El pesimismo, o el realismo nos impiden soñar. Jesús era un soñador. No podía ser peor la situación del mundo bajo la violencia de los poderosos de aquel tiempo… y sin embargo, Jesús no cesaba de anunciar bienaventuranzas.
Dividiré esta homilía en tres partes:
- ¡Que renazcan las utopías!
- Encender los motores de la utopía
- La imagen del “Hijo del Hombre”
¡Que Renazcan las Utopías!
Es admirable ver a grupos que proclaman que “otro mundo es posible” y trabajan para hacerlo realidad. Frases como “la paz es posible”, “otra democracia es posible” y “otra iglesia es posible” resuenan con fuerza en nuestra sociedad. Necesitamos urgentemente que renazcan las utopías; no podemos permitir que el realismo apague la poesía y la mística de nuestro trabajo. Trabajar solo por un salario es muy diferente a contribuir a un gran proyecto.
La pregunta crucial es: ¿es realmente posible lo que soñamos? La liturgia de este domingo nos invita a soñar el futuro y a creer en la posibilidad, porque nuestro Dios está comprometido con esta labor. Las lecturas bíblicas nos animan a pasar de la lamentación al anuncio de lo que es posible. “Nada es imposible para Dios”, le dijo el ángel Gabriel a María, y Jesús afirmó: “Todo es posible para quien cree”.
Encender los Motores de la Utopía
Las lecturas nos conectan con nuestra tradición apocalíptica, encendiendo los motores de nuestra espiritualidad. No debemos salir insensibles; debemos celebrar la venida del Hijo del Hombre. El cambio necesario no proviene de seres humanos autosuficientes, sino de la llegada del Hijo del Hombre, quien convulsiona la naturaleza, restablece la justicia y restaura la Alianza.
La llegada del Hijo del Hombre es comparable a un ejército liberador o la inauguración de una democracia tras una dictadura. Jesús se identifica con esta imagen bíblica del profeta Daniel, quien describe al Mesías como el portador de la salvación tras una serie de reinados opresores. A través de su vida, Jesús redefine esta imagen, haciéndola más humana y compasiva.
¡Todo es Posible!
Ruiz Anglada
¡Todo es posible! para quienes siguen al Hijo del Hombre, quienes verán cosas aún mayores. Aunque no sabemos cuándo vendrá el Hijo del Hombre, esta incertidumbre no debe desalentarnos. Jesús nos llama a estar vigilantes y atentos a su presencia en nuestras vidas.
Quienes sueñan que “otro mundo es posible” son como las vírgenes con aceite en sus lámparas; quienes se resignan al statu quo corren el riesgo de quedarse fuera del sueño. La Iglesia debe ser como una vigía que anuncia la llegada del Hijo del Hombre, iluminada por una fe certera. Debemos movilizarnos para reconstruir la esperanza y comunicarnos sobre cómo se hace presente el Hijo del Hombre.
Conclusión
Al soñar lo imposible, podemos llegar a lo imprevisible. La resurrección es cierta, la justicia está en camino y las oportunidades se presentan en cada paso. La invitación es a perder el miedo y entrar en comunión con Él, porque hay un futuro lleno de posibilidades.
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