Jesús, nos promete dar mucho fruto . Nuestra experiencia, sin embargo, nos dice que muchos de nuestros esfuerzos son infructuosos y nos preguntamos: ‘¡Tantos desvelos, tanto esfuerzo, tanta preocupación! ¿Para qué?’. En momentos de duda, la Palabra de Dios nos ofrece luz y consuelo, invitándonos a reflexionar sobre nuestra verdadera conexión con la fuente de toda vida y esperanza.”
Dividiré esta homilía en cuatro partes:
- El celo infructuoso del neo-converso
- Injertado en la vid, da fruto abundante
- Las tres presencias
- Conclusión orante
El Celo infructuoso del neo-converso
“En la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles, nos encontramos con un ferviente Pablo de Tarso, un neo-converso que, desbordado por el entusiasmo y las nuevas ideas, suscita sospechas en la comunidad cristiana primitiva. A pesar de su pasión, Pablo no logra convertir a los judíos y se convierte en un problema más que en una solución. Aquí interviene Bernabé, que ve en Pablo un ‘instrumento elegido por Dios’. Después de un tiempo necesario para madurar y hacerse creíble, Pablo es reintegrado a la misión, transformado y más efectivo.”
Injertado en la Vid, da Fruto Abundante
“El Evangelio nos recuerda la importancia de estar ‘injertados en la vid’. Jesús, la vid, es la fuente de vida y fructificación. Sin Él, somos como ramas secas, destinadas al fuego. Al estar conectados con Jesús, quien nos proclamó como la Resurrección y la Vida, nuestras acciones y oraciones cobran un nuevo significado, no por méritos propios, sino por nuestra unión vital con Él.”
Las tres Presencias
“Las lecturas de hoy nos hablan de las tres presencias de Jesús: en la Eucaristía, en la comunidad eclesial, y en la Misión. Jesús está presente en el pan y el vino, en la Palabra proclamada, y en cada uno de nuestros hermanos, especialmente los más necesitados. Acoger a Jesús en estas tres presencias nos permite ver y actuar más allá de nuestras limitaciones, convirtiéndonos en sus sarmientos vivos y fructíferos.”
Conclusión orante
“Invocamos al Espíritu Santo para que nos guíe en esta ecología de la Presencia total, para vivir una espiritualidad que abarca todas las dimensiones de nuestra existencia.
Que nunca nos separemos de Ti, Señor. Que te encontremos siempre en las tres presencias a través de las cuales vienes a nosotros, y que no permitas que nos desconectemos para vivir únicamente desde nuestras propias fuerzas. Tú haces maravillas en nosotros, a través de nosotros, porque somos tu expresión corporal, tus sarmientos.”
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