¿CREER EN JESÚS, HIJO DE DIOS? EL TESTIMONIO CONVINCENTE

Preparación

Seguimos profundizando en la revelación del Abbá que Jesús nos va haciendo en este camino de la Cuaresma. Que el Espíritu Santo sensibilice nuestro corazón ante las enseñanzas de nuestro Maestro.

Lectura:

En aquel tiempo dijo Jesús: “Si yo diera testimonio en favor mío, mi testimonio no valdría como prueba; pero hay otro que da testimonio en mi favor, y me consta que su testimonio sí vale como prueba. Vosotros enviasteis a preguntarle a Juan, y lo que él respondió es cierto. Pero yo no dependo del testimonio de ningún hombre; sólo digo esto para que vosotros podáis ser salvos. Juan era como una lámpara que ardía y alumbraba, y vosotros quisisteis gozar de su luz un poco de tiempo. Pero tengo a mi favor un testimonio de más valor que el de Juan. Lo que yo hago, que es lo que el Padre me encargó que hiciera, prueba que de veras el Padre me ha enviado. Y también el Padre, que me ha enviado, da testimonio a mi favor, a pesar de que nunca habéis oído su voz ni lo habéis visto ni su mensaje ha penetrado en vosotros, porque no creéis en aquel que el Padre envió. Estudiáis las Escrituras con toda atención porque esperáis encontrar en ellas la vida eterna; y precisamente las Escrituras dan testimonio de mí. Sin embargo, no queréis venir a mí para tener esa vida. Yo no acepto honores que vengan de los hombres. Además os conozco y sé que no amáis a Dios. Yo he venido en nombre de mi Padre y no me aceptáis; en cambio aceptaríais a cualquier otro que viniera en nombre propio. ¿Cómo podéis creer, si recibís honores unos de otros y no buscáis los honores que vienen del Dios único? No creáis que yo os voy a acusar delante de mi Padre. El que os acusa es Moisés mismo, en quien habéis puesto vuestra esperanza. Porque si vosotros creyerais a Moisés, también me creeríais a mí, porque Moisés escribió acerca de mí. Pero si no creéis lo que él escribió, ¿cómo vais a creer lo que yo os digo?” Jn 5,31-47.

¿Quién puede probar que Jesús es el Hijo de Dios?

  • ¿Jesús mismo?
  • ¿Un testigo humano como Juan Bautista?
  • Jesús reconoce que ni su testimonio ni el de Juan son suficientes.
  • El verdadero testimonio proviene de Dios Padre que lo envía y le permite realizar obras que hablan de la identidad de Jesús: dar vida y resucitar muertos.
  • También las Escrituras, como Palabra de Dios, dan testimonio sobre Jesús. La cerrazón de los judíos ante tales testimonios los excluye de la verdad y de la vida. Invalidan de ese modo hasta su fe en las Escrituras y en Moisés. Cree en Jesús quien recibe el testimonio de Dios en su corazón y reconoce en las obras de Jesús la actuación misteriosa de su Abbá.

Meditación:

Es interesante la forma cómo Jesús nos habla del testimonio.

  • Jesús no se autojustifica, ni se autodefiende.
  • Hay realidades y personas que dan testimonio de Él.
    • Jesús Resucitado nos dijo a sus discípulos y discípulas: “Seréis mis testigos hasta los confines de la tierra”.
    • Ser testigos, a la luz de la “lectio divina” de hoy implica formar parte de una gran red y conectarnos con ella, ser una partícula en una gran nube de testigos, sintonizar con el gran coro testimonial, ser Iglesia.
    • En ese gran testimonio coral resuena sobre todo el testimonio del Abbá que proclama a Jesús como su Hijo amado y el testimonio del Espíritu Santo que alienta en todo.

Oración:

Abbá y Santo Espíritu, acogednos como humilde parte de vuestro testimonio en favor de Jesús; queremos colaborar en la transmisión de la fe que vosotros vais realizando en el corazón de los fieles; que venga a la tierra una época de oro de la fe. ¡La necesitamos tanto!

Contemplación:

Para ser testigo no necesitamos ser super-santos, ni saber mucho; tampoco depende de la edad; no importa si uno es joven o jubilado, niño o anciano, sano o enfermo. En toda circunstancia podemos ejercer el testimonio, venciendo nuestra timidez y convirtiéndonos en anuncio humanos de Jesús, de su bondad, de su amor, de su divinidad. Somos la publicidad de Jesús.

Acción:

Hoy trataré de sentirme testigo de Jesús y de transmitir mi fe, siendo consciente de que no soy el único, porque pertenezco a la Iglesia y a la humanidad de tanta gente de buena voluntad.

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