que los representantes religiosos y políticos del Pueblo se disponían a condenar a Jesús y a cometer el Gran Divorcio (cuyo símbolo más trágico fue cuando se rasgó la cortina que cubría el Sancta Sanctorum del Templo), en ese mismo momento unos griegos se acercan a Andrés y Felipe. ¡Los dos apóstoles con nombres no-judios! “Queremos ver a Jesús”. Se trataba del acercamiento de otros pueblos al gran Mediador de la Alianza.

Jesús se muestra entonces, no como el “hijo de David”, sino como “el Hijo del Hombre”: el mediador de la Alianza con toda la humanidad. Y se identifica con el grano de trigo que cae en tierra, muerrte y da mucho fruto. Jesús siente agitación y miedo. Pero el Dios de la Alianza, el Abbá, está atento y va a convertir la muerte de Jesús en un acontecimiento de Alianza nueva y definitiva para toda la humanidad: “Lo he glorificado y volveré a glorificarlo”.

“Cuando sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí”

Jn 12, 32-33)

El Cristo crucificado es ya para siempre el mártir de la Alianza, el testigo fiel de la Alianza, quien nos recuerda cuánto, cuánto, cuánto nos ama nuestro Abbá creador. Y ese amor se hace realidad permanente a través de los ríos de agua viva que brotan del cuerpo del Crucificado: el Espíritu que nos sería dado.

Hoy también… queremos ver a Jesús

¿Dónde detectar al Dios de la Alianza nueva y eterna? Nuestra relación con Jesús, nuestro Señor y Maestro, se realiza en la oscuridad, en esta oscuridad. Nuestra fe en Él está pasando por una noche. ¿Quién nos podrá salvar? Unos invocan a Alá, otros a Yahweh. Nosotros, como los griegos del Evangelio de este domingo, queremos “ver a Jesús”, queremos seguir a Jesús. Sabemos muy bien que hemos de esperar, que hemos de pasar por sombras de muerte: pero nada tememos, porque Él va con nosotros. Aun en medio del horror, sabemos que todo contribuye al bien de los que Dios ama. ¿Quién nos podrá separar de su amor? ¡Alianza! ¡Ob-audiencia!, ¡Cruz!

Hoy es el día internacional del Síndrome de Down

La humano-diversidad nos sorprende cada día más. En ellas y ellos se refleja de una manera muy especial la “imagen de Dios”. Terrible es cuando a ellos y ellas -ya en el seno de su madre- se acerca Herodes con sus soldados asesinos. Bellísimo es cuando a ellos y ellas -ya en el seno de su madre- se acercan ángeles que cuidan, protegen, aman y huyen hacia un nuevo Egipto donde todos son acogidos y pueden desplegar “la extraordinaria humanidad” que les ha sido concedida. En ellos y ellas se encuentra “la otra humanidad”, la “otra forma” de amor, de verdad, de heroicidad. Qué fantástico: ¡somos humanidad humano-diversa! ¡Viva la inclusividad!

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