Todos los días, o tal vez todas las semanas -el domingo-“comulgamos”. Y comulgar no es únicamente ponerse en fila hasta que me llega el momento de recibir la comunión. Lo que en ese momento acontece es algo tan sublime y tan asombroso que sería necesaria toda una vida para tomar conciencia de lo que en ese “ahí” y en ese “ahora” sucede. Comulgar es, primero, acoger Su Palabra en nuestra mente. Comulgar es, también, acoger su Cuerpo en nuestro cuerpo. Hoy ha llegado a mí el siguiente texto impresionante san Ambrosio, en su Comentario al Salmo 118. Aquí lo traigo a mi sección de “textos que impresionan”. A través de él podemos entender y aun lamentarnos de cuánto nos falta para recibir la visita del Jesús eucarístico con asombro, emoción y éxtasis.
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