JOSÉ “DE MARÍA Y JESÚS”, EL PRIMERO EN LA GRAN CONVOCATORIA (lectio divina)

Preparación para el encuentro con José: 

En medio de la Cuaresma aparece la figura del hombre justo, hijo de David, de Jacob, esposo de María, José. La Iglesia nos lo presenta como un pionero en el camino de la fe.

Lectura:

Jacob fue padre de José, el marido de María, y ella fue la madre de Jesús, a quien llamamos el Mesías. El nacimiento de Jesucristo fue así: María, su madre, estaba comprometida para casarse con José; pero antes de vivir juntos se encontró encinta por el poder del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciar públicamente a María, decidió separarse de ella en secreto. Ya había pensado hacerlo así, cuando un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, descendiente de David, no tengas miedo de tomar a María por esposa, porque el hijo que espera es obra del Espíritu Santo. María tendrá un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús. Se llamará así porque salvará a su pueblo de sus pecados”. Cuando José despertó, hizo lo que el ángel del Señor le había ordenado (Mt 1,16.18-21.24a:).

“El esposo de María, la madre de Jesús” es la expresión que identifica a José.

  • Dios unió a José con María de forma indisoluble.
  • En ellos dos se realiza el sueño del Génesis: no serán dos, sino uno; y también lo que dijo más tarde Jesús: “lo que Dios ha unido, que nadie lo separe”.
  • También para María José era  referencia de identidad. José también le dio identidad al hijo de María.
  • Al acoger ser su esposo, acogió también al Hijo de María hasta el punto de darle el nombre y reconocerlo como suyo.
    • En ese momento, Jesús recibió a través de José, la legitimidad davídica.
    • La genealogía de Jesús es la genealogía de José.
    • A través de José, Jesús se integra en lo más relevante de la historia de Israel.
  • ¡No separemos lo que Dios ha unido! Nunca María sin José. Nunca José sin María. Nunca ambos sin Jesús.

Meditación:

También José -como María, su esposa- pasó por la noche de la fe.

  • Sus planes personales se vieron profundamente afectados por la vocación que el ángel de Dios le transmitió: acoger a María como esposa en su casa y dar nombre, identidad davídica, humana, varonil al hijo de ella.
  • En José aparece también el “fiat” suyo, como antes lo había sido el “fíat” de María: “hizo lo que el ángel del Señor le había dicho”.
  • La vocación cristiana es una llamada a trascendernos, a ir más allá de lo sospechado. No hay mayor dignidad que ser -en algún momento de nuestra existencia- interpelados por el mismo Dios y recibir de Él o a través de alguno de sus mensajeros una misión.

Oración:

Abbá, nadie queda excluido de tu proyecto. Para cada uno de nosotros tienes reservado “un camino virgen” como decía tu poeta León Felipe. Gracias por tus llamadas, por esta gran convocación que vas realizando a lo largo de la historia de la humanidad. Muchas gracias por dirigirnos también a nosotros tu llamada. Que brote espontáneo de nuestro corazón un permanente ¡fiat!

Contemplación:

José, María, fueron los primeros llamados, pero no lo únicos.

  • Como muestran las genealogías de Jesús, ellos estaban integrados en una gran convocatoria realizada por Dios desde Abraham (genealogía de Mateo) o incluso desde Adán (genealogía de Lucas).
  • Más todavía: la convocatoria divina continuó actuando en el mundo: desde los primeros discípulos y discípulas de Jesús hasta nosotros mismos, también agraciados con esta gran convocatoria.
  • Contemplar a María y a José -en este contexto- se convierte para nosotros en el gran estímulo para responder con la mayor generosidad y entrega a la llamada. ¡Qué fantástico es formar parte de esta gran comunidad del Reino de Dios!

Acción:

Sintámonos un instrumento dentro de una gran orquesta. Unido o unida a toda ella tratemos de escuchar la música del Reino de Dios, interpretada por todos.

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