Hubo un tiempo en que canciones hablaban del olvido: del amor que fue y ya no es. La música y la canción se volvían intérpretes de tantas experiencias de frustración amorosa, como jalonan la historia humana. No pocas de esas canciones podría cantarlas el mismo Dios; no pocas de esas historias podrían tenerle a Él mismo como protagonista, que se lamenta. Él está siendo objeto de desamor, de infidelidad amorosa, de indiferencia y olvido.
No pocos se quejan del secularismo que existe en nuestra sociedad y del olvido sistemático de Dios. Mi pregunta es: ¿cómo será la canción del Dios cuando es abandonado y sustituidos por otros ídolos? ¿Cómo será su lamento, cuando tanto, tanto ha amado?
Nuestro Dios merece “una alabanza armoniosa”, la alabanza de sus fieles, ser escuchado y acogido por todos los seres humanos de esta generación. Nuestros contemporáneos tienen derecho a saber quién es Dios, cómo es nuestro Dios, para entregarse a Él y amarlo.
Sigue leyendo →Impactos: 598