
Ha sido frecuente entre nosotros utilizar un lenguaje inadecuado para hablar de la santidad: “tenemos que ser santos”, “hemos de ser santos”, “tender hacia la santidad”. Estas y otras frases ponen de relieve el esfuerzo moral que se necesita para llegar a ese objetivo. En el fondo no acabamos de superar el semi-pelagianismo que hemos ido heredando desde hace muchos siglos. El tema de la santidad se plantea bien, cuando se entiende de verdad porqué hablamos en esos términos. La santidad es una gracia, no una conquista. La santidad es gozo y exultacion… es una “nueva normalidad” después de buscar la felicidad donde no está. “Un santo triste… es un triste santo”. Hoy celebramos la fiesta de todos los que han conseguido la plenitud bienaventurada
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