¿Dónde vivió María, después de la muerte de Jesús? ¿Cómo transcurrieron sus últimos años? Todo ello forma parte de los misterios de la historia humana. No se tienen noticias de su muerte o despedida. El evangelista Lucas la sitúa en medio de la comunidad cristiana, en el corazón de la naciente Iglesia. Allí está ella, con identidad propia, entre los apóstoles, discípulas y discípulos. El Espíritu desciende con ímpetu, como ventolera, como lenguas de fuego. El Espíritu y la Madre están también en el génesis de la Iglesia. A partir de ese momento, María desaparece, o se diluyen o tal vez se vuelve totalmente transparente a la Iglesia. Por eso el autor de los Hechos de los Apóstoles decía que la Iglesia tenía “un solo corazón, una sola alma, todo en común”. María se hizo Iglesia… y para siempre. Ella es la Iglesia en Utopía, la Iglesia que -en toda su perfección todavía no ha tenido lugar-, la Iglesia que está por venir. No estaría mal, por lo tanto, en este tiempo de Adviento de un nuevo Pentecostés meditar los Misterios de Utopía. María es la “Puerta que dio paso a nuestra Luz”.
Primer misterio: Rumores de Resurrección
Meditación
Se acabó el silencio de Dios. ¡Por fin se expresó y actuó! Lo hizo sin renunciar a su admirable discreción, no con gestos espectaculares.
Rumores de que había resucitado comenzaron a esparcirse. Unas mujeres sobresaltaron a los demás. Ellas sintieron, antes que otros, la Vida y su “toque delicado”.
La madre de Jesús está en casa del discípulo amado. La lámpara de su fe sigue iluminando y su corazón se reenciende. Conservaba a Jesús en su corazón.
Todo, todo, renacía de nuevo y para siempre.
Ave Marías
Plegaria
Ella mira hacia otra parte, pero tú Jesús -¡misteriosa presencia!- no dejas de mirarla. En los ojos de tu madre te reflejas, aunque parezcas invisible. Y ella sabe que el Espíritu -con quien tanto colaboró, te está dando vida definitiva, inconmensurable.
Segundo misterio: Ruido y Viento de Pentecostés
Meditación
A los rumores siguió el ruido y el viento huracanado. El cenáculo se ve convirtió en un lugar explosivo: viento, ruido, fuego, llamaradas. Todo menos quietud y calma. Allí actuaba toda la energía creadora de Dios.
María, incluida en el grupo, estaba habituada a semejantes experiencias. Ella sabía lo que era tener dentro del propio cuerpo y del propio corazón el Espíritu de Dios. Disfrutaría al ver cómo el Espíritu se derramaba sobre toda carne.
Eran los últimos tiempos. La Promesa de Dios se cumplía. Jesús volvía, lleno de Espíritu…
Ave Marías
Plegaria
Irrumpe la Gracia y vosotros, los Doce, os estremecéis. El viento fuerte, el ruido de la nueva creación, rompe vuestra incredulidad y vuestra falta de iniciativa. La gente piensa que estáis borrachos, que un entusiasmo loco se ha apoderado de vosotros. Pero no, es el Espíritu. Las mujeres de vuestro grupo ya conocen el sabor del Espíritu. Especialmente María. La que es vuestra madre en el Espíritu. En ella descubrís a Jesús, tan parecido a ella. Sabéis que no podéis seguir encerrados. El Espíritu transforma vuestra vida interior, para que salgáis. ¡Ánimo! ¡Después… nosotros!
Tercer misterio: Un solo Corazón
Meditación
No sabemos nada de María después de Pentecostés. Ella creyó, como Abraham, en el Dios que da vida a los muertos y llama a ser lo que no es (Rom 4,17). Ella es testigo de la fe en medio de los hermanos y las hermanas.
Se reunían en la fracción del pan, tenían un solo corazón, una sola alma, todo en común.
María formó parte de las posesiones de la comunidad. A la comunidad le entregó su corazón, su alma, todo su haber.
Cuando se dice que tenían un solo corazón… allí estaba latiendo el corazón de la Madre de Jesús. Cuando se celebraba la Eucaristía, allí estaba quien había entregado el Cuerpo.
Plegaria
En Caná, María, anticipaste tus desvelos. Allí querías crear una comunidad de amor sin rupturas, de alegría sin tristezas, de comunión sin egoísmos. Por eso, le dijiste a Jesús: “No tienen vino”. Y a los servidores: “Haced lo que Él os diga”. En la comunidad cristiana sigues atenta a todos, a cada uno de los detalles.Intercedes, oras, sostienes. Tu presencia silenciosa fue esencial. María de Caná, María de la comunidad primera, que tengamos un solo corazón, una sola alma, todo en común. Que nos reunamos en torno al Pan que tú amasaste. ¡Escucharemos a tu Hijo! Y tú, intuye nuestras necesidades.
Cuarto misterio: El día del Adiós
Meditación
Aunque nada nos digan las crónicas, un día María nos dejó. Su muerte fue éxtasis, culminación, plenitud.
Había muerto José, Jesús. Ella deseaba el reencuentro y el descubrimiento del Abbá, que tanto la había agraciado, y de quien siempre hablaba Jesús.
La comunidad cristiana aprovechó el momento para incluirla definitivamente en sus Evangelios, para reconocerla y proponerla como madre de la fe, madre espiritual.
Un Magnificat inmenso resonó en la Iglesia. Todavía hoy se escucha… todos los atardeceres.
Ave Marías
Plegaria
Dicen las leyendas que vosotros, los Doce Apóstoles, llevasteis el cuerpo santo de María hasta el árbol de la Vida. Dicen las leyendas que os reunisteis de todas partes para decirle vuestro adiós. No nos cabe duda, de que para vosotros esa Mujer fue excepcional, una memoria viva de Jesús, la mejor prueba de su Resurrección.Y desde entonces está presente en vuestro corazón. Sabéis que Jesús no fue el único resucitado, sino el primero. Después, ella. María del adiós, ¡ven!, ¡sigue apareciéndote!, ¡sin ti, somos humanidad sin madre! ¡Ven!
Quinto misterio: ¡Para siempre!
Meditación
No hay tumba para María. Solo Santuarios. Lugares en los que no se celebran funerales conmemorativos, sino fiestas de la vida.
Quien se fue está más presente de lo que pudiéramos imaginar. Millones de personas acuden a ella, la experimentan en su vida. Dicen que se aparece, que habla, que consuela.
Ella nos hace cercano a Dios. Es su mejor misionera y embajadora. No solo vuelve, sino que nos envuelve en la Gloria que la ha consagrado para siempre.
El Abbá le ha concedido la gracia de acompañarnos, quien supo en esta vida acompañar. Sí, también ella, como el Hijo, está con nosotros todos los días. Somos su Corona, sus Doce Estrellas.
Ave María
Plegaria
Contigo el cielo es más cercano. María, tú nos haces familiar el Misterio. Contigo la liberación de nuestros pueblos se aproxima y celebra. ¿Qué tienes? En ti se unen, re reúnen cielo y tierra.Tú eres la transparencia de toda la ternura de Dios, de la energía creadora del Espíritu, de la sabiduría elocuente de Jesús. ¿Qué tienes, María?Junto a ti, la fe será fiel. Junto a ti el amor será eterno. Junto a ti daremos el paso definitivo y tú nos mostrarás a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
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Una maravillosa reflexión que me ayudará a prepararme con María para celebrar este Pentecostés. Gracias
Es esperanzador poder aceptar sin reservas la importancia que Dios deposita en la participación de la mujer en la historia de la salvación, representada en María.