Siempre he pensado que los documentos eclesiales y congregacionales, necesitan una reducción drástica. Hay documentos eclesiales -incluso recientes- tan extensos (¡páginas y páginas, números y números!), que lo más sugerente de ellos es, a veces, el título y algunas citas inspiradas: reducidos a pocas expresiones mostrarían una enorme energía transformadora. Pero con tales proporciones nos cansan… hemos de sobreponernos para llegar hasta el final… sin deseos de volver de nuevo sobre ellos.
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