
Hoy, martes de Pascua (14 de abril de 2020) llega a nuestras iglesias domésticas la visita de una Mujer, que fue la primera testigo de la Resurrección. Sorprendentemente no se trata de María, la madre de Jesús. Ella quizá no necesitó de ningún proceso para llegar a la convicción de que su Hijo había resucitado: ¡compartió con Dios Padre el momento en que Él dijo: “Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy”. Por eso, el evangelista Lucas la llama “la pisteusasa”, es decir, la creyente, por excelencia. Pero sí hubo otra mujer que fue la primera que recorrió el camino de la fe. Juan nos la presenta en tres momentos: llorando (klaíousa), dándose la vuelta (strapheisa) y evangelizando (angelousa). Contemplemos a María Magdalena en su proceso hacia la fe en la resurrección. También nosotros lloramos desolados… pero necesitamos además los otros dos pasos: darnos la vuelta y dialogar y, después, dar testimonio anunciando la Buena Noticia. ¡No nos quedemos en el llanto!
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