
La unidad de los que creemos en Jesús está amenazada. Lo constatamos a todos los niveles de la vida eclesial. Hay entre nosotros personas en constante actitud cerrada, crítica, en oposición permanente. Si están en puestos de gobierno son excluyentes y amenazantes: la unidad consiste en pensar y actuar como ellos piensan, dicen y ordenan. Si no están en puestos de gobierno o liderazgo muestran una obstinada rebeldía y se auto-excluyen de la unión con quienes no son de su cuerda. Estas conductas las encontramos tanto a nivel de confesiones cristianas, como de iglesia universal, como de iglesia locales, como también en las comunidades parroquiales, comunidades religiosas e incluso comunidades familiares. El mensaje de la liturgia de hoy, jueves de la última semana de Pascua, 27 de mayo 2020, nos habla de la “unidad”: la unidad nos lleva a la conexión total, comenzando por los más empobrecidos y necesitados, como hizo Jesús; ahí se refleja la comunión de Dios Padre con su Hijo Jesús, el crucificado. Hay personas sin entrañas con las que no se puede contar para esta gran convocatoria de la unidad.. ¿Se referiría a ellas Jesús en su Plegaria de la última Cena, cuando dijo: “Padre, no ruego por el mundo”? !
Sigue leyendoImpactos: 833