Descubriremos un día que “amor” no es sólo un sentimiento humano, sino que “Dios es Amor”: reconoceremos el carácter “divino” de todo tipo de amor auténtico y que el amor no tiene fronteras y acoge a todos.
Donde el amor se enciende, allí acontece una intensificación de la vida… una revolución. Quien ama se apega intensamente a la realidad amada, pero se desapega de otras realidades. Todo aquello que nos enamora (personas, ideas, lugares, belleza, deporte…) nos desestabiliza y nos hace vivir intensamente, peligrosamente.
Dividiré esta homilía en tres partes:
- Estupor de Pedro ante el amor sin fronteras
- Dios es Amor
- Dar la vida por los amigos
Estupor de Pedro ante el amor sin fronteras
La primera lectura nos relata cómo un grupo de paganos o gentiles -reunidos en casa de Cornelio- le pidieron a Pedro que los aceptase en la comunidad de Jesús por medio del bautismo. En principio, Pedro se negó, porque pensaba que el don de Dios estaba reservado sobre para los judíos. Con todo, había tenido un sueño simbólico, en el cual Dios le pedía que comiese “animales” considerados por Pedro como “impuros”. Ante la negativa de Pedro, Dios le dijo: “Pedro, lo que Dios ha hecho puro, no lo llames tú impuro”- Después el Espíritu se derramó sobre los paganos y comenzaron a hablar lenguas extrañas y proclamar las grandezas de Dios. Entonces, Pedro, lleno de estupor se preguntó: ¿Se puede negar el agua del bautismo a quienes han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros”?
El Espíritu Santo es el Amor de Dios derramado en nuestros corazones. Dios ama a todos y quiere que todos se salven; el Espíritu se derrama sobre toda la humanidad. Por eso, Jesús nos envió a proclamar el Evangelio y bautizar a todas las gentes.
Dios es Amor
La segunda lectura nos ofrece la más sorprendente definición de Dios: Dios es Amor, nos dice san Juan. Para conocer quién es Dios es necesario “amar”: “quien no ama no puede conocer a Dios”. Las personas que aman “mucho” conocen mejor a Dios que aquellas que no aman tanto. Y el amor consiste no tanto en que nosotros amemos a Dios, sino en que Dios nos ha amado tanto que nos ha enviado a su Hijo, como víctima por nuestros pecados.
Dios quiere que todos los hombres se salven. Y sí lo quiere hará lo posible e imposible para que así sea. Nosotros también debemos amar a todos, hasta a los enemigos. El amor cristiano no excluye a nadie, a nadie.
Dar la vida por los amigos
Jesús en el evangelio de hoy nos muestra cuál es el amor más grande: ¡dar la vida por los amigos! Jesús nos amó tanto que dio su vida por nosotros.
La fuente del amor es la experiencia de cómo Dios nos ama, de cómo Jesús nos ha amado
Quien ama no es partidista ni universalista; si es de derechas está abierto a los de izquierdas y si es de izquierdas está abierto a los de derechas. Quien ama no busca una unidad ficticia e impuesta, porque reconoce los derechos individuales y los protege. Quien ama no se siente satisfecho con ser miembro de un grupo o comunidad o religión, con vivir en un terruño o espacio de tierra: quien ama tiende a ser global, abierto al todo, habitante del mundo, ser histórico. Quien ama no condena, sino que trata de comprender al otro y está dispuesto a pasar por el difícil trago del “perdón” y por relativizar lo que entendemos por justicia. Quien ama está dispuesto a nacer de nuevo. Quien ama se preocupa más de las víctimas que de sí mismo. Es sincero y humilde. Quien ama pide perdón y perdona. La verdad del amor se muestra en la capacidad de pedir perdón y de perdonar. El callarse y no defender la verdad es algo así como un insolente orgullo, revestido de humildad.
Conclusión
Madre Teresa de Calcuta le pedía a sus hermanas Misioneras de la Caridad que al atender a los más pobres, a todos, se les notara en los ojos la alegría.
Sí, un día descubriremos que la aventura amorosa de toda nuestra vida ha sido posible porque Dios nos visitó, porque su Espíritu fue derramado en nuestros corazones. Quizá lloremos por haber perdido grandes oportunidades de amar y por no utilizar más frecuentemente el abrillantador, el embellecedor, el reconstituyente, el configurador de nuestros amores, que es el Espíritu de Dios y su Palabra; o quizá mejor, ¡por no dejar que nuestros amores sean plasmados por el Santo Espíritu y la Palabra! Pero descubriremos que Alguien estuvo a nuestro lado y todo se convertirá en excelentes memorias, como la canción que ahora interpreta el coro “One Voices”:
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