En nuestras grandes y esplendorosas celebraciones litúrgicas, el sordomudo de la Decápolis -del que hoy nos habla el Evangelio de Marcos- resultaría anti-estético e incómodo: por su limitación física y sus complejos. Sin embargo, hoy Jesús lo pone en el centro de nuestra consideración. Y también la carta de Santiago nos invita a poner en el centro de nuestras celebraciones a los más pobres. ¿Por qué?
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