“Ella comprendió entonces que Dios no es uno que se aburre, sino tres que se aman. Comprendió el misterio del amante, el amado y el amor” (Antonio Gala, Las afueras de Dios,. p. 269).
Es hoy la fiesta de nuestro Dios. No tenemos un dios solitario, ni soltero. No tenemos un dios múltiple, como los dioses del Olimpo. Nuestro Dios es Padre-Hijo-Espíritu, es Trinidad. Pero Trinidad en-amor, o Trinidad En-amorada. Por eso es Trinidad Una. – Descubrir este Misterio es para nosotros la clave del cristianismo, porque hemos sido creados “a imagen y semejanza de Dios”.
Dividiré esta homilía en tres partes:
- Tanto amó Dios Abbá al mundo…
- Alegraos, la Trinidad os bendice
- El Señor, esté con vosotros
“Tanto amó Dios Abbá al mundo”
El evangelio que acabamos de proclamar pone en los labios de Jesús la más inaudita noticia que un ser humano puede escuchar: Que Dios es Amor, que ¡tanto amó Dios Padre a su creación, a nuestro planeta tierra, a la humanidad, que nos envió a su Hijo amado, al Hijo eterno de sus entrañas! Y quiso que naciera de “mujer”… en todo como nosotros, menos en el pecado.
Y esta es nuestra primera convicción de fe: ¡Dios es Amor! ¡Dios es Luz, sin tiniebla alguna! Dios es la Belleza infinita. Dios es alegre. Y ese Dios es amor, sonrisa y belleza seductora.
¡Alegraos! ¡Animaos! ¡La Trinidad os bendice!
En la segunda lectura san Pablo nos exhorta a vivir todos unidos, a llenar de alegría nuestra vida, a conseguir relaciones de paz y colaboración. Y todo ello, por una sola razón que repetimos ritualmente en muchas eucaristías:
La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté siempre con todos vosotros.
Gracia, Amor y Comunión son los otros nombres de la Trinidad, cuando ella se refleja en nosotros. Jesús es regalo, gracia de Dios. Abbá es Amor primordial y primero. El Espíritu es Comunión, unidad de los diferentes.
La presencia trinitaria llena a la comunidad de alegría, ánimo, paz, reconciliación. La comunidad tiene en la Santa Trinidad su fuente y su modelo.
“¡Mi Señor vaya con nosotros!”
La revelación del Dios Trinidad, Amor, Gracia y Comunión ya se vislumbraba desde el principio, Dios se comprometió con el ser humano, con su creatura, cuando la creó a su imagen y semejanza. El Creador no puede olvidarse de la hechura de sus manos y, menos todavía, de su obra maestra.
La primera lectura, tomada del libro del Éxodo nos describe a nuestro Dios como “compasivo y misericordioso”, que está siempre a nuestro lado en nuestro caminar por la historia, sea ésta personal o colectiva. Y por eso, se pregunta el autor sagrado: ¿qué pueblo de la tierra tiene un Dios como nuestro Dios? ¿un Dios tan cercano, tan preocupado por los seres humanos, tan interesado por sus creaturas?
Nuestro Dios es Aquel que siempre nos tiene presentes, como la persona enamorada tiene siempre presente a aquella que ama. Hasta se dice que nuestro Dios no es indiferente ante nuestra respuesta: si no le respondemos se pone “celoso”… porque está apasionado por nosotros. Dios quiere ser nuestro “único”. “No adoréis a nadie” cantamos con frecuencia.
El Misterio de la Trinidad nos hace superar tanto el monoteísmo, como el politeísmo. Nuestro Dios es Trinidad: Padre-Hijo y el Espíritu de los dos. Y así lo confesamos tantas veces con sublime admiración:
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, al Dios que es, que era y que viene.
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