Tres personajes nos presenta hoy la Liturgia de este domingo: Isaías, Pablo y Pedro. Uno se siente impuro, el otro se autodefínete como “un aborto”, el tercero como “un inútil”. Pero cuando se les acerca el Misterio, el Dios del Templo, el Resucitado, el Jesús-Maestro y Líder, ¡todo cambia! Es la llamada… la vocación.
Quizá nos preguntemos por qué la profecía desata tanta oposición. Pero es un hecho. Allí donde se proclaman e inauguran los sueños de Dios hechos realidad, allí las fuerzas diabólicas son más activas. Este domingo IV del tiempo ordinario nos invita a reflexionar sobre ello.
La Biblia, ¡esa impresionante colección de libros, de textos escritos bajo la inspiración del Espíritu… más allá de las capacidades de cada uno de sus autores humanos…. La Palabra de Dios nos habla a través de esas palabras. No desperdiciemos la oportunidad de acoger ese gran e inagotable regalo.
“Has guardado el vino nuevo hasta ahora” le dice el mayordomo al Esposo. “A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común”, nos dice san Pablo en su carta a los Corintios, “El Señor te prefiere a tí … no te llamarán abandonada… tu tierra tendrá esposo”, nos dice la profecía de Isaías.
Concluye el tiempo de la Navidad con el domingo dedicado al Bautismo del Señor. Es el día en que Jesús nace “del agua y del Espíritu”. Preparémonos a escuchar la invitación de Jesús a Nicodemo: “tienes que nacer de nuevo”.
¿Qué hay detrás de una bellísima interpretación? Encuentro, comunión, aprendizaje individual y conjuntado, liderazgo sutil, exposición de la belleza que serena, inspira, enardece, inspiración… Algo está naciendo… ¿No lo veis? La armonía musical salva la comunidad. Y la música siempre trans-mite… es MISIÓN.
EPIFANÍA es la celebración de la Gran Manifestación de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, a representantes de las Naciones. La luz que brilló en Belén se expande y comienza a brillar en los rincones oscuros de la humanidad.
Entramos hoy en el misterio de la Navidad a través del testimonio de dos laicos que se dejaron llevar por el Espíritu. Pedimos al Espíritu que descienda sobre nosotros. ¡Abrámonos a su presencia! Entremos también nosotros en el templo. Tratemos de intuir cómo nuestro Dios se nos revela. Detengámonos ante los símbolos que expresa su visita. Mostremos de alguna manera nuestra acogida y bendición.
No fui original al componer la letra de este villancico con el que hoy te felicito.
Fue el gran “poeta del amor” -generación del 27-, Pedro Salinas, quien inició uno de sus magníficos poemas así: “Pensar en ti esta noche”. El poeta pensaba “en su amor”, pero no en solitario, sino acompañado extensamente por el ancho mundo (campo, estrellas, mar, hierbas-perfumes, piedras, luceros, agua muda, todo lo inanimado), en una sinodalidad perfecta, cósmica.
En aquel ya lejano 24 de diciembre, inspirado, re-inventé el poema, manteniendo sólo el inicio “Pensar en tí esta noche”: lo traduje en canto y lo interpreté. Me imaginaba junto a María tras obtener la primera sonrisa de su Pequeño Jesús; junto a José, el testigo fiel, el reflejo humano del Abbá divino. Los dos en concordia… acompañados extensamente por el ancho mundo…. “todo acudía dócil a su llamada”. Allí me sentí presente: partícipe de una sinodalidad cósmica.
Escuchemos, acojamos de misteriosos y mágicos ángeles la llamada… y entremos en sinodalidad navideña en el portal de Belén. ¡Feliz NAVIDAD 2021!